El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (foto) lidera las encuestas de intención de voto en Brasil para la contienda electoral del 2022 con el 49 por ciento, 26 puntos porcentuales sobre Jair Bolsonaro, que sería su directo contrincante. Así dice un sondeo divulgado este viernes, un día después de que la Justicia anulara otro dos pocesos en su contra el líder del Partido de los Trabajadores, allanando el camino para su retorno a la presidencia. De acuerdo con la encues ta del instituto Ipec, el ultraderechista Bolsonaro, cuya popularidad continúa en picada, apenas cuenta con el 23 por ciento de los apoyos para una eventual disputa electoral con Lula.
El sondeo, realizado a 2.002 brasileños entre el 17 y 21 de junio y con dos puntos porcentuales de margen de error, también incluyó como eventuales candidatos al excandidato progresista Ciro Gomes, que se ubica en tercer lugar con un 7 por ciento de la intención de voto, técnicamente empatado con el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria (5 por ciento). Le sigue el exministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta con el 3 por ciento de las intenciones, mientras que los votos blancos y nulos suman 10 por ciento y los electores que no saben o no responden, 3 por ciento.
La popularidad de Bolsonaro pasa por su peor momento desde el inicio de su mandato, el 1 de enero de 2019, y el índice de reprobación de su Gobierno saltó desde el 39 por ciento en febrero hasta el 50 en junio, según el sondeo de Ipec. En tanto la intención de voto de Lula (2003-2010), quien todavía no ha oficializado su candidatura pero no oculta su deseo de volver al poder, se ha fortalecido desde que recuperó sus derechos políticos en marzo pasado después de que un juez anulara las condenas de prisión que pesaban en su contra.
Este jueves Lula obtuvo una nueva victoria judicial cuando un magistrado de la Corte Suprema de Brasil anuló, por falta de parcialidad, otros dos procesos contra el expresidente tratados por el exjuez Sérgio Moro, que ya había sido declarado "parcial" en el caso que llevó a cumplir 19 meses de cárcel al líder de la izquierda brasileña. Esa decisión invalida todas las pruebas recogidas por Moro y obliga a reiniciar los juicios desde cero, alejando la posibilidad de una condena relativamente rápida en segunda instancia, que le impediría a Lula presentarse a las elecciones presidenciales de 2022.
El exmandatario brasileño se había quedado sin derechos políticos en 2018 tras ser condenado en segunda instancia por corrupción, lo que le impidió ser candidato en las elecciones de ese año. Sin embargo, la decisión del Supremo en 2021 de anular las condenas que le habían sido impuestas lo habilitaron de nuevo políticamente, por lo que podrá disputar las elecciones del próximo año.
El juez del Supremo Tribunal Federal (STF) Gilmar Mendes determinó que "hay identidad de hechos y jurídica" entre el caso en el cual Moro fue declarado "parcial" y los otros dos que pasaron por las manos del ícono de la Operación anticorrupción Lava Jato en su juzgado de Curitiba. Por eso Mendes ordenó "anular todas las actuaciones decisorias del magistrado, incluyendo los de la fase previa al proceso".
Lula había sido condenado por Moro en 2017 a 9 años y medio de cárcel como presunto beneficiario de un tríplex en el litoral paulista ofrecido por una constructora a cambio de contratos con la estatal Petrobras. Pese a una llamativa falta de pruebas al respecto un tribunal de apelaciones confirmó y amplió su condena, lo que le impidió disputar la elección presidencial de 2018 y lo mantuvo preso desde abril de ese año hasta noviembre de 2019.
Pero la segunda sala de la corte suprema (integrada por cinco jueces) atendió en marzo los reclamos de la defensa de Lula sobre la "parcialidad" de Moro, que se habría evidenciado entre otras cosas cuando el ultraderechista Jair Bolsonaro, vencedor en los comicios, nombró al juez ministro de Justicia. Ese fallo fue ratificado por el plenario del STF por 7 votos a 4.
Mendes extendió ahora esa decisión a las otras dos causas radicadas en Curitiba, ambas en fase procesal. Una está relacionada con reformas realizadas en una hacienda en Atibaia (Sao Paulo) y la otra con la compra de un terreno para el Instituto Lula. Actualmente, aparte de los casos de Curitiba que serán derivados a un tribunal de Brasilia, el dirigente, de 75 años, enfrenta aún otros tres procesos, uno en Brasilia y dos en San Pablo.