Sigourney Weaver está en su típica forma imperiosa en el drama My New York Year (titulada en algunos países My Salinger Year), ambientado en los años noventa. Allí interpreta a Margaret, la jefa de una agencia de representación literaria que se encarga de los asuntos del reclusivo escritor J. D. Salinger. Ella es muy alta, imponente, y bastante brusca. Un mechón blanco en su cabello la hace ver un poco como Cruella de Vil. El sentido para su vestuario parece haber tomado algo prestado de alguna de esas viejas películas con Katharine Hepburn. Viste pantalones de cintura muy alta y una joyería notoriamente cara; siempre parece sostener entre sus dedos un cigarrillo del que nunca inhala. "¡Descanso!", puede llegar a ladrarle a sus aterrados asistentes, como si fuera una oficial comandante que acaba de llevar a cabo una inspección de sus tropas.
En realidad, esta no es una de las películas más memorables que haya hecho Weaver. Dirigida por Philippe Falardeau, es una historia amable, a veces algo artifical, contada desde el punto de vista de una joven escritora con un talento precoz -interpretada por Margaret Qualley- que acaba de ser contratada para trabajar en la agencia. De todas maneras, la performance de Weaver queda incrustada en la memoria. Le da espesor, propósito y profundidad a un personaje que, en sus primeras escenas repletas de copas de martini y el humo de un cigarrillo detrás de otro, parece una grotesca caricatura de una gran dama literaria de la escena neoyorquina.
Weaver está en el comienzo de sus 70 años (cumplirá 72 el 8 de octubre). Nunca ganó un premio Oscar de la Academia. Ha tenido una buena serie de nominaciones a los Globos de Oro y algunos galardones pero, dados los escándalos que salpicaron últimamente a la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood que organiza los premios, ya no parecen tener tanto valor como alguna vez tuvieron. Estrellas de la industria que van de Tom Cruise a Scarlett Johansson vienen atacando a la HFPA (por su sigla en inglés, Hollywood Foreign Press Association) por las firmes sospechas de corrupción y la falta de diversidad. Hace poco, la cadena NBC, que transmite habitualmente la ceremonia, confirmó que no se encargará de esa función en la entrega del próximo año.
Es bastante educativo comparar su carrera con la de su exacta contemporánea Meryl Streep. Ambas tienen la misma edad y vienen de ambientes similares. Sus caminos se cruzaron muy al comienzo, en la Escuela de Arte Dramático de Yale, donde aparecieron juntas en escena varias veces. Streep tiene tres Oscar y una abrumadora cantidad de 21 nominaciones, 18 más que Weaver. Sigue siendo la primera opción en todos los mejores papeles, mientras que Weaver rara vez fue una competidora seria en los premios de la última década.
En Yale, mientras a Streep le daban las mejores intervenciones, Weaver era advertida por sus profesores de drama: le decían que no tenía el talento suficiente para abrirse camino de manera profesional. También era demasiado alta, demasiado desgarbada. Una vez la compararon con "una cama sin hacer". "Sigo pensando que ellos probablemente tenían este ideal platónico de una mujer protagonista, con el que nunca pude coincidir", dijo más tarde la actriz sobre sus maestros. Por contraste, Streep fue reconocida como un prodigio incluso por sus compañeros estudiantes. "Lento pero seguro, se dieron cuenta de que Meryl podía superarlos en casi todo", escribió su biógrafo Michael Schulman. Terminaron arrastrándose detrás de ella y, 50 años después, a veces parece como si Weaver aún estuviera siguiendo la ola de Streep.
