Las afirmaciones temerarias del presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría acerca de la salud mental de niño/as y adolescentes carecen del más mínimo fundamento epidemiológico. Evidentemente el doctor Omar Tabbaco acomoda los datos según su ideología y preferencia partidaria. Lo que es muy criticable, ya que alarma a la población desde su lugar de "autoridad" respecto a temas muy sensibles tales como el sufrimiento subjetivo de los menores.

El uso de datos no verificables epidemiológicamente y quizás tan sólo por lo que le llega a su consultorio (de gastroenterología pediátrica) generalizándolos, como si estuviera hablando de toda la población infantil y adolescente, es muy cuestionable. Hacer "casuística" sin un muestreo definido, sin comparaciones, sin instrumentos diagnósticos explicitados, sin definiciones claras y compartidas, es comentar lo que sucede en una pequeña cantidad de población que acude a un consultorio superespecializado de la medicina privada. Debemos decir que quien acude a un especialista de gastroenterología pediátrica seguramente adolece de patologías de esa especialidad: obesidad, anorexia, bulimia, etc. Ha comparado el doctor con la demanda en épocas prepandémicas?¿Ha consultado lo que sucede en otros efectores del sistema de salud? Y podría seguir con las preguntas que seguramente tienen respuesta negativa.

Quienes trabajamos con el sufrimiento subjetivo sabemos que cuando se pretenden instalar supuestas "epidemias" de enfermedades mentales, siempre hay detrás objetivos mercantiles, políticos e ideológicos.

La pandemia ha afectado a toda la población, ya que es un fenómeno global que impone restricciones, cuidados, diferentes modos de organización de la vida colectiva y social y aún de las más mínimas rutinas cotidianas.

Pero los niños y niñas serían quienes podrían decirnos qué es lo que más malestar les causa... y hasta el momento, no han sido preguntados ni sus voces escuchadas.

Pretender erigirse en portavoz de los infantes desde el lugar de poder que da una sociedad científica, da cuenta del sustrato ideológico de quien así se expresa.

¿Es que la Sociedad de Pediatría no tiene investigadores que puedan realizar estudios creíbles y sólo utiliza la opinión de su presidente como "verdad científica"?

Para hablar de la salud mental de las infancias y de los adolescentes se requiere la misma rigurosidad que fue exigida para aceptar la efectividad de las diferentes vacunas contra el covid-19. La investigación epidemiológica en salud mental tiene cánones científicos tan sólidos y rigurosos como en cualquier otra área de la medicina o las ciencias sociales.

Por lo tanto, pedimos a la Sociedad de Pediatría revea sus afirmaciones acerca de la salud mental de las infancias y mucho más, deje de hacer correlaciones causales en donde sólo hay consignas partidarias electoralistas.

*La autora es directora de la Maestría en Psicopatología y Salud Mental de la UNR.