Lo comunitario y lo ancestral. Lo colectivo y lo moderno. Carriles, franjas entre las que se mueve Diego Pérez desde que le dio por esto de la música. Al principio fue –es aún- Tonolec, dúo que formó con Charo Bogarín y que prácticamente “inventó” una peculiar cruza entre ritmos nativos, milenarios y sonidos electrónicos. Ahora es Nación Ekeko, que mantiene aquella sinergia –más bien centrada en originarios del cono sur— pero le suma músicas de otras regiones del continente. “Con Ekeko lo que hice fue viajar más, abrir un abanico más grande con comunidades de toda América, llegando a México e incluso incluyendo lo afro que está en nuestro folklore”, refrenda el compositor y multiinstrumentista que a la pruebas se remite a través de su nuevo disco: Qomunidad.
Tal radica en un trabajo colaborativo, comunitario y paradójicamente nacido en pleno aislamiento. En él, lejos de aislarse en una burbuja sonora, Pérez se dejó rodear por colegas –los Arbolito, Paula Neder, Julieta Venegas, entre más— y edificó un trabajo en el que el continente exuda sonidos pasados y presentes, que a su vez parecen ahistóricos. “Nación Ekeko y Tonolec tienen en común mi leit motiv, que es el de fusionar culturas, e integrar tiempos, conjugar lo ancestral con los contemporáneo, lo digital… La diferencia es que con Ekeko, como dije, incorporé más sonoridades, culturas y paisajes”, insiste el músico, antes de meterse de lleno en Qomunidad. “Lo que pienso es que hay mucha diversidad entre nuestros pueblos, y creo que la determina el paisaje… es como esto que dicen los Qom ¿no?, que el monte no les pertenece, sino que ellos pertenecen al monte. Quiero decir que hay una música de los Andes, otra del monte, otra de la selva. Pero más allá de esto, también creo que hay muchos factores comunes relacionados con la forma de vida de los pueblos originarios del continente, con su concepción sobre la naturaleza, la crianza de los niños o la vida en comunidad. Hay muchos factores comunes que hacen que esto sea una gran nación”.
Zanjado el tema macro, Pérez va hacia el micro. En este caso, algunas de las piezas que grabó en Qomunidad. Del tema que hizo con los Arbolito (“Baila Baila”) dice que es el que más le gusta del grupo de Crucecita, y que fue un desafío versionarlo, porque había que crear algo nuevo para que tenga sentido visitarlo. “Con los chicos de Arbolito estuvimos compartiendo algunas fechas antes de la pandemia, y justamente hicimos algunas versiones de ese tema improvisadas en vivo. Me había quedado con ganas de seguir, empecé a trabajar en una base electrónica, y después fuimos grabando sobre esos loops, vientos andinos, voces, percusiones, hasta que quedó una cumbia buenísima”, se entusiasma.
De “Arriba quemando el sol”, en tanto, destaca la participación de Maryta, una coplera de Humahuaca que hizo de puente humano entre él y Violeta Parra. “Recurrí a ella, porque está formada en la tradición ancestral del noroeste. La canción de Violeta tiene de por sí algo de copla, algo mántrico, y después yo le sumo la tímbrica Ekeko, digamos”, detalla Pérez, que también destaca la visita por “Fronteras”, que hizo con el dúo queer Venga-Venga. “Acá mezclé los español con lo portugués –el dúo es Brasilero-portugués-- pensando en eso de romper fronteras, y quedó una fusión electrónica brasuca, con un color particular”.
-Pero el gran gusto parece que te lo diste en “Como la cigarra”, con la voz de Mercedes Sosa incluida en la parte esperanzadora de la canción.
-(Risas) Es que me viene dando vueltas la idea de hacerla desde hace mucho tiempo, porque la letra tiene una actualidad increíble. Cuando pasó lo de Santiago Maldonado y Rafa Nahuel, la resistencia popular empezó a poner sus imágenes por todos lados para salir de la situación de encubrimiento, y esto me hizo acordar mucho a la parte que dice "tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitand". Me pareció importante recuperarla, y llevarla hacia un lugar más rapeado, más oscuro, hasta que, bueno, aparece voz de Mercedes, como trayendo ese rayo de luz… "cantando al sol como la cigarra".
Pérez vive en su Nación Ekeko desde 2012. Tres años a partir de ese momento le demandó hacer el disco debut, llamado La danza, en el que intensificó el desarrollo de una impronta que había asomado –en parte-- con Tonolec: la alquimia entre vertientes andinas y africanas, con el house, el dub y el ambient. Tres años después reafirmó la intención a través del revelador Caminos, trabajo que además le abrió la posibilidad de presentar su proyecto en China, Canadá, Portugal, España, Turquía, México, Chile, Brasil, Grecia y Paraguay. “La verdad es que extraño los viajes”, se lamenta el también integrante de Les Yacaré. “Por estos días, estoy esperando como todo el mundo que esta pandemia pase de una vez por todas. La idea es poder concretar una gira que estoy armando de un mes por México, y dos por Europa. Y también retomar los conciertos con Tonolec, que estábamos haciendo antes de esta situación”.