El juicio contra el sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino comenzará este viernes 25 de junio, está acusado de haber abusado sexualmente de 2 exnovicios y de una exmonja de la congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista.
Los jueces Maximiliano Troyano, Roberto Faustino Lezcano y la jueza Norma Vera juzgarán al cura. Junto a la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, las víctimas piden acompañamiento y distintas organizaciones sociales se manifestarán el día de la primera audiencia en la ciudad judicial.
"Siento que el juicio es el momento cúlmine, en el que estoy pasando de ser víctima a ser sobreviviente", dijo a Salta/12 el primer denunciante, Yair Gyurkovits. Contó que junto a las otras víctimas espera "no vivir nuevas revictimizaciones" y tener "un trato ejemplar", para lograr concluir esta etapa en busca de justicia.
Gyurkovits además pidió a lxs jueces "que brinden una sentencia justa y cárcel común" a Rosa Torino. "En lo personal, todo este proceso es más que nada como visibilización. Espero que sirva de ayuda a mucha gente porque los abusos sexuales en Salta son más comunes de lo que se sabe. Espero que la gente se vaya despertando, en la sociedad el abuso sexual está muy naturalizado", manifestó.
En éstas últimas semanas hubo algunos cambios respecto a lo dispuesto para el juicio. El Ministerio Público Fiscal informó que la fiscala Verónica Simesen de Bielke ejercerá la representación del organismo durante todo el proceso de audiencias. En un primer momento habían comunicado que la fiscala estaría solo el 25 y luego continuaría el fiscal Rodrigo González Miralpeix, pero éste habría pedido una licencia.
Las audiencias serán los días 25, 28, 29 y 30 de junio y el 1, 2, 5, 6, 7 y 8 de julio. En la primera audiencia está previsto que declaren lxs tres denunciantes. Solo Gyurkovits declarará de forma presencial, mientras que Valeria Zarza y J. A. lo harán de forma virtual debido a que se encuentran en Buenos Aires. Lxs tres pidieron poder seguir el juicio por vía remota. "Sobre la transmisión virtual me dijeron (un secretario del juzgado) que harían todo lo posible, pero que les faltaba el soporte técnico", sostuvo Gyurkovits. Él solicitó además poder estar acompañado por una persona de su confianza el día que brinde testimonio pero aún no le respondieron.
Gyurkovits dijo que junto a lxs otrxs denunciantes tuvieron una reunión virtual con la fiscala. "Nos dijo que ante cualquier duda podíamos contar con ella y que nos iba a estar acompañando a lo largo del proceso de juicio. Que nos diga eso ya es un avance para nosotros, porque no tenemos abogados y no logramos constituirnos en querellantes", expresó.
Gyurkovits espera justicia desde el 17 de diciembre de 2015, cuando radicó dos denuncias, tanto en la justicia ordinaria como en la eclesiástica, contra Rosa Torino y el cura Nicolás Parma. "Entregué la copia de la denuncia a Loyola Pinto (y Sancristóval)" señaló. Se trata del vicario judicial y juez único del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Salta. "En principio, lo que me movió a hacer la denuncia y todo este proceso fue que otras personas no vivieran lo que me había pasado a mí, sobre todo menores de edad", sostuvo.
El joven relató que ingresó a los 14 años al Instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista en Salta. Para ello se trasladó desde el interior provincial a la Capital donde vivió dos años y luego fue enviado otros dos años a Puerto Santa Cruz. En el sur del país y estando lejos de su familia, sufrió "los primeros abusos del sacerdote Nicolás Parma".
Gyurkovits pudo volver a Salta a fines de 2013 y a principios de 2014 se reunió con Rosa Torino porque éste se lo pidió. El cura era el fundador de la congregación que tenía una rama masculina y otra femenina, ésta última sigue en funcionamiento, la otra fue disuelta. Rosa Torino era considerado un "ser superior" dentro de esa comunidad religiosa. Por ello, las víctimas, tanto Gyurkovits como J. A., confiaron en él y le relataron los abusos que había cometido contra ellos el cura Parma. Según lo que denunciaron, lejos de protegerlos y apartar a Parma, Rosa Torino lo encubrió y también cometió luego los mismos delitos.
