No fueron fáciles las relaciones entre homosexuales y militantes en las décadas del ’60 y ’70, cuando la revolución estaba a la vuelta de la esquina. Sumadas a las razzias, persecuciones, castigos y violaciones policiales, como añadido de la condición de “enfermos” que los homosexuales tenían para la Asociación Americana de Psiquiatría, la izquierda local, siguiendo la línea marcada por los partidos comunistas de la URSS y Cuba, cantaba “no somos putos, no somos faloperos”, dejando a los homosexuales de izquierda afuera del espacio del que ambicionaban participar: la lucha política.

Tomando su título de un manifiesto que el Frente de Liberación Homosexual produjo en 1973, en Sexo y revolución (que podrá verse hoy y días subsiguientes; ver al pie) el documentalista Ernesto Ardito (Raymundo, Nazión, Sinfonía para Ana) revisa este desencuentro histórico, narrando la lucha política de los militantes homosexuales, de los ’60 para acá. Lo hace con las voces de protagonistas de esa lucha, como el crítico cultural Daniel Molina, el dirigente gremial Guillermo García, la secretaria de Derechos Humanos de AMMAR, Valeria del Mar Ramírez, el artista plástico Jorge Luis Giacosa y el colaborador del suplemento Soy, Alejandro Modarelli. “El FLH planteaba que no hay revolución real si no existe un profundo cambio moral y cultural en la sociedad, que termine con la hegemonía del patriarcado”, señala Ardito en la entrevista que sigue. “Estuvieron adelantadísimos a su tiempo.”

-La película toma su título del de un manifiesto que el Frente de Liberación Homosexual (FLH) hizo público en 1973. ¿Ese manifiesto marca un punto de corte en la historia de la homosexualidad en la Argentina?

-El manifiesto “Sexo y Revolución” no es un punto de corte, porque no tuvo una llegada masiva en 1973. Estuvo muy adelantado a su tiempo y por tanto, visto desde hoy, resulta emocionante la valentía y la claridad de los miembros del FLH para encender esa mecha en el contexto extremadamente machista y represivo que los rodeaba. Proponían una transformación política desde lo privado cuando la sexualidad era un tabú, dentro también de la misma izquierda. “Sexo y revolución” marcó los cimientos teóricos para un cambio que se va a ir dando progresivamente, gracias a la militancia de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), que continuó el proyecto del FLH. El objetivo del FLH al sumarse a las luchas políticas de los años ’70 era la visibilización. Se organizaron para salir de las catacumbas, legitimándose como actores sociales, como Frente de Liberación Homosexual, porque de este modo se podrían sumar a la lucha colectiva junto con otras organizaciones para lograr en principio el objetivo de la derogación de los edictos policiales, por los cuales eran detenidos y encarcelados continuamente. Pero fueron discriminados y pronto vino el avance de la derecha. Los derechos obtenidos en este siglo son consecuencia de la organización de los años ‘70, de los objetivos planteados por el FLH que sembraron la semilla que luego recogió la CHA. El FLH planteaba que no hay revolución real si no existe un profundo cambio moral y cultural en la sociedad, que termine con la hegemonía del patriarcado. Estuvieron adelantadísimos a su tiempo.

-¿El precedente del FLH fue el grupo Nuestro Mundo, que integró entre otros el poeta Néstor Perlongher?

-Nuestro Mundo, fundado por Héctor Anabitarte, fue el primer intento de organización homosexual en Argentina. Comenzaron a reunirse en 1967. Estaba conformado por delegados y gremialistas de diferentes sindicatos. Anabitarte, en ese momento, era un dirigente del Partido Comunista que cuando salió del closet y quiso plantear un debate dentro del PC sobre la liberación sexual, fue despromovido. Nuestro Mundo se sumó a la fundación del FLH en 1971.

-Uno de los testimoniantes brinda un recuerdo muy doloroso sobre el aislamiento al que otras columnas sometieron a la del FLH durante la movilización del 20 de junio del ‘73 a Ezeiza.

-La Plaza de Cámpora del 25 de mayo de 1973 es el mejor ejemplo de ese aislamiento. El FLH fue con una gran bandera que decía “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”. Pero se formó una isla en torno a ellos, a los demás manifestantes les daba vergüenza estar junto al FLH y eso fue un golpe muy fuerte. Era la primera vez en toda América Latina que un grupo homosexual tomaba participación a cara descubierta en un acto de neto corte político, como es la asunción de un presidente. La pelea consistía en ser reconocidos como actores políticos. Pero no fueron tomados en serio por los “machos” de las demás organizaciones. Salvo en pocos casos se burlaban de ellos, se alejaban, se reían cuando eran nombrados en una adhesión. El FLH no podía interactuar políticamente como tal en un plano de igualdad. El espíritu de transformación social de la época aún no estaba preparado para ellos. Era la cultura dominante, esa moral cristiana que se metía en cada rincón de lo privado. Y las organizaciones políticas revolucionarias no escapaban a eso. Los manuales internos de convivencia, explícita o tácitamente promovían la pareja heterosexual monogámica, la infidelidad se castigaba y la homosexualidad, en esa lógica, era vista como una monstruosidad de la burguesía.

