“Nos hemos acostumbrado a una cultura del enfrentamiento, la violencia y la anomia que nos debilita como nación”, expresó José María Arancedo, titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), al abrir la 113° Asamblea Plenaria de Obispos. Con esas palabras intentó justificar la decisión de que durante el evento que durará hasta el sábado se debata una “reconciliación” entre víctimas de la dictadura y militares.
La Conferencia Episcopal precisó en un comunicado que se trata de una primera etapa que “se limitará exclusivamente a la escucha de algunos testimonios y no al intercambio entre los participantes”. Según precisaron fuentes episcopales a la agencia Télam, "no se trata de una mesa de diálogo" sino que se escucharán testimonios como parte de un "itinerario de trabajo sobre el tema de la reconciliación, en el marco de la cultura del encuentro".
La información oficial habla de “un tiempo de reflexión sobre los acontecimientos ocurridos durante la última dictadura militar”, sin mencionar puntualmente a los acontecimientos a los que se refiere: el secuestro, la tortura, la desaparición, los asesinatos y el robo de bebés. También se menciona que los testimonios serán "de familiares de personas que sufrieron las consecuencias de este período marcado por la violencia en distintos ámbitos de la sociedad".
Hoy Arancedo insistió en que la Iglesia busca "promover una cultura del encuentro y fortalecer lazos de amistad social". En la misa de apertura de la asamblea plenaria que comenzó esta tarde, añadió que el papa Francisco “anima a todo bautizado a ser instrumento de pacificación y testimonio creíble de una vida reconciliada”.
Se espera que durante esta semana la Iglesia anuncie también la aprobación de un protocolo para que víctimas y familiares de desaparecidos puedan consultar los archivos que la institución posee sobre los años de la dictadura. En octubre pasado, el papa Francisco impulsó que el Vaticano y la CEA digitalicen los archivos eclesiásticos. Se trata de unas 3000 cartas y documentos que se conservan en el Episcopado, en la Nunciatura Apostólica y en el Vaticano sobre pedidos que llegaron a la Iglesia para conocer el paradero de detenidos-desaparecidos y en reclamo de gestiones ante las autoridades militares.