Con una buena cantidad de dosis aseguradas, las autoridades sanitarias argentinas comienzan a evaluar la protección a los menores de 18 años. La compra de 24 millones de dosis de la vacuna china Sinopharm se confirma apenas dos semanas después que ese país autorizara la inoculación para niños de 3 a 17 años. Con el objetivo avanzado de lograr la inmunidad en jóvenes y adultos, en el mundo se plantea ya el desafío de proteger a los más chicos. Desde el gobierno nacional avanzan también en las negociaciones para obtener dosis de Pfizer con ese objetivo, pues, la tecnología elaborada por la farmacéutica de Estados Unidos es una de las fórmulas autorizadas para su inoculación a partir de los 12 años.
A mediados de mes, Cuba inició un estudio para inmunizar a niños y adolescentes frente a la Covid con una combinación de dos de sus candidatos vacunales. Del ensayo participan 350 niños de entre 3 y 18 años de La Habana, con autorización de sus padres, quienes recibirán dos dosis de Soberana 2 y una tercera de Soberana Plus, separadas por intervalos de 28 días. De aquí, el diálogo que Alberto Fernández y su equipo de asesores mantiene con las autoridades de la isla para, en el futuro cercano, obtener esta tecnología apta para población pediátrica. En mayo, Moderna hizo lo propio y anunció que su tecnología era segura y eficaz, y que estaba en condiciones de ser aplicada a partir de los 12. No obstante, aún no comenzó a ser utilizada para tal grupo.
Más allá de los avances de los diferentes laboratorios, para que una sustancia activa pueda ser utilizada en menores, previamente, debe ser autorizada por Anmat. En el país, según se estima, viven entre 13 y 15 millones de personas menores de 18 años, en efecto, la última compra anticipada por la ministra Carla Vizzotti de 24 millones de dosis de Sinopharm (que llegarían a partir de julio) podría ser muy útil para cubrir dicha población. Fuentes del Ministerio de Salud señalaron a este diario que, hasta el momento, las partidas provenientes desde Beijing serán distribuidas como se viene haciendo con el resto de las dosis, es decir, entre los mayores de 18 años y en las franjas estipuladas por cada una de las jurisdicciones.
La inmunización de los más pequeños y adolescentes es fundamental si el objetivo de Argentina es alcanzar la inmunidad de rebaño, es decir, inocular entre el 60 por ciento y 70 por ciento de la sociedad. Los menores son portadores y contagian el virus; y, en paralelo, si bien su cuadro de Covid no suele ser grave, algunos exhiben cuadros complicados y secuelas. Una de las más comunes es la enfermedad de Kawasaki, que se caracteriza por una inflamación de las arterias del organismo que perjudica a los órganos principales, como riñones, corazón, hígado y cerebro. Es multisistémica y multiorgánica y, si bien tiene baja mortalidad (fallecen tres pacientes de cada 100 mil), los chicos deben estar internados y recibir corticoides, con lo cual, se vuelve una situación que los invalida y les impide seguir con su rutina.
A la fecha, el 33 por ciento de los argentinos recibió al menos una dosis. Algunos números contundentes: el 89 por ciento de los mayores de 60 años, el 71 por ciento de los que tienen entre 50 y 59 años y el 50 por ciento de los que tienen entre 40 y 49, fueron inmunizados. Si se tiene en cuenta a todos los mayores de 18 (población susceptible de recibir vacunas en Argentina), el 48 ciento de la sociedad ya fue inoculada. Y el ritmo puede sostenerse porque hay con qué: en los últimos cinco días llegaron 4.320.500 vacunas. Argentina suma 25 millones de dosis y las perspectivas son inmejorables para los próximos meses, con lotes de Sinopharm, AstraZeneca, Gamaleya y CanSino que ya están previstos.
Cuentas que suman
Si se suman las personas inmunizadas por vacunación y las inmunizadas por contagio, es posible obtener como resultado a una masa importante de la población que sería menos susceptible a contraer y contagiar el virus. Hacer cuentas no es tarea sencilla y, asimismo, hay que tener cuenta que los modelos, en muchas ocasiones, pueden (y deben) ser criticados. ¿Por qué? Porque los datos también se construyen y dependen de la subjetividad de quien los manipula y establece los recortes. Más allá de todo lo que pueda discutirse, el contador y analista Martín Barrionuevo se anima y bosqueja el total de personas que en Argentina podría contar con dicha protección frente al patógeno y, en efecto, contribuyen a frenar la propagación.
