El gobierno de Brasil informó a través de cadena nacional que el país atraviesa la peor crisis hídrica de los últimos 91 años y pidió a la población ahorrar energía eléctrica y agua potable para evitar aumentos de tarifas y enfrentar la sequía de las principales cuencas hidrográficas.
El ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, dio el mensaje el lunes por la noche en el marco de las medidas de emergencia aprobadas por su cartera para monitorear la situación crítica, aunque en todo momento el gobierno de Jair Bolsonaro descarta que existan apagones o un racionamiento como ocurrió en 2001, bajo la presidencia de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).
"El uso consciente y responsable de agua y energía reducirá considerablemente la presión sobre el sistema eléctrico, disminuyendo también el costo de la energía generada", afirmó el ministro. A su vez agregó que "para aumentar nuestra seguridad energética es fundamental que, además de los sectores de comercio, de servicios e industria, la sociedad brasileña, todo ciudadano consumidor, participe de este esfuerzo, evitando desperdicio de energía eléctrica, para minimizar los impactos". También están previstos aumentos en las tarifas en caso de que sea necesario utilizar centrales térmicas para compensar la reducción de producción de energía hidroeléctrica.
La medida ocurre a menos de una semana de la aprobación por parte del Congreso de la privatización del gigante estatal eléctrico Eletrobras, mayor empresa eléctrica latinoamericana, que perderá la mayoría accionaria del Estado federal. El proyecto obtuvo el apoyo de la derecha moderada.
Sequía
Albuquerque explicó que Brasil vive la peor sequía de los últimos 91 años en las cuencas hídricas en sudeste y sur de Brasil, entre ellas la del Paraná, a tal punto que en los últimos días ganaron espacio en la agenda pública imágenes sobre la falta de presión en las aguas de las Cataratas del Iguazú, que Brasil comparte con Argentina.
Según algunos especialistas, la actual sequía, que tenderá a agravarse en los próximos meses, se debe a diversos factores, entre ellos el fenómeno natural La Niña, que provoca menos lluvias en el sur de Brasil. Otro de los factores es el aumento de la deforestación de la Amazonía desde 2019, mismo año en el que asume Jair Bolsonaro, que desde la presidencia promueve políticas de explotación minera y agrícola de reservas naturales y tierras indígenas en el llamado pulmón verde del planeta.
Por un lado, Albuquerque descartó la necesidad de un racionamiento de energía como ocurrió en 2001. En los últimos 50 años el país hizo de la energía hidroeléctrica su principal matriz energética y Alburquerque calificó a su sistema como "robusto". Por otra parte, el ministro además defendió la política energética de Brasil de reducir la dependencia hidroeléctrica y haber sumado fuentes como biomasa, eólica y solar.
Sin embargo, en el Congreso el oficialismo defiende frente a las protestas indígenas la construcción de hidroeléctricas y la explotación minera en reservas indígenas. Diversas organizaciones indígenas volvieron a movilizarse este martes frente al Congreso para pedir la demarcación de sus tierras y también en rechazo al proyecto de ley PL 490/2007 que prevé una serie de cambios en los derechos territoriales garantizados a los pueblos indígenas en la Constitución Federal de 1988, haciendo inviable la demarcación de tierras indígenas y abriendo tierras demarcadas para las más diversas empresas económicas, tales como agronegocios, minería y construcción de centrales hidroeléctricas, entre otras medidas.