Dos exintegrantes del instituto religioso fundado por el sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino se sumaron ayer a la lista de testigos que vienen refiriendo las prácticas de perversión sexual, maltrato y humillaciones de todo tipo que se vivían en esa congregación.
Estos testimonios se escucharon en la sexta audiencia del juicio que en la Sala IV del Tribunal de Juicio de la ciudad de Salta se sigue contra el cura Rosa Torino, acusado de abuso sexual gravemente ultrajante agravado y abuso sexual simple agravado, por denuncias de dos exnovicios y una exmonja.
L.A.M., que llegó a ordenarse sacerdote en el Instituto Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, declaró vía zoom desde Río Cuarto. Refirió que también fue violentado en su intimidad por el religioso que está siendo juzgado. Esto ocurrió luego de que le dijera al cura Francisco Miguel que sentía dolor en los testículos; al día siguiente Rosa Torino lo consultó respecto a esos síntomas y lo llevó a su habitación para revisarlo: “Me hizo bajar los pantalones, la ropa interior", contó el testigo y dio detalles.
Rosa Torino le dijo luego que podía tener varicocele, pero no lo envió al médico, “quedó ahí y no se habló más del tema”. El testigo sostuvo que esa situación fue embarazosa y no sabía cómo reaccionar. Solo lo pudo contar años despúés en terapia psicológica, en la que surgió que ese hecho lo había afectado en su manera de ver el sacerdocio, la vida, su sexualidad, las relaciones con otras personas y su pudor.
L.A.M. recordó que Rosa Torino tenía charlas sobre sexualidad con él, le preguntaba si tenía novias, o tendencia homosexual. Le consultaba si se había enamorado, si sentía atracción por alguna chica o monja. Además, una vez les dio una charla sobre genitales masculinos y las sensaciones en las relaciones homosexuales.
El testigo también confirmó que Rosa Torino tenía un grupo selecto entre quienes se encontraban la monja María Luz (Daniela Olmos) y el cura Sergio "Josué" Salas. En su caso, estuvo alrededor de 9 años en la comunidad religiosa, recordó que se los apartaba de sus familias en las congregación y que incluso las demonizaban.
Trato inhumano y de servidumbre
El testigo I.B. fue citado por la defensa de Rosa Torino, sin embargo, aseguró que le tenía miedo al sacerdote y a su entorno. Dijo que es paciente oncológico y que no le resultaba fácil declarar pero quería contar la verdad. Era diácono de la congregación pero pidió la dispensa de los votos y se retiró en 2016.
"Yo me callé muchas cosas porque no era fácil estar al lado de Agustín Rosa Torino", sostuvo para explicar por qué iba a ampliar su declaración en la audiencia. "Era un hombre había días que tenía malos tratos hacia mí, me humillaba, siendo yo paciente oncológico. Había días que estaba bien, días en que estaba muy mal. Me retaba, por ejemplo (decía) que yo no cumplía, que no hacía bien el desayuno para llevar a su habitación. Nunca me voy a olvidar. Fui a una cirugía en la garganta. Tengo una fisura palatina, la primera (vez que) me operaron (fue) a los 8 años, (la segunda operación fue) después, de grande estando en la comunidad. Cuando me dan de alta, él (Rosa Torino) sabía que los médicos me habían dado reposo para no hablar" y, sin embargo, ni bien llegó "él quería que yo hable para ver si mejoró la voz", contó.
El testigo resaltó que Rosa Torino lo presionó y tuvo que hablarle. Añadió que el médico le explicó que cumpliendo con el reposo de su voz, haciendo ejercicio, con el tiempo iba a mejorar al menos en un 80% su problema de salud, pero no lo pudo hacer porque vivió casi 10 años, "tensionado, mal, sufría mucho por el trato del padre".
Y destacó también que aún a pesar de ser un paciente oncológico tenía que servirle a Rosa Torino. "Le llevaba el desayuno a la habitación (...) Yo entraba pero tenía que esperar a que el padre se despierte, a veces dormía hasta las 9, 10 u 11 de la mañana. No era ejemplo para la comunidad, nos hacía levantar a las 5 de la mañana, a las 6 (...) Yo estaba tan acostumbrado a servirle al padre, llevarle el desayuno, planchar, lavar, limpiar la casa”, dijo.
