Desde París

Una copia conforme y casi exacta, la segunda vuelta de las elecciones regionales y departamentales que se celebraron este domingo 27 de junio en Francia certificaron las tendencias de la primera vuelta de hace una semana: abstención radical, derrota de las extrema derecha allí donde aspiraba a marcar tendencia, repunte de la derecha, mantenimiento en el poder de los socialistas en las cinco regiones que estaban bajo su administración, naufragio del partido presidencial LRM (La República en Marcha) y excelentes resultados para los ecologistas cuyos porcentajes prueban que el movimiento se va arraigando en las opciones electorales del país. 

El elector francés volvió a mostrar una apatía democrática histórica con una abstención del 65,7 % frente al 66,7% de hace una semana. Estos porcentajes hacen de los abstencionistas el primer partido de Francia. Campañas en la televisión, debates, promoción del voto en las redes sociales, intervención de los dirigentes políticos de todos los sectores para movilizar a los electores no tuvieron ningún efecto. 

La otra gran lección de esta última consulta antes de las elecciones presidenciales de 2022 es la derrota de la ultraderecha de Marine Le Pen (partido RN, Reagrupamiento Nacional). Todos sus candidatos presentes en la segunda vuelta se quedaron en el camino. El fracaso es particularmente impactante en la región PACA, Provenza-Alpes-Costa-Azul, la única donde verdaderamente su candidato, Thierry Mariani, contaba con opciones de ganar. El representante de la derecha y presidente saliente de la región, Renaud Muselier, obtuvo un 56,8% gracias al frente republicano que se formó en torno a su candidatura. Los socialistas se hicieron a un lado y optaron por votar a su favor para cerrarle el camino al partido lepenista.

La segunda vuelta amplificó las líneas trazadas por la primera en lo que atañe la redistribución del peso político de los partidos. El PS francés no fue borrado del mapa mientras que la derecha de Los Republicanos salió de las cavernas con resultados que ubican a sus líderes en una posición cómoda para, eventualmente, disputar las elecciones presidenciales de 2022 en otras condiciones. Los líderes de la derecha clásica con aspiraciones presidenciales salieron de la sombra en la cual el renovado e hipotético duelo entre Marine Le Pen y Emmanuel Macron los había encerrado. 

 Xavier Bertrand (Altos-de-Francia, un 52,7%), Laurent Wauquiez (Auvernia-Ródano-Alpes, 55,9%) y Valérie Pecresse (Isla de Francia, 45,1%), se convierten desde ahora en alternativas posibles a la tendencia sin salida que venían marcando los sondeos de opinión, es decir, una segunda vuelta presidencial en 2022 con los mismos protagonistas que en 2017, o sea, Emmanuel Macron contra Marine Le Pen. Ningún acontecimiento parecía poder cambiar esta configuración hasta que, luego del fin de las restricciones a que dio lugar la pandemia, los electores, aunque con grados de abstención alarmantes, restauraron a una derecha que había prácticamente desaparecido al mismo tiempo que validaron las opciones socialistas en las regiones donde el PS estaba en el poder. Precisamente, los que salen más perjudicados políticamente son el partido de Marine Le Pen, RN, y el del actual jefe de Estado, La República en Marcha. El lepenismo no ganó ni una sola región; los ocho candidatos macronistas que se mantuvieron en la segunda vuelta terminaron en tercera o en cuarta posición. En votos, el partido presidencial sumó 7% en la primera vuelta y un tímido 10% en la segunda. El movimiento del presidente no ha conseguido implantarse localmente. 


Macron y Le Pen, los perdedores

La mayor derrota recae en Marine Le Pen. Diez años después de haber tomado el control del partido al cabo de una pelea pública con su padre y fundador de la ultraderecha derecha francesa, Jean-Marie Le Pen, su hija chocó con un resultado que frena una dinámica de expansión electoral continua. La estrategia que Marine Le Pen adoptó para “normalizar” al partido y diluirlo entre las otras formaciones corre el riesgo de precipitar una crisis interna y la impugnación de su liderazgo.

En la región Altos de Francia donde la conservadora Valérie Pecresse enfrentó a la lista de la unión de la izquierda liderada por el ecologista Julien Bayou (33,9 %) se dio una situación patética que cuenta mucho la crisis del PS. El exprimer ministro del ex presidente François Hollande, el “socialista” Manuel Vals, llamó a votar por la candidata de la derecha. Vals, junto a Hollande, ha pasado a integrar el museo de los sombríos personajes que oficiaron de enterradores del socialismo francés. Si se mira el mapa de Francia según los colores políticos han desaparecido este domingo las zonas negras que representaban a la ultraderecha. El mapa es una serie de capas rosas y azules (PS y derecha). La relación de fuerzas entre la socialdemocracia, la izquierda y los ecologistas frente a la derecha es menos tajante que hace 5 años. Según la encuestadora IFOP, a escala nacional, Los Republicanos suman 38% de votos frente al 34,5% de los socialistas, los verdes y otros grupos de la izquierda.

Nadie sabe aún si el abstencionismo se debe a un desapego democrático, a las consecuencias de los largos meses de confinamiento y privaciones o a una mala valoración de estas elecciones regionales y departamentales. Los dos ganadores de 2017, Macron y Le Pen, son los perdedores de 2021. Nada está jugado del todo, pero la convicción de hace dos semanas se diluyó en las urnas. Si los líderes de la derecha no se despedazan entre ellos la corriente conservadora cuenta con argumentos como para reemplazar a Le Pen. Si las izquierdas y los ecologistas dejan de lado sus escénicas y destructoras conspiraciones también pueden dejar de ser figurantes vencidos para convertirse en aspirantes a la meta presidencial.

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