Las primeras vacunas Sputnik V realizadas en Argentina podrían estar disponibles para ser distribuidas y aplicadas la semana que viene. Así lo anunció Marcelo Figueiras, el presidente de Laboratorios Richmond, la compañía doméstica a cargo de la última fase del proceso productivo. Solo resta que el Centro Gamaleya, desde Moscú, apruebe las muestras enviadas. Se trata de 450 mil dosis del primer componente que podrían ser liberadas en apenas unos días. El proceso, que debería haber tomado menos tiempo, se demoró entre 20 y 25 días porque al ser la primera partida requiere de mayores controles: a los que realiza el laboratorio argentino y Anmat, se suman los efectuados por el propio laboratorio ruso. Para agosto, prevén contar con dos millones de dosis y luego, cuando el circuito esté aceitado en los próximos meses, podrían estirarse a cinco.
A esas 450 mil dosis que se terminaron la semana pasada y están listas para ser liberadas, deben sumarse las 525 mil que se fabrican durante estos días. La excelente noticia es que, además, a partir del lunes que viene, la empresa local iniciará con la producción del segundo componente de Sputnik V. Ello representa una novedad formidable porque contribuiría a contar con las dosis suficientes para completar los esquemas de aquellos individuos que se dieron la primera y aguardan por la inoculación restante. Según pudo saber este diario, desde Richmond, estarían en condiciones de producir un millón de dosis del componente 2 para dentro de tres semanas. Esto será clave porque la variante Delta del Sars CoV-2 ya se extendió por más de 100 países alrededor del planeta, y la fórmula de Sputnik ha demostrado una muy buena protección. Según informaron desde Moscú, la eficacia es superior al 90%.
Esto se complementará con la llegada de partidas adquiridas por el gobierno y ya comprometidas. Hasta el momento, Argentina recibió 25.706.730 dosis y para julio, se esperan como piso 15 millones de vacunas: ocho millones de Sinopharm, aproximadamente tres millones de AstraZeneca (provenientes desde México y EE.UU.), aproximadamente dos millones de Sputnik V, un millón de Sputnik V terminadas en Richmond y más de cinco millones de dosis de CanSino, la fórmula monodosis que aún no ha desembarcado en el país. Bajo esta premisa, el país podrá sostener, sin problemas, el ritmo de inmunización de junio. De acuerdo al Ministerio de Salud, se alcanzó un promedio diario de 280 mil aplicaciones.
Soberanía y futuro
La planta de Richmond, ubicada en Pilar, se encarga de la formulación, el filtrado y el fraccionado en viales. Un procedimiento que, lejos de ser sencillo, implica el cumplimiento de exigencias técnicas, vinculadas a las buenas prácticas de manufactura. A diferencia de lo que sucede con la producción local de la sustancia activa para la vacuna de AstraZeneca (de la cual se encarga el Laboratorio mAbXience, propiedad de Hugo Sigman), Richmond completa el proceso productivo tras recibir el principio activo desde Rusia.
Durante estos meses, la empresa local dependerá, exclusivamente, de que Gamaleya envíe de manera periódica los insumos. Esta estrategia forma parte de la impronta que el gobierno ruso busca otorgarle a su posición geopolítica: a diferencia de otras naciones poderosas, el gigante euroasiático descentraliza la producción de su Sputnik V y articula los procesos de transferencia tecnológica para que naciones de renta media se encarguen por sí solas de avanzar en el diseño y la producción de las vacunas. Salvo por China, Alemania y Corea del Sur, la Sputnik V se produce a escala en naciones como India, Egipto, Italia, Brasil, Serbia, Arabia Saudita, Turquía, Irán Bielorrusia, Bahrein y Kazajstán.
En el mediano plazo, según se prevé hacia comienzos de 2022, Argentina podría realizar la fabricación completa en las instalaciones de una nueva planta modelo que también se construirá en Pilar. De esa manera, la producción se podrá escalar y según ha afirmado Figueiras a este diario, podrían llegar a alcanzar las 500 millones de dosis al año. Con ello, el país no solo podría autoabastecerse con las vacunas necesarias para toda su población, sino también convertirse en un actor estratégico para la región. Asimismo, planean la fabricación de vacunas de ARN mensajero, como puede ser la de Pfizer o Moderna; así como también medicamentos oncológicos y tratamientos útiles para otras patologías.
Vale destacar que la fabricación doméstica de la vacuna contra la covid llegó antes de lo esperado. Meses atrás, el Gobierno mencionaba que la posibilidad de contar con producción propia recién se concretaría a comienzos del año que viene. Afortunadamente, las cosas se aceleraron y, en la actualidad, es posible contar con vacunas cuyas últimas fases culminan en territorio local. Esta situación se perfila inmejorable, más aún si se tiene en cuenta lo difícil que resultó poder hacerse de un recurso tan escaso y estratégico como son las vacunas.
Hacia marzo del año que viene, a los 500 millones anuales que comenzará a fabricar Richmond, deberán sumársele los 150/200 millones de dosis de AstraZeneca cuya sustancia activa ya habrá elaborado mAbxience. Asimismo hay negociaciones avanzadas para que Sinergium (uno de los laboratorios más importantes del continente) produzca la vacuna de Sinopharm. Por último, deben tenerse en cuenta los proyectos llevados adelante por equipos locales: las vacunas de bandera, que desarrollan los equipos de investigadores e investigadoras de la Universidad Nacional de San Martín (bautizada “Arvac Cecilia Grierson”), la Universidad Nacional de La Plata y, finalmente, la de “segunda generación” que comienzan a planificar el Instituto Leloir, el Conicet y la compañía biotecnológica Vaxinz. El apoyo a la ciencia y la tecnología local, en este marco, puede ubicarse como un camino privilegiado para el combate de la pandemia y, de paso, como una herramienta para conquistar la soberanía.