¿Qué significa el neoliberalismo en el siglo XXI? La pregunta la hizo Nora Veiras al psicoanalista Jorge Alemán y al sociólogo y escritor Horacio González en el stand del grupo Octubre en la 43° Feria del Libro. “El neoliberalismo es una mutación del capitalismo donde la oposición entre lo privado y lo público ya no se puede establecer con la misma nitidez. El neoliberalismo también se apropia del Estado y en cierta forma es una suerte de estado absoluto”, planteó Alemán en el marco de las llamadas Charlas de Café y advirtió que el neoliberalismo llega hasta los últimos confines de la vida. “El neoliberalismo disuelve una diferencia muy característica del marxismo, la diferencia entre infraestructura y superestructura porque en el neoliberalismo juegan determinaciones como el odio, el racismo y la segregación, que son tan importantes como las determinaciones de clase”, comparó el psicoanalista y explicó que “el neoliberalismo ha colonizado la subjetividad de tal modo que hay muchos sujetos que van contra sus propios intereses y que no tienen ningún obstáculo en perjudicarse a ellos mismos por odio o rechazo a otra cosa”.
González recordó que la Argentina fue fundada en nombre de un cierto liberalismo que nunca estuvo enteramente bien explicado. “Para Alberdi se remitía a la instrucción pública, que debería generar un proletariado capaz de sostener lo que Argentina aportaba a la revolución industrial como país productor de materias primas. Para Sarmiento, el liberalismo era algo más que instruir proletarios: era crear ciudadanos. Toda la historia argentina es una discusión con ese liberalismo, que desde el punto de vista periodístico fue expresado por el diario La Nación”, reflexionó el sociólogo y escritor, que puso en duda el uso del término neoliberal. “El liberal sería el que en la cúspide de un sistema de tolerancias alberga todo lo que supone que es diferente a él. Eso ha estallado, se ha hecho trizas, por eso dudo de la palabra neoliberalismo, porque ese ‘neo’, que sería una novedad que habría ocurrido a partir de la lógica interior del liberalismo, no suena fácil de explicar en un mundo donde la tecnología serial construye individuos desde un dispositivo de dominio, que tiene la peculiaridad de suponer que los hace ganar la libertad cuando es lo contrario. Ese mecanismo productor de individuos los produce ya subordinados, con la mano del amo sobre su rodilla”. González agregó: “Lo que el macrismo llama neoliberalismo es una política que está más allá de la política, recogiendo los residuos de todo lo que se ha destruido en el mundo; por lo tanto recoge residuos de una parte del peronismo. El macrismo tomó mucho del peronismo, hace diez años que hay peronistas en el macrismo. Uno podría decir ‘no son peronistas’, pero ¿qué es ser algo? Ser algo es una conclusión extrema entre lo que uno supone ser y lo que otro dispone respecto a la identidad que nos confiere. Hoy el macrismo está en posición efectiva de decir quiénes somos. Lo dice a través de protocolos, que es el reemplazo de la ley. El protocolo define desde afuera del sujeto lo que el sujeto debe hacer”.
Alemán aseguró que con la palabra populismo se da una de las grandes batallas culturales de la época y que hay un antes y un después de esa palabra con Ernesto Laclau. “El populismo no es serial ni homogeneizante porque las diferentes demandas no terminan nunca de perder su problemática singularidad. Hay populismo cuando se ha terminado el fetichismo del consenso al que apelan los libros de autoayuda y los discursos presidenciales del neoliberalismo. En el populismo hay antagonismo.” La diferencia que el psicoanalista tiene con Laclau es que no está de acuerdo con que haya populismos de izquierda y de derecha. “Yo no le regalo la palabra populismo a la derecha. El populismo es de izquierda o no es populista, porque se hace siempre con la vocación de construir una voluntad popular, una clase hegemónica y una participación en un proyecto emancipatorio. El populismo siempre es posmarxista y de izquierda.” González definió al macrismo como “un movimiento transpolítico” que vulnera todas las fórmulas políticas. “El macrismo es un sistema formidable de anulación de la memoria y de los legados históricos y de cualquier síntoma de que la historia sea constitutiva de un debate público. El Estado macrista no puede sino ser represivo. La ideología macrista es que algo sobra: se llame grasa o ñoquis. El poder lingüístico del macrismo significa la anulación del tejido social y de la constitución de una nación como tal. El macrismo actúa como si no tuvieran historia. Pero alguna vez alguien va a ser esa historia y esos seremos nosotros”, concluyó el sociólogo y escritor.