A la memoria del querido Rodrigo Munilla,
periodista generoso como pocos.
Hay un avance notorio sobre la libertad de expresión de los deportistas y cualquier otro protagonista que interactúe con ellos en su actividad específica. En lo que va de junio quedó demostrado. Fueron sancionados o apercibidos por distintos motivos para que guarden silencio. Coca Cola pidió un correctivo para Cristiano Ronaldo porque despreció a la gaseosa durante una conferencia de prensa de la Eurocopa y su gesto hizo que se derrumbaran las acciones de la multinacional en la Bolsa. El francés Paul Pogba se expuso a un castigo semejante porque imitó al portugués y escondió un porrón de cerveza Heineken que formaba parte de la escenografía publicitaria que lo rodeaba. A Tite, el entrenador de Brasil, la Conmebol lo multó en 5 mil dólares porque criticó a la organización de la Copa América. Otro tanto había pasado con el goleador de Bolivia, Marcelo Moreno Martins, y pese a que pidió disculpas. La ola punitiva no es exclusiva de la organización del fútbol o sus auspiciantes que exigen silencio a cambio del dinero que aportan. También abarca a otros deportes, como el tenis. Ahí quedó como caso testigo el de la japonesa Naomi Osaka, penada con el pago de 15 mil dólares por negarse a dar notas a los periodistas en el torneo de Roland Garros.
Aunque es discutible su enunciado, la Carta Olímpica establece en su artículo 50: “No se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial en ningún emplazamiento, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos”. Los casos de Cristiano Ronaldo, Pogba, Tite, Martins y hasta la tenista Osaka no estaban bajo el alcance del COI, pero ninguno se había pronunciado a favor de determinado gobierno, grupo étnico o expresiones de la fe. Se los apercibió o castigó porque desafiaron a las autoridades de sus deportes o no aceptaron ponerle el cuerpo a determinados productos. La condición sine qua non para que los sponsors cumplan a piacere con sus programas de marketing.
La carita de tomar vinagre que puso Cristiano cuando ocultó ante las cámaras dos botellas de Coca Cola quizás les provocó una úlcera a los CEOS de la empresa con sede en Atlanta, EE.UU. Medios británicos publicaron que desde la compañía exigieron una sanción económica para el crack de la Juventus. Lo estaban observando por las pantallas de TV, computadoras y celulares millones de espectadores extasiados con la escena. Pero el portugués fue más allá. Tomó una botellita de agua mineral y reivindicó al H2O. “Agua” dijo, como si estuviera jugando a la Batalla Naval. Por esa acción, casi una declaración de principios, Coca Cola perdió más de 4 mil millones de dólares en el mercado de acciones. La UEFA analizó la posibilidad de multarlo con 20 mil euros, suma que a un multimillonario como él podría representarle el precio de una cena.
Pogba siguió su camino aunque se ocupó de ocultar una cerveza Heineken ante los camarógrafos. Se sabe que abrazó al Islam y las bebidas alcohólicas no son aceptadas en su credo. La imagen del volante del Manchester United se viralizó y no era para menos. Había sido elegido el mejor jugador del partido entre Francia y Alemania, todo un clásico. Justo un día después de que el portugués la emprendiera contra la gaseosa. Pero a diferencia del desplome bursátil de Coca Cola, las acciones de la cervecera subieron en la Bolsa de Ámsterdam un 1,36% hasta alcanzar el precio de 99,54 euros cada una. El valor de mercado de la compañía de Países Bajos llegó a los 6.873 millones de dólares, 93,8 millones más que los 6.780 del día anterior.
La dieta saludable de Cristiano en base a agua, brócoli, pollo y arroz o el mandamiento religioso de Pogba contra el alcohol mantuvieron en vilo por unas horas a los auspiciantes de la Eurocopa. El francés fue trending topic en las redes sociales. La cerveza y la gaseosa son los dos principales patrocinadores del torneo. La publicación El Economista de México señaló que según “cifras del Global Data Sponsorships Data Base, aportan 45 y 35 millones de dólares anuales a la UEFA, respectivamente, es decir, entre las dos marcas proporcionan 80 millones al organismo rector del fútbol europeo”.
Los argumentos economicistas con que Coca Cola pretendió que se castigara al portugués, son de una naturaleza diferente a la mordaza que aplicó la Conmebol en este lado del mundo. A Tite, el técnico de Brasil, lo sancionaron con una multa de 5 mil dólares por sus críticas a la organización de la Copa América. Dijo que había sido programada de manera “desordenada” durante una conferencia de prensa realizada el 12 de junio, un día antes de su apertura.
Al boliviano Moreno Martins, quien juega en el Cruzeiro de Brasil, lo castigaron más duro. Le informaron que deberá pagar 20 mil dólares porque cuestionó al torneo que se disputa en Brasil y además le impidieron jugar contra Chile en la derrota por 1 a 0 del 18 de junio. Su pecado había sido hablar de los casos positivos de covid-19 detectados durante la Copa y que afectaron a varios equipos. Lo hizo en una publicación de su Instagram que luego retiró. De nada le valieron las disculpas posteriores. Su sanción incluso fue discriminatoria si se la compara con la aplicada a Tite.
Del “Coca Cola no, tomen agua” de Cristiano y que enojó al sponsor de la gaseosa, al brazalete del arcoíris, un símbolo del movimiento LGBT+ que utilizó el arquero alemán y capitán Manuel Neuer durante la Eurocopa, se desprende una certeza. Los dos hechos fueron analizados con lupa por la UEFA para aplicar posibles sanciones. Su mirada ultrasensible no difiere de la que mantiene la Conmebol para disciplinar su rebaño. Tolerancia cero. En el caso de los dirigentes europeos, hay una razón de peso en su lógica comercial. Los más de 11 mil millones de dólares que Coca Cola viene invirtiendo desde que se vinculó con el fútbol como socio estratégico.
Las multas no son un disuasivo de uso exclusivo en el más popular de los deportes. En el tenis le pusieron una a la japonesa Osaka, de 23 años, y figura del circuito internacional. En el Abierto de Francia le descontaron 15 mil dólares por declarar que no concedería entrevistas a la prensa. Se justificó con que prefería darle prioridad a “su salud mental”. Esa manera de desenchufarse fue demasiado audaz para las autoridades.
La deportista mejor pagada del mundo suele dar opiniones a favor de las políticas de género o contra el racismo. Temas que gozan de mucho consenso, y no ameritan sanciones. Pero con su silenzio stampa fue demasiado lejos para el mundo del tenis. Rafael Nadal la cuestionó indirectamente y salió en defensa de los periodistas que se quedaban sin su palabra. Dijo: “Sin la gente que escribe las noticias y nuestros logros por el mundo, probablemente no seríamos los deportistas que somos hoy en día”.
¿Estará el español en lo cierto?