“Las cuentas que hago son absolutamente criticables y todos los datos son discutibles. En el esquema considero inmunizados solo al 60 por ciento de los que tiene primera dosis y al 80 por ciento de los que tienen segunda dosis (los inoculados con menos de 21 días no forman parte del cálculo). También tengo en cuenta al 80 por ciento de los que se contagiaron en los últimos 120 días (casos detectados multiplicados por 3.5). Como resultado, si combino ambos factores, me da que Argentina tiene alrededor de 12 millones de personas con algún nivel de inmunidad”, afirma Barrionuevo. Después refuerza su perspectiva con argumentos: “Con la movilidad que tenemos casi en valores normales y el frío, los casos deberían haber subido y, por el contrario, están disminuyendo. Básicamente eso se logró por la vacunación y por la inmunidad de los que ya se infectaron. En los próximos días esa línea de inmunizados irá incrementándose aún más porque se está vacunando muy rápido y bien”.
Si a principios de junio el promedio por jornada era de 33 mil contagios, hoy la media diaria se ubica en 18 mil. De la misma manera que un solo factor no explica el incremento de los casos, una sola variable no es suficiente para describir una disminución. Por lo tanto, el cuadro de situación debe abordarse completo. “Se retomó la movilidad en la mayoría de las jurisdicciones, con lo cual, sería factible que los casos comenzaran a subir nuevamente. Hay un avance en la vacunación importantísimo, pero sobre todo hubo muchísimas personas infectadas. Además, lo que hay que tener en cuenta es que muchos individuos entraron en el ‘modo pandemia’ de vuelta; ciudadanos que durante el último tiempo reforzaron los recaudos porque tuvieron parientes o personas cercanas que la pasaron mal”, sintetiza Soledad Retamar, docente investigadora de la UTN Regional Concepción del Uruguay. Desde aquí: “Todo indica que, en Argentina, si las medidas no se modifican demasiado, los contagios seguirían a la baja hasta que ingrese Delta y circule de manera comunitaria”, remata Rodrigo Quiroga, bioinformático, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e Investigador del Conicet.
Variantes que restan
Frente a lo que relata Quiroga, el interrogante está servido: ¿el ingreso de Delta es inevitable? “Impedir por completo el ingreso de Delta es imposible, pero lo que se puede hacer es dedicar todos los esfuerzos a minimizar la cantidad de personas que entren al país con esta variante en los próximos dos meses. De esa manera, también se reduce el tamaño de una futura nueva ola de contagios”, subraya.
El bioinformático realizó simulaciones en las que plantea situaciones que podrían desplegarse en el corto plazo. De acuerdo a sus proyecciones, el escenario de octubre-noviembre se revela completamente distinto si por día ingresan al territorio doméstico ocho personas contagiadas con Delta, respecto de si lo hace una. “Si entran ocho por día, de aquí a pocos meses, estaríamos viviendo una ola superior a esta que estamos dejando atrás. En cambio, si solo lo hace una persona en cada jornada, puede que el pico no supere los 10 mil casos. Por eso, insistimos tanto en que se aísle a todos los viajeros y no solo a los que dan positivo en Ezeiza, porque durante los primeros cuatro días los falsos negativos son muy probables. Hacer ese control durante estos 60 días saldrá mucho más barato que establecer una nueva cuarentena por una explosión de infectados”, señala. Son modelos, es cierto; pero que suelen ajustarse a la realidad y durante la pandemia han servido como insumo para analizar lo que estaba ocurriendo y lo que podría suceder.
De hecho, de acuerdo al punto de vista de los expertos en evolución viral alrededor del planeta, no es nada descabellado que una variante de mayor transmisibilidad pueda emerger. Vale destacar que a Delta, en el último tiempo, se le ha sumado la denominada Delta Plus, ya desperdigada en 10 países. Ernesto Resnik, biólogo molecular y biotecnólogo argentino que reside en Estados Unidos, ofrece su punto de vista. “Es un tema con el que hay que tener mucha cautela. El temido caso es que surjan variantes que le escapen a las vacunas disponibles hasta el momento; esa, de hecho, suele ser la pesadilla final. Porque de esa forma, aunque tengamos vacunas excelentes y fáciles de actualizar en algunos meses, podríamos tener un regreso a las cuarentenas más estrictas”, plantea.