De todos modos, puede esgrimirse un fuerte contra-argumento: Weaver es una estrella de cine mayor. De acuerdo a la consultora Box Office Mojo, sus películas han recaudado bastante más de 3 mil millones de dólares solo en Estados Unidos y Canadá, que es más de lo que han conseguido los títulos en los que apareció Streep. Cuando las largamente demoradas secuelas de Avatar que prepara James Cameron, en la que ella tiene un rol protagonista, lleguen finalmente a los cines, la distancia entre las taquillas de Weaver y Streep se hará aún más grande. Gracias a Alien y a su recurrente aparición como la talentosa, infinitamente llena de recursos Ellen Ripley, Weaver ha cultivado desde hace tiempo su nicho como una de las más importantes heroínas de acción de su época.
Por supuesto, es irrespetuoso y reductivo tomarle el peso a la carrera de Weaver solo sobre la base de la cantidad de tickets que ha vendido. No existía ninguna sensación particular de que ella fuera a convertirse en una estrella de cine aunque su madre, Elizabeth Inglis, alcanzó cierto éxito en la pantalla. Nacida en Colchester (Reino Unido), Inglis apareció en el escenario y en el cine en Inglaterra en los años '30, interpretando una pequeña parte en Los 39 escalones (de Alfred Hitchcock) y protagonizando la producción de la puesta teatral de Gas Light, de Patrick Hamilton. El padre de Weaver fue un legendario ejecutivo de la cadena NBC TV, Pat Weaver, creador nada menos que de The Tonight Show. De todos modos, la joven Weaver estaba mucho más interesada en la literatura que en el show business. Fue bautizada como Susan pero tomó su nombre de la mundana tía de Jordan Baker (Sigourney Howard) en la novela de F. Scott Fitzgerald El Gran Gatsby.
Weaver puede provenir de un ambiente privilegiado, pero su carrera de actuación tuvo un comienzo errático. Uno de los más extraños detalles sobre ella es que cuando estaba haciendo un bachillerato en Estudios Ingleses en la Universidad de Stanford, a comienzos de los '70 y en el pico de la guerra de Vietnam, mostró sus credenciales de contracultura viviendo en una casita en un árbol y presentándose a las clases vestida de elfo. Apareció en puestas estudiantiles de corte radical que a veces se presentaban en locaciones inusuales. Un perfil de ella en la revista de Stanford presenta una vívida crónica de un show que montó en el estacionamiento de una secundaria en San Francisco.
Tras dejar el colegio, Weaver tuvo su porción de obras teatrales off Broadway, trabajando con un ex compañero de Yale, el dramaturgo Christopher Durang, "en un alocado cabaret estilo Bertolt Brecht-Kurt Weill" llamado Das Lusitania Songspiel. También apareció en una obra de Durang de una hora de duración, Titanic. El sitio web de Durang incluye una foto de ella como "la vivaz hija del capitán", soltando alegremente su "historia de bizarra conducta sexual" a un alarmado pasajero en la cubierta del malhadado crucero.
Desde el principio, la sombra de Streep siguió extendiéndose sobre Weaver. Ambas fueron elegidas al comienzo de su carrera para películas de Woody Allen. Weaver tiene una muy fugaz aparición como la cita de Allen en el final de Dos extraños amantes (1977). Se la ve apenas unos segundos junto al controversial actor, director y comediante en la puerta de un cine que anuncia The Sorrow and the Pity, el documental de guerra de Marcel Ophuls sobre Francia durante la ocupación nazi. Se puede sospechar a medias que Allen solo la eligió porque era tan alta que podía lucir cómica junto a él en una toma amplia.
Cuando Streep apareció en Manhattan dos años después, tuvo una parte mucho más prominente. Allí interpretó a la amargada ex esposa de Allen, escribiendo un libro sobre su turbulento matrimonio y cómo descubrió que era lesbiana una vez que lo dejó. Streep se roba las escenas con Allen, y él deja que se salga con la suya. La película fue mucho más útil para ella como carta de presentación de lo que Annie Hall fue para Weaver.
