La aceleración de las importaciones de máquinas, equipos e insumos industriales, entre otros bienes, es una señal para el Gobierno de que la recuperación económica toma igualmente velocidad. En mayo las compras al exterior subieron 62,4 por ciento en promedio, con alzas del 99 por ciento en piezas y accesorios para bienes de capital y 170 por ciento en combustibles y lubricantes (gasoil y gas natural licuado). La tendencia es más intensa en junio, según datos anticipados que analizan los funcionarios.
De acuerdo a esos indicadores, el ministro Martín Guzmán ratificó esta semana la proyección de un alza del PIB de 7 por ciento este año, aunque existen expectativas de un crecimiento algo mayor en caso de que el coronavirus no obligue a cerrar nuevamente actividades.
“La economía está pegando un salto grande. Se está expandiendo fuerte”, sostienen en despachos oficiales. “Hay mucha obra pública y también hay inversión privada. En alimentos, metalmecánica, la industria química, telecomunicaciones. La tasa de inversión del segundo trimestre será más alta”, agregan.
Los datos del mercado de trabajo del primer trimestre anticipaban esa tendencia, con una reducción de la desocupación desde el 13,1 por ciento en el peor momento de la pandemia, entre abril y junio del año pasado, hasta el 10,2 por ciento, todavía muy elevada. Otros indicadores, como el consumo de energía y los ingresos fiscales, muestran que el proceso toma volumen.
La eventual llegada de la variante Delta o algún otro motivo que incremente los contagios de coronavirus y fuerce otra vez la aplicación de restricciones es el mayor riesgo para la reactivación, visualizan en el gabinete económico.
¿Y el dólar?
“Hay movimientos de la economía y la política que empezaron a testear, como se preveía que iba a ocurrir con cualquier pretexto. Es un año electoral y en la Argentina siempre se busca cobertura en el dólar. Un sector del empresariado compra el discurso de la oposición respecto de que si el Gobierno alcanza mayorías parlamentarias se viene el populismo, el comunismo o las plagas de Egipto. Pero no hay margen para una corrida y no habrá devaluación”, sostienen.
Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central, tiene una visión similar: “El Banco Central acumuló reservas netas, bajó la exposición en futuros, sumó recursos en todos los niveles para poder afrontar los meses más duros del año por menor liquidación estacional de exportaciones y mayor demanda de divisas. Incluso los pronósticos de devaluación del mercado se corrieron para el año que viene. Este año el Banco Central es el dueño de la pelota”.
El banco de inversión Morgan Stanley publicó un reporte esta semana que traslada a inicios de 2022 una supuesta necesidad del Gobierno de ajustar el tipo de cambio, mientras que este año estaría en condiciones de eludirlo.
En respuesta a esos pronósticos, Guzmán descartó una devaluación para después de las elecciones, que tendrán lugar en noviembre, y en el gabinete económico afirman que la política cambiaria en 2022 seguirá siendo de actualización paulatina, sin correcciones bruscas que provoquen tensiones inflacionarias.
En las últimas dos semanas, el dólar paralelo aumentó 18 pesos, hasta 174, y también subieron los dólares financieros, contado con liquidación (a 164,90 pesos) y MEP (a 163,50). El oficial (incluidos el PAIS y el adelanto de ganancias) se mantiene estable a 166,50 pesos. El Banco Central sigue comprando divisas y ya acumula 6300 millones en lo que va del año, aunque la temporada de adquisiciones está empezando la fase final, también como se proyectaba por cuestiones estacionales.
Las armas del Banco Central
“En octubre de 2020 el Banco Central tenía una posición vendedora en futuros del dólar por 5500 millones. A mayo bajó a cero”, puntualiza Vanoli, para destacar que la autoridad monetaria ganó margen de intervención en los meses de fuerte ingreso de divisas y ahora tiene elementos para desalentar intentos de corrida.
La recuperación de la confianza también se expresa en la vuelta de billetes verdes a los bancos. Desde que el Gobierno logró doblegar los embates devaluacionistas en octubre de 2020, los depósitos en dólares del sector privado crecieron en 1500 millones, hasta los 16.150 millones actuales.
Los controles de capitales, a su vez, ayudan a contener la demanda. En mayo hubo solo 304 mil personas que compraron divisas en el mercado oficial, contra un máximo de cuatro millones en agosto del año pasado, antes de la imposición de restricciones a la compra de moneda extranjera. Fue el noveno mes consecutivo con descenso en el número de compradores. Para atesoramiento tomaron solo 49 millones.
Los controles que definió el Banco Central contrastan con la política opuesta que aplicó el gobierno de Cambiemos hasta casi el final de su mandato, cuando no tuvo más remedio que abandonar la prédica aperturista en medio de una devaluación devastadora.
El resguardo de los dólares le permite ahora al Gobierno tener elementos para sostener la estabilidad cambiaria. Pese a ello, la Argentina fue rebajada dos escalones en el índice de inversión financiera MSCI, justamente, por aplicar controles de capitales. Es decir, el mercado cuestiona al país por defenderse de lo que lo llevó al abismo en el gobierno de Macri, cuando la autorización irrestricta de compra de divisas y su salida del país habilitó una fuga inédita de 86 mil millones de dólares, según las cifras del BCRA.
El acuerdo con el Club de París para pagar solo 430 millones de dólares hasta marzo de 2022 de un vencimiento que originalmente era de 2400 millones el 31 de mayo es otro factor que quita incertidumbre en la plaza cambiaria. “En tiempos electorales siempre se intenta generar presión con el dólar, pero hay capacidad de respuesta”, insisten en el gabinete económico.
En un escenario de avance de la campaña de vacunación y afianzamiento de la recuperación económica, el oficialismo se esperanza con un triunfo claro en las elecciones legislativas. “Ganando bien será más fácil la negociación con el FMI. Vamos a estar en condiciones de cerrar un buen acuerdo el año que viene”, afirman.