Desde Río de Janeiro
El Partido de los Trabajadores (PT) ya tiene una historia, una historia relativamente corta en comparación con otros partidos de izquierda importantes en el mundo. Pero, comparativamente también, una historia de extraordinario protagonismo durante el relativamente corto tiempo de su existencia.
El PT, fundado en 1980, al final de la dictadura militar, con Lula disputó en 1989 la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. A lo largo de su segunda década de existencia, el PT lideró la resistencia al neoliberalismo, viviendo un primer período difícil, dado el consenso neoliberal, en el que Cardoso derrotó a Lula en la primera vuelta, dos veces, 1994 y 1998.
Pero el partido había logrado la elección de una amplia e importante bancada parlamentaria, gobiernos municipales y provinciale, tenía un papel nacional muy significativo, había conquistado el principal espacio político nacional en oposición a los gobiernos neoliberales. Además de consolidar el liderazgo de Lula, como el líder popular más importante de nuestra historia después de Vargas, a quien superaría en sus gobiernos.
El primer período de la historia del PT va desde su fundación hasta las elecciones de 1989, desde su formación y proyección nacional. El segundo, el de la resistencia al neoliberalismo, a lo largo de la década de 1990. El tercero, el de los gobiernos del PT, el período, hasta ahora, más importante en la historia del partido, de 2003 a 2016. El cuarto es el actual, de resistencia, nuevamente, después de haber sido víctimas directas del nuevo golpe y de los gobiernos que lo instalaron.
El nuevo ciclo que se abre es la lucha por la redemocratización de Brasil, cuando se abren nuevos horizontes para el país y para el PT, con la lucha por la elección de Lula para la presidencia. El partido tiene que reciclarse, tiene que estar a la altura de los desafíos y las circunstancias. Será un período hasta las próximas elecciones presidenciales, octubre y noviembre de 2022, u octubre si Lula gana en primera vuelta, o antes, en caso de un impeachment a Bolsonaro.
Lo que importa es el tiempo político, las prioridades que tiene que definir el partido. Estas prioridades deben ser definir el carácter del nuevo proceso de redemocratización. Un período diferente al anterior, al final de la dictadura militar, porque ahora el protagonismo lo puede jugar la izquierda, a través de la fuerza lograda por el PT.
Hay que ser conscientes del déficit democrático que tiene el país, es decir, el mayor logro de los gobiernos del PT fueron las políticas sociales, la lucha contra las desigualdades. La conciencia popular que condujo al éxito de sus gobiernos, su elección y reelección, se basó en el éxito de sus políticas sociales.
Pero no ha logrado desarrollar, en paralelo, la conciencia democrática a nivel de masas. Significativo - y dramático - que no han logrado desarrollar movilizaciones populares para defender al gobierno de Dilma Rousseff, en el golpe de 2016, por falta de esta conciencia a nivel popular. Todavía no se valoraba la democracia, como el régimen en el que decide la mayoría.
Ahora ,de cara al proceso de redemocratización, el principal objetivo de lucha es enfrentar un tema como el tipo de Estado y de democracia que se quiere para Brasil. Estar comprometido con la redemocratización sobre todo del Estado, pero también de la sociedad en su conjunto y de las relaciones de poder. Pensando en qué Estado Brasil necesita para combatir las desigualdades, promover la democratización general del país, afirmar la soberanía externa, promover la democratización de los medios de comunicación, la reforma agraria, la reforma urbana, la reforma tributaria, entre muchas otras, que dan cuenta de la democracia que el país nunca tuvo y que necesita urgentemente.
Es probable que estas profundas transformaciones democráticas solo sean posibles a través de una Asamblea Constituyente. El camino de la redemocratización depende de un proyecto político estratégico, pero también de una táctica de ponerlo en práctica. Ciertamente, el carácter de la nueva redemocratización definirá el futuro de Brasil durante las próximas décadas, probablemente durante la primera mitad del siglo XXI. Así que es la batalla contemporánea más grande que el país tiene que enfrentar.