El director Ridley Scott le dijo a Entertainment Weekly que consideró a Weaver -entonces a fines de sus veinte años- para el rol de la teniente Ripley en Alien por consejo de Warren Beatty. "Arreglé un encuentro con ella, y apareció con un afro y tacos altos: medía más de dos metros. Me sentí como si saliera con la Momia", recordó más tarde el realizador. La contrató "por su fuerza y su inteligencia".
Weaver estaba interpretando un rol originalmente escrito para un actor: uno de los miembros del equipo a bordo de la nave espacial Nostromo que más ingenio mostraba cuando la malévola criatura hacía explotar el estómago de John Hurt e iniciaba su matanza a bordo. "La idea de hacer del héroe una heroína fue realmente un golpe maestro porque, por supuesto, todos esperaban que Sigourney fuera la primera en morir, pero esta historia es muy diferente. Sigourney estuvo fantástica porque tiene una gran presencia y autoridad", dijo el director sobre la consagratoria performance de su estrella.
Las declaraciones posteriores de Weaver sobre tomar el rol de Ripley también son reveladoras. Según admitió al Stanford Magazine, ella era "una especie de snob que no quería hacer una película de ciencia ficción." La manera en que superó su aversión a ese género fue identificar a Ripley con las figuras escénicas y literarias que más admiraba. Eventualmente decidió interpretar al personaje como si fuera un equivalente del espacio exterior de la Viola de Noche de Reyes de Shakespeare, la joven sobreviviente de un naufragio que se hace pasar por hombre.
Weaver estuvo brillante en la película, y en sus secuelas. Interpretó a Ripley con tal ferocidad y compromiso que nunca hubo la más mínima sensación de que estuviera subestimando el trabajo o haciendo un esfuerzo de tolerancia para hacer un film de género. No puede sino admirarse la despiadada, acerada determinación con la que vuela los huevos de la Reina Alien en el final de Aliens (1986), justo antes de lanzar al monstruo al espacio a través de una esclusa.
De manera inevitable, la serie Alien aún define la carrera de Weaver. Es más posible que se la vea en modo Ripley con armadura, gritándole a su reptiliana antagonista "¡alejate de ella, puta!" antes que escucharla sosteniendo charlas de alta literatura en My New York Year. De todas maneras, la actriz ha entregado grandes performances en muchas otras películas, en todos los géneros concebibles. Ha habido dramas basados en relaciones como La tormenta de hielo y comedias de ciencia ficción como Galaxy Quest. Se divirtió a lo grande en el estilo slapstick de Cazafantasmas, e hizo una visita inesperada en el reino del thriller erótico con La calle de la media luna. Hizo comedias románticas (Las estafadoras), películas de asesino serial (Copycat), comedias de oficina (Secretaria ejecutiva), dramas independientes de bajo presupuesto (Tadpole) y films que tocan el tema del autismo (Encuentro en la nieve). Fue subestimada pero muy emotiva como la abuela que cuidaba al chico con su madre moribunda en Un monstruo viene a verme. Y se mantuvo en sus trece con todos esos primates peludos cuando fue elegida como la conservacionista Dian Fossey para Gorilas en la niebla, de Michael Apted.
Weaver no tiene la facilidad de su antigua compañera de clase para pronunciar acentos extranjeros extravagantes. Por la razón que sea, sus películas en general no han ganado tanto favor de los críticos y los votantes de premios como las que hizo Streep. De todos modos, es una figura pionera que se metió en el mundo de las películas de acción y en ese proceso transformó las ideas sobre género y machismo. Aun hoy, más de 40 años después de su primera Alien, sigue ejecutando tareas físicas exigentes, bien lejos de las capacidades de la mayoría de sus contemporáneos. De acuerdo a un reporte reciente, mientras hacía la más reciente tanda de películas de Avatar, Weaver filmó múltiples escenas bajo el agua, y fue entrenada por un especialista militar para mantener la respiración "tras una gran bocanada de oxígeno suplementario", durante seis minutos. ¿Podría Meryl Streep hacer lo mismo?
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.