Dentro del mercado laboral, hay una reproducción del sesgo hacia la feminización de tareas de cuidado. Las diferencias con los varones no se expresan únicamente en el acceso al mercado laboral (menor tasa de actividad, mayor tasa de desempleo y de precarización en comparación a los varones), sino también en el tipo de actividades (menos dinámicas y peor pagas) y el tipo de puesto y posición jerárquica a los cuales acceden las mujeres, según detalló un informe de la Universidad de Avellaneda (Undav).
La proporción de mujeres sobre el total del empleo por actividad económica refleja que los sectores más feminizados son el servicio doméstico con el 98,5 por ciento, la enseñanza con el 75,6 por ciento y los servicios sociales y de salud donde representan el 69,3 por ciento.
Contrariamente, los sectores más masculinizados son la construcción, el transporte y las comunicaciones donde las mujeres representan apenas el 3,1, el 8 y el 8,7 por ciento, respectivamente. Estos ámbitos son considerados en el imaginario social como masculinos, a pesar de que, en la actualidad, las tecnologías disponibles muchas veces evitan el uso de la fuerza física, argumento que suele usarse para justificar la contratación masculina.
“Dimensionar estas cuestiones es importante para entender el impacto en términos de equidad de género que puede tener la promoción de ciertas actividades. Por ejemplo, que los sectores que hoy están explicando la recuperación estén masculinizados (industria, construcción y comercio) muestra como nuestra estructura productiva genera mayores obstáculos en las mujeres para superar la crisis que estamos atravesando.” explicó a PáginaI12 Cecilia Gonzalez Bonorino, integrante del Observatorio de Políticas Públicas de la Undav.
El 52,7 por ciento de las mujeres asalariadas que ingresaron al mercado laboral se dedicaron a actividades relacionadas al cuidado (servicio doméstico remunerado, educación y servicios sociales y de salud), según la EPH del cuarto trimestre del 2020.
Estos datos son el resultado de la asociación histórica que hay de las mujeres a los trabajos del cuidado a partir de la naturalización de su rol maternal. Esta construcción influyó y continúa siendo una fuerte limitante para su desarrollo profesional.
El informe muestra que apenas 3 de cada 10 trabajadores en los sectores con mayor incidencia en la recuperación económica son mujeres. Esto refuerza el conocido techo de cristal. Las mujeres están porcentualmente mayor empleadas en sectores que suelen tener una remuneración menor en comparación con otros, lo que impide su crecimiento económico.
Para comprender los
procesos de producción y reproducción de las desigualdades de
género en el mercado laboral es necesario visibilizar las
construcciones sociales de género sobre las mujeres. Existe
una estereotipación del género, que asocia a las mujeres con la
debilidad, la sensibilidad, lo natural, el hogar y la sumisión, y a los
varones con la fuerza, la lógica, la objetividad, el mercado y el poder.
Estas representaciones construyen las paredes y los techos de cristal, explica el informe.
Las desigualdades se dan incluso a pesar
de que las mujeres están más calificadas que los varones. De las 15
actividades relevadas, en 13 la mujer presenta más años de educación
que el varón.
"El Ministerio de Desarrollo Productivo está tomando en cuenta el hecho de que nuestra estructura productiva no es neutra en términos de género y está adoptando un enfoque de género en sus políticas, lo cual es un gran avance. Según lo anunciado por el Ministerio, se prevé una inversión estimada en 11.800 millones entre los años 2020 y 2021 (el 6,8 por ciento de su presupuesto) destinado a políticas con perspectiva de género", concluyó Gonzalez Bonorino.