En solo catorce páginas, incluyendo una de escasa y antigua bibliografía, y una para articulado de siete items en donde lo que les importa a les autores es el significante “Prohíbase”, el dueto abogadil Partenesi-Ginni elucubran, racionalizan y justifican sus antiliberales intenciones utilizando enfoques de análisis lingüístico que de por viejos están en desuetudo (derogación de una ley por su no uso).
¡Abogades! ¡Por favor! Así como en derecho existe una término, “desuetudo” (las comillas es para marcar metalenguaje, estimades), para ubicar a quienes hacen del derecho su profesión como hábiles o no en la administración de las leyes, en humanidades y ciencias sociales no hablamos de desuetudo, sino que solemos decir, de varias formas: ¡Esa bibliografía es anterior al 2010! Y sí. Así somos nosotres. Estimades Partenessi-Ginni no entraremos con ustedes en el debate espistémico sobre la “evolución”, “revolución de paradigmas” o “acumulación” en el campo científico. No. Solo me gustaría comentarles sobre une inglese, filósofe de la ciencia, Mary Brenda Hesse, que en el campo de la epistemología propuso una noción que podríamos traducir como “acumulación pragmática”. Es decir, si queremos hoy, crudo y pandémico invierno de 2021, abordar un debate como al que ustedes creen aportar algo, debemos (o deberíamos), insiste Hesse, retomar contenidos de disputas anteriores, pero no quedarse en ellas como ustedes hacen en sus pobres apelaciones a una lingüística de manual vencido. “Uso de sustantivos de personas en expresiones nominales indefinidas” o “El uso de los sustantivos de personas en singular” y otras delicias más de manual para principiantes en la prehistoria de la lingüística no habla mal de este noble campo que también acumula sus productividades e improductividades, sino de ustedes o asesores que no consultaron un debate posterior al 2010.
Es más, posterior al 1990 desde cuando toda esta parafernalia taxonomizadora se considera necesaria para marcar sujeto, predicado, verbo, artículo, complemento, objeto indirecto o indirecto, pero para luego entrar al mundo del discurso como algo mucho más complejo, vivo, en tensiones, poético como la vida, por lo que estas reglas tan prolijamente citadas en sus fundamentos ni siquiera devienen en vana escritura sobre agua, al decir de Georg Wilhem Fiederich Hegel, sino que son un mero no ser, una negación de lo que a ustedes les molesta: la libertad, la valentía y el trabajo colectivo de nominar y resignificar como ustedes y las comunidades a las que adhieren (desconozco) hacen desde tiempos inmemoriales. ¿Cómo nominaban ustedes al genérico que les parió? ¿Mamá? ¿Papá? ¿Vieje? ¿O algún apocopoque?
¿Les trababan de usted o de vos? ¡Abogadas! ¡Ustedes también resignificaron! Porque el lenguaje nació con le “humane” que ya este no existe sin el lenguaje, y como tal es social, histórico, colectivo, cultural y no resiste y se ríe a carcajadas de los tribunalitos de razón pura que pretenden legislarlo a voluntad simple, que es la vana, reaccionaria, antiliberal y antigualitaria tarea a la que se abocaron al escribir esa octavilla. Cita: “El masculino genérico tiene un valor lingüístico por su carácter inclusivo desde los albores de la historia…” Por supuesto. Desde allí ustedes escriben: desde la “prehistoria de la historia”, de un albor mítico y puro como las intenciones que ustedes creen guiaron sus teclados al textualizar este mamotreto vaya a saber une con que intenciones, las que sabemos son de difícil sondeo y que verdaderamente a muches nos importa nada.
Pero lo que sí nos importa y no dejaremos pasar es esa manía obsesiva y perversa de intentar censurar no un texto o una idea... ¡sino el movimiento mismo del discurso que es siempre una organización transoracional de proposiciones dirigida a une otre donde emerge el sentido! ¡Un práctica de codificación, distribución y decodificación de significantes que no se organizan según las pobres reglas del mohoso manual consultado para la ocasión!
¡Abogades! Hay que saber que ponerse siempre que une sale. Porque, por ejemplo, en esa propuesta de artículo 2 donde quieren prohibir “… el lenguaje inclusivo en cualquiera de sus formas (“x”, “e”, @, etc.), empleado para reemplazar el uso masculino cuando es utilizado en un sentido genérico, así como de cualquier otra forma diferente a la lengua oficial adoptada por la República Argentina.” ¡Sante Diose! ¡Se pusieron canesú para una cena de gala! La “República Argentina” no adopta, como Nación, tiene una cultura. Y como proceso social de producción de estilos de vida se la pasa adoptando. ¿No me digan que no se dieron cuenta que están proliferando formas de vida, lenguajes, narrativas, identificaciones y textualidades que encuentran en el carácter poiético de lenguaje su razón de ser? ¡Abogades! Peor que el desuetudo de una ley, es el de las conciencias soberbias que suelen deshacerse como barro entre los dedos, tal como lo hará el opúsculo de vuestra autoría.