Desde Brasilia. El "vacunagate" tiene a Jair Bolsonaro contra las cuerdas. El rostro desencajado exhibido este viernes por el mandatario ante las denuncias de corrupción vinculadas con las vacunas evocó al de Fernando Collor de Mello, el presidente eyectado del Palacio del Planalto en 1992 debido a una serie de maniobras dolosas que colmaron la paciencia de la opinión pública. Treinta y un años después de la caída de Collor Brasilia se sacudió con el destape de este escándalo por un contrato dudoso, firmado con el aval de Bolsonaro, para la compra sobrefacturada de 20 millones de dosis del fámarco indio Covaxin,
Según el senador Omar Aziz, titular de la Comisión Parlamentaria de Investigaciones (CPI) de la pandemia , "esta denuncia es la más grave presentada hasta ahora contra el gobierno, esto puede traer un serio dolor de cabeza al Planalto". A su vez el senador Humberto Costa, miembro de la CPI y exministro de Salud del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva disparó: "hay que ir a fondo en la investigación para saber si hubo corrupción y si el presidente incurrió en improbidad administrativa o prevaricato", dos delitos que pueden sustentar un eventual pedido de impeachment, aportó
Costa, cauteloso, recomendó que la CPI se dote de todos los documentos posibles, no solo de los testimonios, antes de elaborar las conclusiones a fin de salvaguadar la "credibilidad" del organismo. Aziz y Costa participaron este viernes de la sesión de la CPI en la que dos testigos afirmaron que Bolsonaro fue informado personalmente en el Palacio de Alvorada, residencia oficial, de las maniobras urdidas en torno a esta operación por 300 millones de dólares e informaron que, al parecer, el gobernante no tomó ninguna medida para impedirlas. Esa actitud, denunciada ante la CPI por el diputado Luis Claudio Miranda y su hermano Luis Ricardo Miranda, funcionario del Ministerio de Salud, convertiría al presidente en por lo menos cómplice de los varios posibles delitos.
Los testigos mencionaron diálogos con el general Eduardo Pazuello, en los que fue el ministro de Salud quien comandó las negociaciones por el inmunizante indio. Los dichos de los hermanos Miranda fueron repelidos por los senadores oficialistas en la tensa audiencia celebrada en el recinto del Senado donde no faltaron gritos y tumultos.
El jefe de facto de ese bloque es el senador Flavio Bolsonaro, hijo del mandatario y alguien bien relacionado con el lobby de las clínicas privadas y los laboratorios. A Flavio también se lo sindica como un legislador sintonizado con las "milicias" parapoliciales y con el "Bloque de la Bala", formado por policías. Las reuniones preparatorias de esa bancada oficialista de la CPI se realizan en la flamante mansión del hijo presidencial en Brasilia, adquirida por más de un millon de dólares, un monto que no se compadece con sus ingresos como parlamentario.
La sesión de la CPI se inició con más de una hora de atraso, a las 15.30 horas locales, cuando llegó el diputado Miranda protegido por un chaleco antibalas y escoltado por elementos de la policía legislativa. El legislador , un bolsonarista que parece haberse arrepentido de esa afiliación, declaró que él y su hermano son objeto de amenazas de muerte, las que también sufren varios legisladores opositores intengrantes de la CPI. Como se ve las deliberaciones de este organismo parlamentario son un campo de batalla política que, según como evolucione, podrá poner en cuestión la continuidad de Bolsonaro, igual que ocurrió con la CPI abierta contra Collor tres décadas atrás.
Los paralelos entre Bolsonaro y Collor sirven para describir la situación, aunque son insuficientes para comprenden el fondo. Esto porque existe una diferencia sustantiva entre ambos: a Collor lo habían abandonado prácticamente todos los grupos fácticos de poder a fines de 1992, algo que aún no ocurre con Bolsonaro, quien además tiene de su lado al todopoderoso partido militar y conserva una popularidad razonable.
La pugna entre oficialismo y oposición puede traer más de una sopresa en la CPI. Lo que comenzó este viernes es un duelo de final abierto, en el que no está garantizado que la oposición sea vencedora.Hay por lo menos cuatro preguntas que los adversarios del gobierno van a plantear en las próximas audiencias cuyas respuestas podrán desnudar una trama de corrupción y arrojar luz sobre la estrategia genocida de Bolsonaro frente a una dolencia que mató 510 mil personas.
Uno. ¿Por qué Bolsonaro solicitó al premier indio, el ultraderechista Narendra Modi, que facilite las negociaciones por la vacuna , mientras hacía proselitismo contra la inmunización?. Además de desacreditar a la china Coronavc además de obstruir la compra de rusa Sputnik.
Dos .¿ Por que Brasilia aceptó pagar más dinero por la Covaxin que por vacunas conocidas como Pfizer y AstraZenca?. ¿Cómo explicar que las negociaciones por esta vacuna hayan sido el doble más rápidas que por las otras?.
Tres. ¿ Por qué la empresa, Precisa, intermedió las negociaciones, siendo que es una firma investigada en casos de corrupción vinculados a la industria farmacológica?, ¿Cuánto dinero cobró Precisa? ¿Hay alguna relación entre Bolsonaro y esa firma? .Tiempo atrás el diputado Eduardo Bolsonaro, otro hijo presidencial, hizo lobby para Precisa ante un banco estatal.
Cuatro. ¿Hasta donde llega la complicidad de los militares con estas presuntas irregularidades?. El general Eduardo Pazuello, por entonces ministro de Salud, y hombre clave en este caso, llegó al cargo con la autorización del ejército.
Iracundo, sin ocultar su disgusto ante las sospechas (más que fundadas) de corrupción en el contrato por las vacunas, Bolsonaro reaccionó con virulencia en la mañana de este viernes ante las preguntas de un grupo de periodistas que lo indagaron sobre el escándalo en la ciudad de Sorocaba, interior de San Pablo. "Mi Dios del cielo, por lo que me consta no hay nada errado en aquel contrato, no hay sobrefacturación, eso es mentira", fue una de las primeras respuestas. Ante las repreguntas bien planteadas , el capitán fue perdiendo los estribos hasta explotar: "paren de hacer esas preguntas, vuelvan a la facultad, nazcan de vuelta, ustedes son ridículos". Y completó con una amenaza directa, "los que me quieran juzgar por corrupción la van a pasar mal".
El maltrato de Bolsonaro a los periodistas hacen a su índole fascistoide pero en estos días reflejan, posiblemente, su impotencia frente a un escándalo que parece salirse de control y acaba con el discurso moralista con el que venció las elecciones de 2018, a fuerza de atacar al Partido de los Trabajadores (PT) y al por entonces proscripto Lula.
Y no solo eso: mientras las sospechas se abaten sobre el exmilitar y su popularidad cae, sube la del líder del PT. Una encuesta publicada este viernes por la agencia Ipec señala que el exmandatario venceria las elecciones de 2022 con el 49 por ciento de los votos contra el 23 del dirigente de ultraderecha.