-Esa discriminación al interior de la izquierda argentina no hace más que continuar las políticas oficiales de represión en la URSS y en Cuba en relación con la diversidad sexual, de las que Sexo y revolución da testimonio.

-Es ideológico. El PC veía la homosexualidad como un desvío burgués. Una degeneración creada por la alienación del sistema capitalista, que había que combatir. Para el FLH es lo contrario, la relación entre opresor y oprimido se rompe con la liberación sexual y del sistema patriarcal. El FLH planteaba que la represión sexual le servía a la explotación capitalista porque la libido contenida por esa represión, los trabajadores la liberaban en el trabajo alienado y producían más.

-Uno de los testimoniantes da un paso más y señala que el culto del heroísmo en el seno de la militancia era machista y heterosexual.

-Yo creo que eso era un signo de los tiempos en todos los órdenes con respecto a la conformación de la figura del héroe, no solo en la militancia. Eso fue cambiando en los últimos 20 años.

-La toma de conciencia definitiva por parte de los militantes gay de que eran segregados por la izquierda fue cuando durante una de las marchas contra el golpe de Pinochet, en setiembre del 73, se cruzan con 200 mil militantes de la JP cantando “No somos putos, no nomos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros”.

-Ese cántico fue una respuesta de la izquierda del peronismo a la derecha del mismo movimiento. Si sos homosexual y 200 mil personas que están en esa marcha con el mismo objetivo que el tuyo, repudiar un Golpe de Estado, cantan que ellos no son “putos”, simbólicamente dejan librado a que el fascismo haga con vos lo que quiera. Por amar a una persona de tu mismo sexo. Anímicamente, para todo militante homosexual fue un golpe mortal. El FLH se sintió expulsado de cualquier posibilidad de integración. Y se replegó, prácticamente para siempre, porque luego vino el avance del fascismo y la Triple A.

-En Sexo y revolución hay una denuncia muy fuerte de una práctica creo que no tan conocida, que es la de la lobotomización practicada sobre los homosexuales para anular sus centros sensorios. El neurocirujano a cargo de esa práctica era el doctor Lyonett, que fue Rector de la UBA.

-Julio Lyonnet estuvo a cargo de la UBA desde fines de diciembre de 1974 hasta agosto de 1975 como “Rector normalizador”, continuando con la política represiva. La práctica de la lobotomía para “curar” la homosexualidad formaba parte de algunos de los métodos quirúrgicos aberrantes que se utilizaron hasta mediados del siglo XX en muchos países, con ese fin. No era solo en Argentina. A la lobotomía se suman la extracción del útero, ovarios, clítoris, castración, vasectomía, electroshocks, tratamientos hormonales y químicos, anulación del placer sexual, del orgasmo y por supuesto encierro en manicomios que era lo más habitual.

-¿La caracterización de los homosexuales como enfermos, que rigió hasta 1973 en Argentina, era oficial?

-Hasta ese momento era la Asociación Americana de Psiquiatría la que diagnosticaba a la homosexualidad como una enfermedad. No era solamente la policía argentina, era la ciencia y en todo el planeta. De ahí se derivaban los demás actores sociales y era muy común que hasta los sectores más progresistas pensaran que la homosexualidad se podía “curar” con un tratamiento psicológico o psiquiátrico.

-Entre los años 50 y 80, la persecución a los homosexuales no era producto de disposiciones legales sino de edictos policiales, básicamente el famoso 2º H.

-La policía tenía una División de Moralidad para resguardar el orden público. El mismo comisario decidía si te dejaba adentro o te largaba. Mediante el edicto 2H se detenía a los homosexuales por “escándalo en la vía pública”. Te llevaban solo por el modo de caminar o por estar con otro hombre en una onda levante. Te interrogaban, te encerraban, te golpeaban, llamaban a tu familia o a tu trabajo, cuando lo más probable era que estuvieras en el closet. Y con varias entradas ibas a la cárcel de Devoto. Esto en el contexto de razzias masivas a bares o boliches gays, clandestinos. Durante la dictadura de Onganía, la policía, conducida por el comisario Margaride, solía entrar a un albergue transitorio, pedir documentos y llamar a los familiares de cada pareja si no estaban casados. Llegada la democracia, la policía seguía siendo la misma de la dictadura y el edicto 2H continuó. Por eso Carlos Jáuregui forma la Comunidad Homosexual Argentina, fundamentalmente para derogar los edictos y poder vivir en paz y caminar o amar libremente en la vía pública. Los edictos se derogan recién en 1996.

-En 1984, el rabino Marshall Meyer reconoció ante Jáuregui que la Comisión por la Verdad y la Justicia había excluido del Nunca Más los casos de 400 homosexuales detenidos y torturados durante la dictadura.

-El Rabino Marshall Meyer le contó a Jáuregui que el tratamiento recibieron esos 400 homosexuales fue similar al de los judíos desaparecidos: especialmente sádico y violento. Fueron violados en su totalidad por sus captores moralistas. Le contó también que esa parte de la historia fue omitida en el Nunca Más por presiones del ala católica de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

* La Televisión Pública emitirá Sexo y revolución en la transnoche de hoy, a las 00.30. Además, el martes 29 la película clausura el Festival Asterisco, en la plataforma Cont.ar. Y a partir del jueves 1º de julio estará disponible en alquiler, en www.virnayernesto.com.ar