Piazzolla es inagotable. Su historia, y la de su música, se dejan contar mil veces y de mil maneras distintas, sin perder la potencia de las grandes novelas, la carga épica de las leyendas y la vigencia de las cosas que la historia acomodó más allá del tiempo. Como fondo de un país y sus contradicciones o como figura del tango y sus circunstancias, Piazzolla, es el caso de volver a decirlo, es siempre Piazzolla, el nombre más importante de la tradición musical argentina del siglo XX. A la altura de su historia, dos lanzamientos de Editorial Octubre celebran al gran bandoneonista y compositor en el centenario de su nacimiento: Astor Piazzolla. Momentos, el libro de María Seoane y Víctor Hugo Morales, con encuadernación de lujo y gran despliegue fotográfico, y la reedición en vinilo de Piazzolla y su Quinteto en el Teatro Regina, un registro en vivo de 1970.
Momentos combina treinta episodios de la vida de Piazzolla, enmarcados en el enérgico prólogo de Víctor Hugo: “El pasado se celebra, habita, viaja con él, pero es el futuro lo que está en juego”, escribe perfilando lo que ya se saborea como una gesta del coraje. Y un epílogo que refleja esa forma de gozo que dejan las buenas historia bien contadas: “En la línea de tiempo de la vida de Astor, en cualquier punto, hay una novela apasionante”. En el medio, los textos detienen con precisión hechos puntuales del itinerario del artista, los fogonazos de una vida inflamada por la música y sus derivas, con el correlato de un notable anclaje fotográfico proveniente de numerosas colecciones, entre ellas la de Juan “Pupeto” Mastropasqua, la Fundación Familia Piazzolla, el Archivo Histórico de Caras y Caretas, la Fundación Industrias Culturales Argentinas, el Archivo General de la Nación, la Colección Walter Santoro y las agencias Télam y Noticias Argentinas.
El Mozart tanguero
“Sentíamos que nuestro Mozart tanguero merecía ser recordado también con un objeto tan bello como este libro. En este sentido hay que destacar el trabajo de Daniel Flores, director de arte y edición fotográfica, al frente de una gran equipo”, dice Seoane en conversación con Página/12.
“Había que estar a la altura del personaje, esa era la voluntad editorial, y para eso confiamos en colaboradores magníficos como Nicolás Tolcachier en la investigación periodística, y Fernando Amato, editor, y todo un grupo de gente que trabajó con gran amor y respeto por Piazzola”, interviene Víctor Hugo. Cultor apasionado de la música del gran bandoneonista y compositor, Víctor Hugo conduce en la actualidad Estación Piazzolla/100 años, por Radio Nacional, un programa enteramente dedicado a la música de Piazzolla y su impacto, que es la continuación de lo que comenzó en 2003 como El primer clásico del domingo: Astor Piazzolla y durante 13 años acompañó las mañanas dominicales de la Radio Pública.
“Contar con un sabio como Víctor Hugo, apoyado por Nicolás (Tolcachier), nos permitió transformar tanta información sobre la vida y la música de Piazzolla en un gran texto”, agrega Seoane.
Los autores cuentan que el trabajo parte de una definición precisa: abordar el homenaje a Astor tomando las biografías existentes, para desde ahí trazar un camino propio, a través de un florilegio dinámico y perspicaz. “Conversando con Víctor Hugo sobre cómo abordar un relato posible, coincidimos en que la vida de Piazzolla está inevitablemente imbricada con su actividad creativa. Es su obra es la que en gran medida cuenta su vida y de ahí que es posible individualizar como mojones en su historia, momentos claves que están íntimamente relacionados con su quehacer musical. Incluso desde su infancia. Por eso es que decidimos llamar al libro Momentos, y creo que acertamos”, cuenta Seoane. “Yo estaba convencido de que la articulación del relato en momentos le daría una gracia especial a la lectura. La historia lineal era un camino posible, naturalmente, pero es el habitual. Aquí logramos hilar una selección que, sin negar la cronología, permite al lector abrir el libro en la página que quiera, para que de inmediato el libro cobre sentido”, agrega Víctor Hugo.
La anunciación del genio
“Nacer con mar y tango”, “Bach y Gardel en Nueva York”, “Troilo el dios”, “Música para Fiore”, “Su primera orquesta”, “Becado en París”, “Octeto Buenos Aires”, “Adios Nonino”, “La revolución del Quinteto”, “Borges y Yo”, “Balada para un loco”, “Años de soledad”, “Requiem para Pichuco”, “Piazzolla Mundial”, “El exilio de Gardel”, “Final de orquesta”, “Y en el 3000 también”. Estas son algunos de los títulos que se despliegan como historias mínimas que van delineando la apasionante saga del que, contra la sordera del bronce y la quietud de los monumentos, movió para siempre las coordenadas de la música de Buenos Aires. “Caben 100 años irrepetibles para el tango y la vida en estos treinta momentos de su historia que nos atrevimos a contar”, termina el libro que se mira y lee para después seguir escuchando.