También él señaló al "padre Josué" y a la "hermana María Luz" como parte del entorno cercano del cura acusado. "Los demás éramos como empleados, no como un verdadero consagrado como debíamos ser", expresó. Tan mala fue la experiencia, dijo el exdiácono, que no quiere saber nada con la congregación.
Contó que hizo una presentación con el interventor de la orden de Rosa Torino, Luis Stockler. Después de eso recibió mensajes de whatsapp en los que le decían que era "un traidor" y lo maltrataron haciendo referencia a su enfermedad. “Yo fui a hablar con el comisario Stockler estando en la comunidad, habíamos presentado un informe con mi firma de todo lo que estaba pasando en el Instituto, en la Parroquia (de la Santa Cruz), en Finca de la Cruz”, relató. "A la hora, no sé cómo se enteraron. Me decían vos sos malo, un traidor. Lo que más me dolió fue que se agarraron con mi enfermedad, decían que yo era un leucémico, que nadie me iba a aceptar en otra comunidad religiosa. Me pusieron que tenía que vender la sangre del demonio. Me dijeron sos un hermano degenerado, malvado".
Antes de retirarse el testigo contó que tuvo que cambiar 4 líneas telefónicas por el acoso que recibía, y que lo llamaban durante el día o durante la noche.
I.B. conocía a lxs tres denunciantes. Sobre la exmonja V.Z., contó que cuando volvió de México "cambió, vino muy triste, amargada, se la pasaba llorando. Nunca supe por qué motivo. No sabía que estaba abusada por el padre. A lo mejor tenía miedo de contarme o no tenía confianza". Respecto a Y.G. señaló que era "un chico inocente" cuando ingresó al Instituto, "un niño feliz", "al tiempo lo mandan al sur (a otras casas del instituto religioso), también pasó lo mismo, volvió y era un chico callado, se lo veía muy triste". Recordó que cuando este joven estaba por tomar los hábitos titubeaba al momento de llenar el formulario, a tal punto que le preguntó qué le pasaba, si tenía miedo. "Nunca me contó que había sido abusado", manifestó. Añadió que el joven estaba "muy preocupado por sus hermanos más chiquitos que estaban en el sur".
Respecto al denunciante J.A., el testigo dijo que "estuvo en Salta unos días, lo mandan al sur, también volvió muy triste, muy desesperado, él se fue de la comunidad, se escapó, nunca supe por qué".
No vio ni oyó nada
La monja María Luz también declaró ayer. Si bien reconoció que conoce a las víctimas, sostuvo que no presenció abusos. Contó que desde 2004 hasta 2015 fue servidora general del Instituto; negó que hubiera directivas para no murmurar sobre algunas situaciones, y de inmediato lanzó: “en la murmuración hay mucho de mentira”.
La religiosa trató de desvirtuar otras afirmaciones de lxs denunciantes. Aseguró que la exmonja V.Z. no estaba medicada psiquiátricamente y destacó que si le hubiera contado sobre los abusos, habría tenido que intervenir por su rol de superiora general. A uno de los sacerdotes que testificó en el juicio, quien dijo que fue abusado por el acusado, lo describió como inestable y precisó que a veces lo notaba triste.
También declararon R.M y C.R., integrantes de un matrimonio cercano a Rosa Torino. Ambxs dijeron que el cura M.A., denunciante canónico de Rosa Torino, les dijo que este cura se había metido con el "soldadito equivocado" refiriéndose a un joven que había dejado la comunidad y que tenía un padre abogado con influencias y Rosa Torino sería denunciado. La testigo C.R. dijo que M.A. le contó que sabía de un caso de abuso sexual.
A Rosa Torino no lo custodia la policía ni durante las audiencias ni cuando se retira. Se moviliza en libertad y se va en vehículos particulares. Además, pese a que existen alrededor de 30 denuncias canónicas, aún cuenta con el grado de sacerdote y solo tiene prohibido realizar misas.