La experiencia de Rosario en producción sustentable de alimentos, desde el Programa de Agricultura Urbana y Cinturón Verde, ganó ayer el primer premio de un certamen entre 262 proyectos de 54 países, organizado por el Centro Ross de World Resources Institute para Ciudades Sostenibles. Un reconocimiento a las ciudades que hacen algo entre sus políticas públicas para abordar el cambio climático y la desigualdad urbana; por eso lo que se distinguió fue "la producción sostenible de alimentos para una Rosario resiliente". Y la resiliencia en este caso no es solamente ambiental, también social porque el programa municipal que le da sustento surgió en el fragor de los críticos días de 2001, con la hecatombe socioeconómica que sacudió al país.
Hoy Rosario es la única ciudad del país –y de las muy pocas de Latinoamérica– en desarrollar esta iniciativa de producción agroecológica de alimentos y a partir de la propia población de sectores vulnerables. Entre sus siete parques huertas dentro del ejido urbano han rescatado 25 hectáreas de suelo en la ciudad y 50 en el llamado "cinturón verde" de la periferia. De allí salen 2.500 toneladas de verduras ecológicas por año, para autoconsumo y también para la venta en el lugar y en las ferias que el programa desarrolló en simultáneo.
Un motor de economía social que involucra el trabajo de 250 familias, formadas como huerteras por la capacitación recibida y la experiencia de estos años. Además, hay otras 2400 familias que se iniciaron por esta experiencia en sus propias huertas
El premio reporta 250.000 dólares para el municipio ganador, y Rosario lo fue en una compulsa con iniciativas de Ahmedabad (India), Nairobi (Kenia), Monterrey (México), y Londres (Reino Unido).
Ani Dasgupta, presidente de WRI, felicitó al intendente Pablo Javkin al notificar el galardón. “El programa ha creado una cultura de sostenibilidad en la que las personas no solo son conscientes de lo que comen, sino también de dónde viene la comida, cómo se hace y cómo se trata la tierra misma. Rosario demuestra poder dar respuesta a una crisis con la cadena virtuosa. Unir la resiliencia de la sostenibilidad y el desarrollo económico, la transformación inclusiva de Rosario”, analizó este originario de Nueva Delhi, estudioso del urbanismo sostenible y la pobreza.
Javkin reconoció que el programa desde los últimos 20 años, "transformó el paisaje de la ciudad, donde terrenos muy degradados fueron convertidos en lugares de producción de alimentos a partir de familias que trabajan la tierra. Hay un espíritu cooperativo fundamental en cada huerta. La ciudad se ha llenado de ferias con estos productos. Esta cadena virtuosa tiene rostros: cientos de familias que con gran esfuerzo hacen este proyecto posible y viable”, valoró el intendente.
El pionero de este programa es el ingeniero agrónomo Antonio Lattuca, un convencido de las bondades y la viabilidad de la agricultura urbana y la producción agroecológica de alimentos. Desde 1990 encaró en el municipio primero en acuerdo con el INTA para desplegar huertas familiares y escolares. La crisis social de 2001 los animó a un salto de escala y de trascendencia social . Fueron por las familias que la hecatombe había sacado dejado fuera de la economía formal. Así florecieron 700 huertas comunitarias, emprendimiento por el que Naciones Unidas ya los premió en 2004.
El plan mutó en busca de espacios permanentes para la producción y así surgió lo que hoy distingue a Rosario en el mundo en materia de agricultura urbana: los parques huerta. Se gestionó para disponer del suelo vacante en los costados de las vías, de los arroyos y de la autopista. El primero fue el de Tablada, junto al Acceso Sur, inaugurado en 2008. Donde había basurales, hoy hay siete parques huerta donde la gente cultiva alimentos, y también esperanza.
Lattuca lo resumió así: "Es resiliencia ambiental, y también social. Para hacer compostaje se usa estiércol, hojas, pasto, sobrantes de la ciudad, y un lugar contaminado se transforma en algo puro; aquí los sectores vulnerados, al borde de la ciudad, transforman basurales en pequeños vergeles urbanos. Y los rosarinos accedemos a verduras de calidad, libres de agroquímicos. Ellos transforman su medio y nos transformaron a todos".