Estados Unidos levantó sus barreras a los limones argentinos. El Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, por sus siglas en inglés)anunció ayer que no extenderá después del 26 de mayo próximo la suspensión del acuerdo que habilitaba la entrada de limones argentinos a ese mercado. El presidente norteamericano Donald Trump apenas asumió había puesto en revisión este y otros acuerdos comerciales. La exportación de limones fue tema de conversación durante la reunión que mantuvo con Mauricio Macri en Washington la semana pasada. Al volver de ese encuentro, el cual tuvo como objetivo conseguir inversiones del país del norte, Macri aseguró haber arribado con la promesa de Trump de que se arreglaría el tema. La expectativa de exportar la fruta del limón –el jugo se envía sin restricciones– es sumar 20 millones de dólares al comercio externo. Pese a que se levanta la suspensión, el Departamento de Agricultura aclara que primero se deberá cumplir con una serie de requisitos para que ingresen limones del norte argentino al mercado estadounidense
El gobierno de Macri había sufrido un fuerte traspié con el tema de los limones apenas Trump llegó a la Casa Blanca. El presidente había celebrado que las autoridades sanitarias estadounidenses en las últimas semanas del gobierno de Barack Obama hubiesen decidido autorizar la entrada de limones. Luego varios funcionarios auguraron que no habría cambios en la política comercial con la Argentina producto del cambio, en particular respecto de este acuerdo que ponía fin a un proceso de 15 años de negociaciones para volver a exportar limones a Estados Unidos. A horas de esas afirmaciones, se conoció que dentro de un amplio paquete de medidas proteccionistas que firmó Trump se encontraba la suspensión de la importación de limones desde la Argentina por al menos sesenta días. La medida fue dispuesta el 25 de enero y se renovó el 17 de marzo por el mismo período.
El Servicio de Inspección de Salud Vegetal del Departamento de Agricultura estadounidense informó ahora que no se prorrogará la suspensión del acuerdo para que Argentina exporte limones a ese mercado. “No se extenderá más allá del 26 mayo de 2017, la suspensión de la regulación final con respecto a la importación de los envíos comerciales de limones frescos del noroeste Argentina en los Estados Unidos. La regla final entrará en vigor cuando la estancia expira el 26 de mayo 2017”, según el comunicado oficial del organismo.
El organismo sanitario estadounidense aclara que más allá de que se elimine la suspensión, “numerosos requisitos primero se deben cumplir antes de que los limones pueden entrar en los Estados Unidos”. “Según lo autorizado por la Ley de Protección de las Plantas, el USDA no va a permitir la entrada de limones de Argentina al noroeste hasta que se cumplan todos los requisitos”, remarca el comunicado.
La Argentina es uno de los principales productores y exportadores mundiales de ese cítrico, pero Estados Unidos adujo cuestiones sanitarias para frenar su entrada en respuesta al lobby de los productores del Estado de California. El primer embarque hacia Estados Unidos estaba previsto para el día siguiente de que se conociera la suspensión. A su regreso de los Estados Unidos, Macri aseguró que hizo el pedido: “Les dije que queríamos mandarles los limones y me dijo que sí (en referencia a Trump), que lo van a arreglar el tema de los limones”. El propio Trump mostró su displicencia sobre el tema: “El me quiere hablar de los limones y yo de Corea del Norte”, aseguró.
Durante la gira, el ministro de Producción Francisco Cabrera y el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, se reunieron también para analizar las exportaciones de biodiesel, que se cerraron por el lobby empresario del país del norte, que acusan de dumping a los productores argentinos. Este prohibición equivale a ventas por unos 1140 millones de dólares anuales para la Argentina, pero los funcionarios volvieron sin siquiera una promesa de solución.
Al momento de la suspensión, los productores citrícolas de Tucumán tenían preparadas unas 10.000 hectáreas para iniciar las exportaciones con un programa de unos tres años, con un progresivo aumento de las ventas hacia la costa este, a través de los puertos de Baltimore y Nueva York. El objetivo era lograr el envío de 20.000 toneladas en el transcurso de este año, una cantidad menor que no afectara a los productores estadounidenses para evitar así la aplicación de nuevas trabas.