A la hora de destacar algunos de los momentos que considera clave en lo que no duda en llamar “la anunciación del genio”, Víctor Hugo se detiene a pensar un momento y enseguida dispara: “El encuentro con Troilo y la posterior separación fueron determinantes. Ahí se dio primero la gran experiencia, la que le permitió el crecimiento al lado de una gran orquesta y de músicos que admiraba y después, seguro de sí, aparece el genio, entonces ya libre de todas las presiones colectivas, comienza su camino personal. Impone una orquesta original, en la que comienza a elaborar, con sus propias ideas, su estatura de director”.
Para Seoane, Piazzolla es el recuerdo de su infancia en Parque Chacabuco, en la esquina de Ortiguera y Asamblea, donde ella esperaba el 109 y él un taxi para ir al centro y más tarde el exilio compartido con Diana, hija de Astor en México. “Pero lo más importante es la posibilidad que nos dio a muchos de mi generación de reencontrarnos con el tango. Yo estaba peleada con ese tango que bailaban mis viejos y no olvido la emoción que me produjo escuchar ‘Adiós Nonino’. De pronto descubrimos que esta ciudad podía actualizar su música y al mismo tiempo se nos abrían las puertas para el placer de aprender a amar al tango y desde ese lugar nos reconciliamos con nuestros padres”, dice la directora de la revista Caras y Caretas. “Para mi generación, la de los ‘70, el descubrimiento del tango tiene que ver con Piazzolla”, comncluye.
Para escuchar
El otro lanzamiento de Editorial Octubre es la edición en vinilo de Piazzolla y su Quinteto en el Teatro Regina, un registro en vivo, el primero de la discografía argentina. Aquella presentación del 19 de mayo de 1970 marcó un punto culminante en la evolución del estilo de Piazzolla. Y no solo porque presentó por primera vez juntas las Cuatro estaciones porteñas, obra de la que hasta ahí se conocía solo el “Verano” y el “Otoño”.
“Es una noche muy especial”, se le escucha decir en la grabación a Piazzolla antes de comenzar el concierto.
“Este año se cumplen diez años de la formación de nuestro quinteto”, dice y tras hacer hincapié en la dimensión colectiva del proyecto destaca a “quienes hicieron un esfuerzo muy grande al lado mío”, para presentar enseguida a Osvaldo Manzi en piano, Cacho Tirao en guitarra, Kicho Díaz en contrabajo y Antonio Agri en violín. “Ojalá toquemos bien”, dice antes de atacar con “Invierno porteño” –tema en el que Agri toca la viola– y dar comienzo a esa noche de gracia que quedó registrada en este vinilo.
En ese concierto Piazzolla mostró también temas conocidos que ya entonces para muchos constituían la columna sonora de la urbe en ebullición. “Buenos Aires hora cero”, “Retrato del Alfredo Gobbi” y “Revolucionario” dan forma al lado B del LP que se completa con “Kicho”, tema que remite al “Contrabajeando” que en 1951 el bandoneonista había compuesto en colaboración con Aníbal Troilo, en este caso dedicado y magistralmente resuelto por el inolvidable Kicho Díaz. Es posible que el calor del vivo haya sido la dimensión ideal para un conjunto de solistas con el equilibrio justo entre inspiración y transpiración, y para una música que fiel a su tradición, terminaba de componerse en la ejecución.
Después de tantas batallas, en 1970 Buenos Aires podía estar lista para reconocer la música de Piazzolla. Adentro y afuera del Regina, la ciudad no dejaba cambiar. Mientras esperaba su nueva música, leía con ojos europeos el boom de la literatura latinoamericana, medía con moral católica la libertad sexual que venía de afuera y encontraba sus oráculos en la sociología, la lingüística y la psicología.
Piazzolla venía de los agridulces y estimulantes sucesos de la operita María de Buenos Aires –el fracaso prestigioso de la osadía–, y afianzaba la dupla creativa con el poeta Horacio Ferrer con “Chiquilín de Bachín” y “Balada para un loco”. El éxito de esas canciones le permitió dejar al leal Radoszynski del artesanal sello Sello Trova y negociar el regreso a RCA, pero para hacer la música del Quinteto, que atravesando la década del ’60 ya había dado pruebas en discos, por ejemplo Nuestro tiempo y Tango para una ciudad –del ’62 y el ‘63–.
Pero en vivo era distinto. El quinteto ardía de inspiración y transpiración.
Buenos Aires estaba
arriba y abajo, en el escenario y en la platea, en la música y en los aplausos,
como testigo interesado de otro capítulo más en la polémica entre conservación
y renovación. La discusión inacabable que después de este disco empezaba a
ponerse vieja.
Presentación en vivo
Este domingo a las 18, en el canal de YouTube de Página/12, María Seoane y Víctor Hugo Morales presentaron en vivo Astor Piazzolla. Momentos, el libro con el que recuerdan y homenajean al gran bandoneonista y compositor.
Con encuadernación de lujo y gran despliegue fotográfico, el trabajo articulado en 30 capítulos, se adentra de manera dinámica y afectuosa en la vida y la obra de uno de los íconos de la cultura argentina de este tiempo. Al lanzamiento del libro se suma la reedición en vinilo de Piazzolla y su Quinteto en el Teatro Regina, un registro en vivo de 1970. Se trata de dos trabajos publicados por editorial Octubre, en edición limitada, que ya están en las librerías del país y que por lujosos no dejan de llegar a precios razonables: $2.500 el libro, $3.500 el vinilo y el combo a $5.500.