En el segundo juicio por los delitos aberrantes ocurridos en el Instituto Antonio Próvolo de Mendoza, declaró durante durante 45 minutos la principal imputada, Kosaka Kumiko, “la monja mala”, como la señalaron los niños que denunciaron abusos sexuales, castigos y maltrato por parte de quienes debían cuidarlos. Por prohibición expresa del tribunal, no se pudo conocer el contenido del alegato defensivo, aunque se sabe que volvió a declararse inocente. Kumiko está señalada como “partícipe principal” de delitos gravísimos por los cuales, en el primer juicio, fueron condenados dos sacerdotes a 45 y 42 años de prisión.

Kosaka Kumiko, de 46 años, es la única que llegó al juicio con prisión domiciliaria. En una etapa anterior del proceso iniciado en 2016, durante un mes la Justicia estuvo buscándola, hasta que se entregó en Buenos Aires. A pesar de la orden del tribunal, trascendió que negó los cargos y aseguró que los ocho años que estuvo en el Próvolo fueron “los mejores de su vida”. Una opinión no compartida por las decenas de víctimas de entre 5 y 17 años que denunciaron los abusos.

En una declaración anterior, en 2017, la monja japonesa aseguró que “los niños mienten, es todo fantasías”. De todos modos, las acusaciones se mantuvieron y hasta el momento, entre otras condenas, los sacerdotes Horacio Corvacho y Nicolás Corradi, fueron sentenciados a 45 y 42 años de cárcel.

En este segundo juicio, además de Kumiko, están en el banquillo de las acusadas la monja Asunción Martínez (53 años), la representante legal del instituto Graciela Pascual (65), la cocinera Noemi Paz (63), la psicóloga Cecilia Raffo (43), las ex directoras Edith Pinaca (66), Cristina Leguiza (50), Valeska Quintana (48) y Laura Gaetani (60). Los cargos son por acción u omisión de denunciar los hechos de los cuales se considera que tenían conocimiento pleno.

El Tribunal integrado por los jueces Gabriela Urciuolo, Rafael Escot y Bélen Salido, una vez finalizada la declaración de Kumiko, dieron orden a las partes de no dar información a los medios y al público sobre los dichos de la monja japonesa, que se negó a responder preguntas de los abogados querellantes.

La decisión de los jueces se tomó a pedido del abogado defensor de la religiosa, Carlos Varela Alvarez. La argumentación de la defensa se basó en la necesidad de garantizar que las otras ocho imputadas no tomaran conocimiento de su relato, previo al momento en que les toque ser indagadas. La medida fue cuestionada, por el hecho concreto de que tras largos años de instrucción y debate, quedan pocos secretos que revelar sobre la postura de cada una de las personas procesadas.

Una vez finalizado el testimonio de la monja Kumiko, el Tribunal llamó a un cuarto intermedio hasta la próxima audiencia, prevista para el lunes 5 de julio, cuando se espera que declare, según el orden establecido en la audiencia anterior, la representante legal del Instituto, Graciela Pascual.

La monja Kumiko llegó al juicio imputada como “partícipe primario” de los delitos de abuso sexual agravado, corrupción de menores y por los malos tratos sufridos por las víctimas. En este segundo juicio, como parte de la acusación, se tendrán en cuenta más de 50 testimonios de las víctimas tomados en la Cámara Gesell. Los abusos denunciados ocurrieron entre 2005 y 2016.