PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
El Día del Trabajador estuvo marcado por los ecos del paro masivo del viernes y el nuevo ascenso de Luiz Inácio Lula da Silva en los sondeos que lo consolidaron como favorito para las elecciones de 2018 mientras Michel Temer continúa su curva descendiente.
A pesar de una medida cautelar del alcalde neocon de San Pablo João Doria para prohibir el acto, la Central Unica de los Trabajadores (CUT), vinculada al PT, ayer reunió a miles de personas en la Avenida Paulista donde su presidente, Vagner Freitas, planteó que la concentración dio “continuidad al paro del 28 de abril, Brasil está contra las reformas presentadas por Temer, él no puede hacer las reformas porque no tiene credibilidad”.
La CUT y la Central de Trabajadores de Brasil, próxima al Partido Comunista, propusieron un nuevo paro nacional contra las reformas laboral –que sube la jornada a 12 horas– y la previsional, que eleva la edad mínima a 65 años para mujeres y hombres por igual.
Una encuesta de la consultora Datafolha publicada ayer indica que el proyecto para cambiar el sistema previsional tiene el 71 por ciento de rechazo y el laboral es desaprobado por el 64 por ciento (ver recuadro).
Lo llamativo fue que también la central Fuerza Sindical sugirió una nueva huelga a través de su líder Paulo Pereira da Silva, un aliado de Temer y connotado agitador del golpe que derrocó a Dilma Rousseff.
La incipiente unidad sindical demostró ser poderosa y capaz de intimidar al Palacio del Planalto y las organizaciones patronales que hasta hace unos meses parecían imbatibles.
Es posible que haya un in crescendo en la pelea de los trabajadores organizados para frenar el ajuste neoliberal, ya que antes de una eventual segunda huelga –que no es segura y requerirá negociaciones– la semana próxima podría realizarse una “invasión” de sindicalistas en Brasilia para presionar a los legisladores, entre quienes hay varios miembros del partido de Temer, el PMDB, decididos a distanciarse del gobierno.
Claro que esta alianza entre la CUT, mayor organización gremial, y Fuerza Sindical, la segunda, no puede ser dada como definitiva porque sus diferencias políticas y de método continúan en pie.
Ayer el “temerista” Paulo Pereira da Silva, muy ligado al exdiputado preso Eduardo Cunha, sostuvo que está dispuesto a negociar con el gobierno si recibe algo a cambio. El jefe de Fuerza Sindical fue mencionado en las delaciones de Lava Jato por recibir sobornos empresariales para romper huelgas.
En cambio Vagner Freitas, de la CUT, desconoció a Temer como interlocutor.
“Quedó claro que Brasil está contra las reformas, las encuestas dicen que éste es el presidente más impopular de la historia, no tiene legitimidad, ni credibilidad, no está en condiciones de ser presidente” lanzó el jefe de la CUT, y demandó la convocatoria a elecciones directas inmediatas.
En esa consulta de Datafolha referida por el sindicalista, Temer bajó por primera vez de la barrera de los dos dígitos, cayendo al 9 por ciento de popularidad y subiendo al 61 por ciento de reprobación.
Y Lula continuó creciendo hasta llegar al 30 por ciento de las intenciones de voto, seguido por la dirigente ambientalista Marina Silva con el 16 por ciento y el militar retirado Jair Bolsonaro con el 14 .
El crecimiento del ex presidente ya había sido detectado por otros sondeos recientes de Ibope, Vox Populi e Ipsos, pero el dato aportado por Datafolha es que su intención de voto no fue afectada por las últimas revelaciones del escándalo del Petrolao, con la publicación de las confesiones de 78 ejecutivos de Odebrecht ante los fiscales de la causa Lava Jato.
De acuerdo con esa encuesta los electores de derecha, particularmente los antipetistas de hueso colorado, mostraron sus simpatías por dos “outsiders” como son el juez Sergio Moro, responsable de Lava Jato, con el 9 por ciento y el intendente paulista Joao Doria que sumó el 5 por ciento.
Durante el acto de la CUT se hizo una invitación para la caravana que el 10 de mayo viajará hasta la sureña ciudad de Curitiba donde el juez de primera instancia Moro tomará declaración indagatoria al procesado Lula da Silva, quien anticipó estar ansioso por ese encuentro en el que podrá mirar “a los ojos” a su perseguidor.
Menos democracia
Desde la destitución de Dilma Rousseff y su reemplazo por Michel Temer en mayo de 2016, se inició un proceso de degradación democrática que dentro de diez días cumplirá su primer año de vida.
La huelga permitió medir la alta -y hasta hace poco tiempo impensada- convocatoria de las organizaciones gremiales así como la baja calidad institucional del régimen.
Por ejemplo quedó reducido casi a cero el derecho a la información gracias al pacto entre Temer y las empresas que controlan el mercado periodístico .
La semana pasada la cadena Globo censuró las informaciones previas al paro con el probable propósito de afectar su convocatoria pero ese objetivo fracasó dado que la medida de fuerza contó con la adhesión de entre 30 y 40 millones de trabajadores.
Ante la evidencia de que Brasil paró el viernes, cuandos las principales capitales quedaron desiertas,las noticias del sábado dijeron que la huelga “fracasó” pues quienes se ausentaron de los puestos de trabajo lo hicieron contra su voluntad porque “marginales” y “delincuentes” de los sindicatos y los trabajadores sin techo, impidieron el libre tránsito de los “ciudadanos de bien”.
Este fin de semana Lula caracterizó a esa empresa de noticias y entretenimientos como su rival político por antonomasia: “tendré el máximo placer de ser candidato para derrotar a la Globo”.
El falso relato contado a los brasileños por los medios locales contrasta con el escrito por diarios importantes como el norteamericano The New York Times y el francés Le Monde que escribieron sobre la masiva adhesión al paro contra un gobierno con varios miembros envueltos en casos de corrupción.
A la par de las aberraciones informativas corren las medidas restrictivas del derecho de manifestación.
En la mañana del viernes el gobierno desplegó, y exhibió ante la prensa, efectivos de la Policía del Ejército en Brasilia para actuar ante los manifestantes considerados potenciales amenazas a la “Seguridad Nacional”.
Por la noche las policías militarizadas de San Pablo y Río de Janeiro atacaron a manifestantes so pretexto de responder a los desmanes de los anarquistas Black Blocs.
El modus operandi fue igual al aplicado en otras movilizaciones: los agentes observan impasibles como los Blacs atacan sucursales bancarias mientras son registrados por las cadenas televisivas. Una vez concluido ese primer acto, el segundo consiste en reprimir y detener sindicalistas, trabajadores sin techo y militantes de partidos populares que no participaron en las tropelías de los anarquistas.
Ayer el presidente del PT, Rui Falcao, denunció durante la concentración en San Pablo, esta metodología policial –que no es absoluamente nueva– acentuada desde la instalación del régimen de facto.
“Libertad a los presos políticos del PT que están presos sin cargo y no tienen derecho al habeas corpus, que es un derecho fundamental” exigió Falcao.