Con un gigantesco desfile militar frente a la Puerta de Tiananmen y un potente discurso del presidente Xi Jinping, el gobierno chino celebró este jueves el centenario del Partido Comunista (PCCh). Desde un palco levantado en el mismo lugar en el que Mao Tse-Tung proclamó la República Popular en 1949, Xi indicó que el PCCh debe "continuar desarrollando el socialismo con características chinas" y advirtió que el país no permitirá nunca que cualquier fuerza extranjera los "atropelle, oprima o esclavice". Fue uno de los momentos más festejados de su intervención frente a las más de 70 mil personas que llenaron las gradas instaladas en la plaza de Tiananmen, en un momento en el que China se siente especialmente atacada por Occidente y acusa a Estados Unidos de intentar impedir su progreso. Con un crecimiento exponencial en los últimos 40 años, el PCCh puede estar orgulloso de haber sacado al país del subdesarrollo, aunque la dirigencia china se enfrenta a la desaceleración económica mundial, los desafíos climáticos y el envejecimiento de su población.


Xi aprovechó la ocasión para declarar que China pudo convertirse en "una sociedad moderadamente próspera a todos los niveles", el principal objetivo fijado en 2012 para el centenario del partido. "Esto significa que hemos logrado una resolución histórica al problema de la pobreza extrema en China, y ahora avanzamos con paso decidido hacia el objetivo del segundo centenario: convertir a China en un gran país socialista y moderno a todos los niveles", aseguró. El segundo centenario es el de la fundación de la República Popular China (RPC), que se cumplirá en 2049 y para el que también se fijó esa meta a largo plazo en el XVIII Congreso del partido.

El discurso de Xi duró poco más de una hora. La muchedumbre, que se levantó en plena noche para asistir a la ceremonia y atravesar innumerables puntos de control, escuchó en estricto silencio al presidente, quien supo levantar la voz para robarse algunos aplausos. En un momento de la tarde se levantó el viento y llegó la lluvia. Religiosamente, los presentes se pusieron el impermeable rojo que se les entregó al llegar a Tiananmen. 

Foto: Xinhua

Pero el sol volvió sobre el final del discurso de Xi y estalló entonces la Internacional, antes de que se soltaran palomas y globos de distintos colores. La gente agitó sus banderas y se separó entonando en coro la popular canción "Oda a la patria", considerado el segundo himno de la RPC. Por la mañana, como preludio de las palabras del presidente,  la patrulla acrobática del ejército aéreo sobrevoló la plaza de Tiananmen, dejando en el cielo estelas rojas, amarillas y azules. 

Li Luhao, un estudiante de 19 años presente en Tiananmen, comentó: "Gracias al partido tenemos una sociedad como esta y el país ha podido desarrollarse rápidamente. Tenemos que darle las gracias". Fundado por un puñado de militantes en julio de 1921 en Shanghai, el PCCh dirige la segunda potencia mundial y tiene la firme intención de seguir imponiéndose a nivel internacional en el plano económico y político. Se trata del mayor partido gobernante del mundo, con más de 95 millones de militantes que dirigen a un país de más de 1.400 millones de habitantes.

Wang, habitante de Beijing, también saludó agradecido al partido en su centenario: "Cuando era pequeño había cortes de corriente todas las noches. Hoy tenemos comida, ropa, educación, transporte. Todo va mejor". El monumental evento en Tiananmen fue el punto culminante de semanas de ceremonias y exhibiciones que elogiaron el papel del PCCh en traer grandes mejoras a la calidad de vida y expandir la influencia económica, política y militar de China.

Como en el discurso de Xi de este jueves, la narrativa oficial del partido pasa hábilmente por alto manchas del pasado como la hambruna masiva del Gran Salto Adelante a fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, la guerra de clases violenta y la xenofobia de la Revolución Cultural entre 1966 y 1976, y la intervención militar de 1989 que aplastó un movimiento democrático en la Plaza de Tiananmen. En cambio se enfoca en el desarrollo, la estabilidad y la eficiencia chinas, incluyendo su éxito a la hora de controlar el coronavirus, en contraste con lo que describe como las disputas políticas, la desigualdad de clases y la torpeza del control de la pandemia en las democracias occidentales.

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