El Sars CoV-2, un virus que, gracias a tantas mutaciones, sea similar al Sars CoV-2 “original” –reportado en Wuhan– pero lo suficientemente distinto como para escapar a la respuesta inmune de las tecnologías diseñadas por los laboratorios. Luego continúa: “La buena noticia es que hasta el momento las vacunas funcionan y lo hacen bien, con una buena efectividad. Hoy la prioridad debe ser vacunar y mucho, al máximo ritmo posible”. A la fecha, algunos laboratorios se han pronunciado sobre la efectividad de sus fórmulas frente a Delta: AstraZeneca ha informado que alcanza un 71 ciento con una dosis y 92 por ciento con dos; mientras que Pfizer llega al 94 ciento y 96 ciento respectivamente. El Centro Gamaleya, por su parte, comunicó que la Sputnik V es “la tecnología más eficiente contra la variante” y adelantó que en pocos días difundirán los resultados de su estudio en una revista internacional revisada por pares.
Con septiembre, la primavera
Cuando inició la pandemia a comienzos de 2020, un grupo de epidemiólogos anunciaba que la propagación del Sars CoV-2 se manifestaría en cada territorio a partir de picos, mesetas y valles, es decir, podría ser graficada a partir de curvas de contagios que subían y bajaban. En el presente, las vacunas funcionan muy bien, pero las variantes aparecen para complicar las cosas, incluso, en aquellos países que, a priori, parecían tener el conflicto resuelto. A causa de Delta, Reino Unido ha pospuesto el levantamiento total de las restricciones e Israel ha hecho lo propio con una marcha atrás en sus flexibilizaciones.
"Los picos y valles se dieron tal cual los científicos de diferentes partes del mundo adelantaban. Las subidas y bajadas se vinculan directamente con la gente susceptible de ser infectada y las restricciones que imponen los gobiernos. En casi todos los casos hubo entre dos, tres y cuatro olas. Lo que sí creo es que, de aquí en adelante, los picos altos se irán acabando y tendremos picos pero de menor intensidad”, anuncia Resnik. Luego sigue con su explicación a partir de algunos ejemplos: “En Estados Unidos se espera la emergencia de ‘brotecitos’. En este momento, hay uno en Missouri, uno de los Estados que menos vacunó. La euforia que hay en algunas naciones por el fin de la pandemia es desubicada porque queda mucha gente por contagiar. Sin embargo, en países de Europa o mismo en Argentina, si se combina la cantidad de gente que se contagió con la cantidad que se va inmunizando, necesariamente, es posible adelantar que los picos ya no serán demasiado altos”. Y cierra su planteo: “La vacunación completa en Argentina podría estar concluyendo hacia fines de año, aunque para septiembre habrá un gran alivio”.
Al igual que Resnik, para Quiroga ese mes también funciona como horizonte. “En septiembre vamos a estar mucho mejor de lo que estamos hoy, sin lugar a dudas. El futuro dependerá de cuánto éxito tengamos en evitar el ingreso de nuevas variantes. Delta está produciendo olas de contagios importantes en Hemisferio Norte en pleno verano y en sociedades que tienen entre 60 por ciento y el 80 ciento de sus habitantes inmunizados con la primera dosis. Acá podría ocurrir exactamente lo mismo. La suerte de los próximos meses depende de cómo actuemos ahora”. Bajo esta premisa, el gobierno anunció el endurecimiento del control en las fronteras. El viernes, la ministra de Salud informó la reducción del cupo diario de pasajeros, de 2000 a 600, y la habilitación a que las jurisdicciones puedan decidir si desean que los recién llegados del exterior realicen la cuarentena obligatoria en hoteles.
La nueva normalidad vendrá con nuevos cuidados y los cuidados, más que individuales, siempre son colectivos. Lo que queda, en este contexto, será aprender a echar mano de las estrategias ya verificadas con el objetivo de mitigar el impacto. Así concluye Quiroga: “Los países que se apuran a quitar los cuidados y relajar medidas terminan volviendo marcha atrás. Al rastreo, testeo y aislamiento, hay que sumarle el cierre de actividades cuando es indispensable, la vacunación y las medidas para proteger las fronteras”. Afortunadamente, Argentina cuenta con Europa como espejo en el cual reflejarse. Seguir de cerca lo que sucede en el viejo continente será clave si el objetivo es evitar cometer los mismos errores.