Mientras activistas trans disputaban en el Congreso una conquista soñada en lo que sería, la noche del 24 de junio, una verdadera gesta histórica, este colectivo también fue noticia por Santiago Maratea. Este joven influencer ostenta, solo en Insragram, 1,8 millones de followers. Aunque en su perfil aclara que no hace caridad, es conocido por haber encabezado colectas que movieron, en tiempo récord, cifras millonarias para concretar las causas que, a su criterio, son las más justas y urgentes. El haber conseguido los fondos para comprar un medicamento de 2 millones de dólares para una beba con Atrofia Muscular Espinal en apenas días es, tal vez, su hazaña más conocida. ¿Cómo no poner 100 pesos para ayudar a Emmita? Su figura se apuntala sobre todo en sus redes sociales y, sobre él, no opera la lógica tiránica del rating. Y, aunque habita por fuera del star system televisivo argentino (cada vez menos influyente entre los sub 25) fue conductor de Vórterix, se ganó el cariño de la farándula local y será uno de los próximos integrantes del reality de cocina Master Chef.
Esta vez, Santiago Maratea se propuso auspiciar una nueva causa justa y urgente: alentar los derechos las niñeces trans vulnerables. A través de una nueva colecta hecha en colaboración con Trans Argentinxs, una organización cordobesa que acompaña a niñes y jóvenes trans, planteó como objetivo en menos de una semana juntar 200 mil dólares para comprar una casa que funcione como una fundación. El fin será que exista un espacio que opere como observatorio y que impulse políticas públicas. Para cuando esta nota sea publicada, es probable que haya llegado a los 20 mil dólares. Al anunciar esta campaña, Maratea recibió comentarios en contra por parte de, claro, los sectores más conservadores, pero también de voces del activismo lgbti. El influencer había asegurado que lxs niñes trans están solxs, que nadie los entienden, que el 50% pensó en suicidarse y que actualmente no hay ninguna fundación con las características que él plantea. Gabriela Mansilla, que es integrante de Infancias Libres, lo increpó sobre sus dichos. Inmediatamente se generó un debate nominalista, donde ambxs discutieron sobre qué es una asociación civil y qué es una fundación. Con pedidos de disculpas de por medio, lo cierto es que en ese debate no apareció nadie trans.
Para Dante Neptuno, varón trans porteño y trabajador sexual, que esto haya ocurrido es el peor saldo: “Lo que pasó eclipsó completamente la pregunta sobre qué es Trans Argentinxs, qué hacen, qué enfoque tienen”. “Encontré un hilo buenísimo en Facebook sobre las misiones cristianas -me cuenta-, una forma de ayudar mediada por la superioridad de la dádiva; ahí juega el elemento colonizador del cristianismo. En este caso está, quizás, el elemento cisexista. Esa idea de seguir martillando la imagen de lxs trans desahuciadxs, pero que tampoco merecen tanta ayuda, no vaya a ser que nos pasemos de rosca”.
La idea de la caridad volvió en forma de influencers. ¿Qué discursos operan detrás de estas figuras que mueven millones de pesos en tan solo días y que, ahora, reemplazan a los famosos que en pasados momentos de gloria supieron bailar para construir una escuela en un paraje chaqueño? ¿Qué implica esta retórica renovada de la colecta pero, ahora, con un lavado de cara centennial y que construye la premisa de que todos podemos cambiar al mundo depositando 30 pesos? ¿A qué lenguas responden estos movimientos verticalistas donde hay solo una cara visible? Y más que nada: ¿siempre la lucha trans debe estar mediada por alguien cis para que sea legitimada cuando se dirige a un público masivo? ¿Se la tiene que deshistorizar y descontextualizar para que genere impacto?
Para Alexis Ravera, militante de Devenir Diverse, varón trans, bisexual y cordobés, “el colectivo travesti trans tiene la factibilidad de ser construido como la buena víctima, la pobre gente que necesita ayuda y que no hay nadie que le dé una mano. Y si hay una buena víctima, no hay victimario”.
¿Qué implicancias tiene esta retórica?
-Se quita humanidad. Ayudar a gente a la que se la pone en ese lugar responde a un discurso de matriz católica: “ayudo porque soy una buena persona”. Creo que quitar la historia militante es no entender las causas de por qué ciertos grupos son oprimidos y otros no y cuál es la cuestión macro de eso, que es estructural y que empuja a cierta gente a los márgenes. No se trata de un problema individual, sino de la experiencia de todo un colectivo oprimido por cómo la sociedad entiende al género y sus transgresiones. Pero esas personas no son un sujeto pasivo, sino que tienen años y años de procesos colectivos y políticos para entrar en la esfera pública.
¿Si no hay una persona cis como interlocutora es difícil dialogar con un público más amplio y masivo?
-El discurso hegemónico le pertenece a las personas cis. Si hoy vos te querés sentar en una mesa a discutir decisiones políticas, obviamente vas a estar sentado con alguien cis. Falta la construcción de la legitimidad de los sujetos trans para discutir cuestiones políticas. Eso se vio con en el apoyo de las orgas el día de la votación de la ley de cupo laboral. Las personas travestis y trans acompañamos muchas luchas del colectivo de mujeres, de putos, de tortas, pero cuando hace falta que banquen las nuestras, brillan por su ausencia, aunque en el discurso se enuncien como defensores.
¿Cómo vinculás esto con la colecta de Santiago Maratea?
-No creo que le dé continuidad a esta lucha. En términos capitalistas, su producto es ayudar a alguien lo más rápido posible: es la mercantilización de la ayuda, vender que vos podés darle una vida mejor a alguien. Sí, una casa ayuda, muchísimo. Es algo necesario. Pero al final, quienes van a estar ahí poniéndole el cuerpo probablemente sean compañeros trans. La casa es un medio, pero no un fin.
¿Cómo pensás que esta campaña describe a las infancias trans?
El niñe trans es el sujeto al que hay que cuidar por excelencia. Al “pobre niñe trans” se lo construye como el sujeto más pasivo del mundo y creo que ese discurso lo sostienen mucho los padres de niñes, que no admiten que el eje de este tema debería ser la autonomía de los cuerpos. Reconocerle eso a las infancias es importantísimo, más allá de que sean trans o no. Por eso, creo que estaría bueno discutir en términos de la construcción de caminos propios. Eso es lo que trae el movimiento trans a aportar a muchas luchas políticas y donde podemos hacer alianzas con otros activistas por la autonomía y la diversidad corporal.
Para Dante Neptuno, la aparición de figuras como Maratea “otra vez vuelve a demostrar que hay una diferencia entre lo que el Estado dice, lo que hace y qué de eso le llega a la gente”.
¿Qué lectura hacés de esta colecta?
-La figura del político público y del influencer son diferentes en sus manifestaciones, pero si hay que ponerle un espíritu, es el mismo. Las personas que no tienen recursos materiales, como pueden ser, en este caso, grupos travestis-trans, tienen que seguir insistiendo a un Estado que no da respuestas, que no debate presupuesto o no invierte lo suficiente; o tranzar con un chabón que va a cobrarles publicad. Termina siendo como elegir un mal menor, lo que habla de una urgencia y, sobre todo, de la necesidad de que haya espacios físicos como el que se plantea. Mantener un espacio para acompañar cada día se dificulta más. Está re bueno que se insista con el laburo de base que hacen estos lugares. No me gusta la idea neoliberal de que “de todo se aprende”, pero admito que esta propuesta también me renueva algo de chispa. Es urgente la reparación emocional, económica y cultural hacia las personas trans y ponderar, con el valor que merecen, a las orgas de base.