Decir que las travestis nos morimos a los 35 años es una mentira. No nos morimos, ustedes nos matan. Pasan al lado de nuestros cadáveres y nos miran con asco, con el asco contenido que les tienen a sus patrones, a sus maridos aburridos y heterosexuales. Muertas siempre, pero jamás sencillas. Nos celebramos con brillo incluso mientras lloramos. Nos reunimos a armar nuestros tejes con los últimos alientos que nos quedan y a pesar del frío. Cómo el lunes en la plaza. "Parece que las travestis estamos de moda", le dije a un chabón que me convidaba una botella de café al coñac. La plaza está llena de nosotras. La nostredad diría la Marlene Wayar. Casi que no parece que estemos celebrando el pride, faltan los trolos, faltan las tortas. Somos todo nosotras y nosotres. Parece que lxs demás se olvidaron que había que salir a dar batallas. O armaron la trinchera en la otra esquina, donde flamean más banderas políticas que del orgullo, I don't know. El punto es que las travas te llenamos la plaza, te pusimos electro y te hicimos la fiestita. Y vos cagada de frío en tu casa, sola… mirando a RuPaul.
Es que Desobediencia y Celebración siempre fue nuestra esquina preferida, nuestro cómplice lugar de yire. Hace una semana atrás estábamos bailando por el cupo trans y hoy bailamos con las muertas. Donde hay un rincón o una terraza tiramos fantasía y te armamos la joda. Como cuando Lohana celebraba con La Pocha y en un tris se gestionaba el locro, las empanadas y las damajuanas de vino salteño. Vos decís "carnaval" y agarramos la matraca y el pito. Anoche llenamos la plaza de brillo, de voguing, de olor a porro, mezclado con sudor, con semen, con pucho, con perfume caro. Contradictorias, peladas las maricas mostraban el culo a la vez que se empachaban de licores para pasar el frío. La plaza fue desfile, mezcla de Palermo Soho y feria americana, llegaron estupendas las locas a desfilar sus outfits… a veces es demasiado, ¡mucha pose para una marcha, amiga! Si total con cualquier vestido y un zapatito fino alcanza. Como la Marlene regia con sus zapatitos cerrados de charol y recortes, muy vintage. O la Moly con su vestido y su velo y su tocado. O la Susy emponchada y cagada de frío. Pero regias. Tapaditos de colores, pluma, purpurina. Algún gay muy normie aquí y allá todavía con olor a naftalina, recién sacadito del closet, una ternura.
"En tu vida te imaginabas que íbamos a venir a bailar a la plaza del Congreso", le dije a la Monse, mi camarada salteña. Las dos morochitas curtiendo electro, estupendas compartiendo la fiesta con Flor de la V. No es para menos, nos merecemos tanto orgullo. Son años de rompernos el culo para llegar hasta aquí. Son años de estar estudiando, de leer, de marchar, de bancarse al machito de izquierda que te quiere explicar cómo es la cosa. Mira pibe, la cosa viene así: estamos cansadas pero no fundidas, estamos de pie y resistiendo. Orgullo ¿quizás? pero lucha ¡seguro! Nos atrevimos a concebir otra historia y la vamos a dar luz, vamos a hacer nacer una sociedad con fiestas electrónicas en las plazas, con la alegría heredada de nuestras muertas, con Lohanas, con Dianas, con Pelusas, con Chichos, con Wandas, con Tehueles. Vamos a hacer de este tu cis-tema un montón de ruinas, y lo vamos a hacer con deseo, con nuestras cuerpas desobedientes, con besos, con las miradas que nos clavás en las tetas cuando tu novia se distrae, con los bocinazos que nos tocás cuando nos ves solas en la calle, con los chats que nos envías a la madrugada. Sexo y revolución, ni más ni menos.
Nuestra respuesta fue encontrarnos, amontonarnos, hacernos cuerpo y orgía. No vamos a callarnos más, no vamos a regresar a los calabozos de las opresiones que esta sociedad nos quiere imponer. No vamos a regresar al calabozo alfombrado y confortable de la obediencia partidaria, no vamos a volver al calabozo de la familia burguesa acomodada, no vamos a volver al calabozo de la sexualidad reproductiva, correcta y “natural”. No vamos a volver al encierro de vestirnos para que nos vean, de peinarnos para la foto, de sentarnos en la escuela a esperar las lecciones. No vamos a celebrar la vida como una manada de corderites contentes: vamos a celebrar que les ganamos. Ayer bailamos las muertas con las sobrevivientes, ni más, ni menos. Las que pudimos escaparnos de la Panamericana con vida, las que les esquivamos al sida, las que triunfamos sobre el hambre y el desalojo. Las que soportaron las consignas, las demandas, los mandatos. Las que vencimos al frío calentándonos mutuamente. Las que parecía que no, pero pueden. Las terroristas sexuales. Las que se embriagan de cumbia, copeteo y rabia.