"Rosa Torino me dice (en 2014) que tengo que perdonar al hermano (Parma), que son debilidades que él tiene. No me daba cuenta de la manipulación que ejercía. Yo confiaba plenamente en él como fundador y ser superior de la comunidad. Tuve una charla profunda con él, y abusó de esa confianza en principio porque hizo un camino de manipulación muy sutil, ni siquiera llegué a darme cuenta de los abusos porque decía que eran revisaciones", relató Gyurkovits.
La víctima contó que Rosa Torino cometía abusos sexuales contra varios novicios diciéndoles de que debía revisarlos "sexualmente", "como si fuera un padre". "Lo hacía sistemáticamente, en privado", manifestó Rosa Torino. Según precisó, en esas revisaciones el cura los manoseaba.
También la ex monja Zarza denunció que cuando habló con Rosa Torino para comunicarle que otros miembros de la congregación le contaron sin precisarle nombres que había curas cometiendo abusos, éste le dijo que esos testimonios eran "chismes", y luego la apartó, la trasladó a México, donde después abusó de ella.
Gyurkovits dijo que le costó mucho salir de la congregación porque estaba convencido de que tenía una vocación religiosa. Sin embargo, lo que vivió le generó estados de confusión. Pidió visitar a su familia a fines de 2015 y no volvió más al Instituto. "Estaba muy confundido con mi vocación, no entendía lo que me estaba pasando, empiezo a contactarme con exhermanos que no hablaban de este tema como revisaciones sino como abusos sexuales", relató. Después de esto, decidió denunciar al cura.
Con posterioridad a la denuncia, "tenía tiempo hasta el 2 de febrero de 2016 para volver a la comunidad, recibí llamados telefónicos por ese hecho y después cuando se enteraron de que había hecho la denuncia, recibí llamados pidiéndome datos. Me fui a La Plata", recordó Gyurkovits. También un hermano más chico había ingresado a la Congregación y salió de ésta a comienzos de 2016, luego de que Gyurkovits le comunicara a su familia que había denunciado a los curas Rosa Torino y Parma.
En 2016, Gyurkovits conoció la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, que lo ha acompañado hasta ahora en el "proceso de sanación" y "de juicio". "Gracias a la psicóloga Liliana Rodríguez (de la Red) pude darle nombre a todo lo que me había pasado", indicó.
"El tiempo de la justicia es bastante difícil para una víctima de abuso porque conlleva todo este proceso, de no saber qué va a pasar, tuvimos muy poca comunicación del juzgado, bastante incertidumbre en ese sentido. La mayor parte de los datos lo obtuvimos de los medios de comunicación", manifestó Gyurkovits.
El denunciante dijo que Rosa Torino llega a juicio con una prisión domiciliaria que no cumplió y que fue un privilegio. Indicó que el cura estuvo todo este tiempo alojado en una casa de campo y de retiro, "es una de las casas de la congregación, yo estuve trabajando un año y medio haciendo la construcción entre el 2014 y la mitad del 2015, es en Finca La Cruz en Salta", señaló. "Es una falta de respeto a tanta gente de la que abusó en todo sentido. Como víctimas no la pasamos bien, salimos sin ninguna ayuda económica de la Iglesia y ni del Estado, sin ninguna formación laboral, en la congregación solo aprendimos a barrer y limpiar baños. Fue difícil afrontar esto, es injusto", consideró. Además, dijo que muchas personas confiaron en Rosa Torino y realizaban donaciones y aportes económicos a la congregación.
En la reformulación del requerimiento a juicio de 2019, las fiscalas Simesen de Bielke y Cecilia Flores Toranzos manifestaron que por las pruebas reunidas, "particularmente las declaraciones testimoniales no solo de víctimas de los atroces actos de abuso consumados por el acusado, sino también de testigos presenciales de los hechos" queda claro que "Rosa Torino, valiéndose de su condición de fundador y director del Instituto de los Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, guía espiritual de la comunidad religiosa y aprovechando tal condición, desplegó conductas deshonestas en claro menoscabo de la libertad sexual de las víctimas”.
Las fiscalas dijeron que las conductas del cura afectaron la dignidad humana de las víctimas, “al producir sufrimientos y humillaciones tanto por la intensidad de su duración como por la repetición de tales conductas vejatorias que dejaron huellas indelebles en sus psiquis”. Además, señalaron que "todas y cada una de las víctimas sufrió hasta poder llegar a denunciarlo, pues, tal como lo manifestaron, jamás podrían expresar tales situaciones, porque inmediatamente eran humillados en público o gritados o insultados”.