¿Dónde quedaron la diversión y el grotesco de los superhéroes? A partir de esta pregunta, el gran Enrique Alcatena hace unos años impulsaba en la web el proyecto Tótem Comics. Allí aparecieron muchos personajes, coloridos y delirantes. Ahora, el sello rosarino Rabdomantes reúne en un mismo libro varias de aquellas historias con El Hombre Tótem y otros héroes extraordinarios. “Es un material que había salido en aquella página web, que empezamos con Fernando Calvi y a la que luego se sumaron muchos más. Fue un espacio que hacíamos a pulmón y con gusto, y que de a poco se va recopilando en papel”, señala Quique Alcatena a Rosario/12.
Referente del panorama local e internacional, Alcatena visitó por igual las páginas de editoriales europeas y norteamericanas. Su trabajo prosigue desde una actualidad manifiesta, ya que no hay año sin novedades editoriales suyas (así, en plural). De hecho, El Hombre Tótem comparte batea con otro libro también reciente, 35 Calaveras, coeditado por Historieteca y el sello local Puro Comic. Del blanco y negro detallado de 35 Calaveras –otra de sus magníficas colaboraciones con el guionista Eduardo Mazzitelli– al color estridente y de lectura ágil de El Hombre Tótem, Alcatena ofrece un muestrario preciso sobre su hacer, tan amplio y versátil. Como él dice, “son cosas que me gustan por igual, me gustan muchas cosas y algunas que tal vez no tienen nada que ver entre ellas. Pero por cuestiones de la vida y cómo se fueron dando, mi obra siempre fue mayoritariamente en blanco y negro, de temáticas fantásticas o más oscuras”.
Por eso, el color de sus superhéroes estrafalarios ofrece un ámbito donde el artista se explaya de otra forma; de hecho, en El Hombre Tótem se respira un aire de historieta renovado por clásico, pero nada nostálgico. “Soy bastante desconfiado de todo lo que sea nostálgico. No estoy haciendo un homenaje a la nostalgia. Puede tener sus cosas lindas, pero para mí la nostalgia tiene un costado para atrás, para abajo, que es una especie de incapacidad para despegarse del pasado. Muchos me dicen que aquí rescato lo que leí de pibe. Si lo hago es porque me sigue gustando, porque es lo que me llevó a trabajar en Tótem y en todos estos personajes, quizás con el encanto del pibe, pero inevitablemente con la mirada del adulto. Al empezar en Tótem, tanto Fernando (Calvi) como yo quisimos hacer personajes nuestros, y era inevitable que tras tantos años de leerlos se hicieran un lugarcito en mi producción. Sin darme cuenta elegí esa vertiente más disparatada y juguetona, y no tan ‘Dark Knight’, que no me interesa. Para mí, el superhéroe tiene esa cosa del color y de lo extravagante”, explica.
-Algo que contrasta con cierta espectacularidad o redundancia argumental, que de alguna manera caracterizan hoy al género.
-Son momentos diferentes. Quienes crecen con el material que se hace ahora, le van a tener cariño. La diferencia es que al ser un tipo ya grande, que ha seguido al género con mucha atención, me doy cuenta de lo que en un momento ya no me cerraba: hay personajes que ya tienen 80 años. ¿Cuánta vuelta a la tuerca más les podés dar? Tras tantas décadas es difícil. Están muy gastados o hay que reinventarlos totalmente, y a veces no es tan fácil. Lo que lamento es que fueron originalmente pensados y creados para chicos, para esos lectores infantiles que hoy en día no se tienen mucho en cuenta, y por eso el superhéroe tiene cada vez menos lectores. Tal vez haya que trata de recuperar el deslumbre, la imaginación, la creatividad que tenían los cómics de aquella época, con Kirby y Lee desarrollando Los 4 Fantásticos, Steve Ditko al Hombre Araña, Carmine Infantino y John Broome a Flash, Gil Kane a Linterna Verde; hoy en día se siguen usando los mismos personajes, con variaciones o vueltas de tuerca. ¿Cuántas más? Lo que nosotros buscábamos fue no crear franquicias sino historias divertidas. Me interesa recrear todo ese universo, donde haya muchos personajes, que a lo mejor le sugieran al lector otras aventuras, otros mundos, que van más allá del contar siempre la misma historia.
-En otro orden, recuerdo un taller tuyo en Crack Bang Boom, dedicado a las muchas y variadas maneras de pensar y hacer historieta.
-Para mí eso se cae de maduro, no es una conclusión a la que he llegado, es un medio que da para todo. Tenés registros variados y brillantes, de Daniel Clowes a un Lisandro Estherren, desde Eduardo Risso a Fernando Calvi, tantas formas de dibujar y de contar, tantos temas y géneros. Quizás algún género se pone más de moda que otro, pero están todos ahí para ser probados y experimentados por el que quiera. Por eso me irrita, me pone mal, cuando al hablar de la historieta argentina se dice que se fue con Columba o con la primera Fierro, y no es así. Muchos confunden los números, la industria o la apariencia de industria, que hubo en una época; una época por cierto hermosa, de la que rescato mil cosas, pero no fue la culminación ni mucho menos.
-También tengo presente escucharte hablar sobre la habilidad del dibujante argentino para adecuarse a tantos estilos y mercados diferentes.
-Me acuerdo que Tim Truman (con quien Alcatena realizara Hawkworld y The Spider), decía que lo que le llamaba la atención de los dibujantes argentinos era que se movían más o menos cómodamente en cualquier tema, mientras que él se había criado dibujando superhéroes, que tuvo que ir curioseando por fuera de ese ámbito para descubrir otras cosas. Eso es algo que a nosotros indudablemente nos ha beneficiado. Quizás ahora es diferente, porque a través de la web se puede acceder a todo tipo de material, pero cuando se dependía de la revista que se comparaba en los kioskos, lo cierto es que estábamos expuestos a una variedad notable.
-¿Tenés presente cuántas historias realizaste con Eduardo Mazzitelli?
-(Risas) Me tendría que poner a pensar un rato, son muchos años de trabajo sin parar, y acá se ha ido publicando casi todo lo que hacemos. Fui muy afortunado en encontrar a Eduardo y de trabajar con él, siempre ha sido una dicha. En las obras que hacemos juntos, hasta me cuesta en la cabeza separarlas entre él y yo, porque no hay fisuras, nunca hubo tensión ni cierta competencia velada, algo que se puede dar. Algunas obras pueden tener más llegada que otras, pero la forma de trabajar siempre ha sido así, nunca la de un mero trabajo por encargo. Y eso es tener mucha suerte. Comenzamos a trabajar juntos desde fines del ’88, y nunca paramos.