La calle del terror (parte 1): 1994 6 puntos
Fear Street Part 1: 1994; EE.UU., 2021
Dirección: Leigh Janiak.
Guion: Phil Graziadei y Leigh Janiak.
Duración: 105 minutos.
Intérpretes: Kiana Madeira, Olivia Welch, Benjamin Flores Jr., Julia Rehwald, Fred Hechinger.
Estreno en Netflix el viernes 2 de julio.
No hay un llamado telefónico anónimo que desencadene las sangrientas acciones por venir. Pero si a algo recuerda el comienzo de la primera entrega de La calle del terror –ambiciosa trilogía de largometrajes independientes, pero fatalmente encadenados, que están de estreno en Netflix, a un título por semana comenzando este viernes– es al clásico de 1996 Scream. Las similitudes no acaban allí y van más allá del homenaje superficial. Si la película de Wes Craven supo en su momento refrescar el subgénero slasher (simplificando mucho la definición: aquellas películas de homicidas sueltos y peligrosos, recubiertos o no de elementos sobrenaturales), ironizando sobre sus usos y costumbres al tiempo que los reinventaba con ingenio y talento, la saga dirigida por la realizadora Leigh Janiak intenta algo equiparable con la generación centennial en la mira. Que lo logre ya es otro cantar.
Basados muy libremente en algunos de los libros del escritor R. L. Stine englobados bajo el título Fear Street, cada uno de los films transcurre en décadas e incluso siglos diferentes, y entrelazan los tópicos y códigos del terror post Noche de brujas y Martes 13 con los relatos de maldiciones centenarias pergeñadas por hechiceras medievales de temer. La historia de La calle del terror (Parte 1) tiene lugar en 1994: un grupo de adolescentes, habitantes de la pequeña y maldita ciudad de Shadyside, descubre que una serie de ataques y homicidios perpetrados sin causa aparente podrían estar relacionados con las actividades de una bruja fallecida (y enterrada en pedacitos) siglos atrás en esas mismas tierras. Vuelta de tuerca que ilumina con una nueva luz las causas y efectos del prólogo, con ese asesino enmascarado que intenta y logra insertar su afilado cuchillo en cuanta carne humana se le cruza en el camino.
La apenas veinteañera Kiana Madeira interpreta a Deena, cuyo amor relativamente correspondido por Samantha incorpora a la trama un elemento central alejado de la heteronormatividad férreamente arraigada en el género. Otro signo de los tiempos que, lejos de marcar agenda de manera forzada, forma parte del núcleo dramático y adelanta condiciones de vida secretas que resuenan en la tercera pata del trío de películas, cuyo relato cierra el círculo en el año 1666. De todas formas, como pastiche intencional gestado a la sombra del éxito de series que apelan a la nostalgia generacional como Stranger Things, las intenciones de Fear Street 1 resultan más interesantes que su ejecución. Por cada momento inspirado, el film de Janiak (directora del largometraje de terror indie Honeymoon y, no casualmente, de un par de capítulos de la serie de tevé Scream) se estanca en largas escenas donde los diálogos parecen ser la única alternativa para empujar la trama.
El espíritu adolescente lucha constantemente contra la posibilidad de ofrecer horrores genuinos y el gore, marca indeleble del diablo slasher, sólo hace su aparición triunfal sobre el final, en particular gracias al uso particularísimo de una cortadora de carne, imagen que hubiera hecho las delicias de los Greg Nicoteros y Tom Savinis de este mundo. Con 105 minutos bastante lánguidos a pesar del chisporroteo audiovisual, La calle del terror (Parte 1) termina abrumando con su uso indiscriminado de temas populares en la banda de sonido –que en varias ocasiones se escuchan apenas durante algunos segundos, como en una playlist picada por un oyente impaciente–, al tiempo que el grupito de amigos se enfrenta a enemigos cada vez más peligrosos y duros de matar.
El cierre permite apreciar un adelanto de la sucesora, La calle del terror (Parte 2): 1978, que con su trasfondo de campamento veraniego a lo Crystal Lake y mazmorras subterráneas logra mejorar la puntería de la primera entrega. Pero esa ya es otra historia. Como solía leerse en el final de cada capítulo de los viejos seriales, continuará…