La ambición presidencial de Patricia Bullrich estaba acompañada por una estrategia de tres pasos: posicionarse en 2020 como la figura más intransigente de Juntos por el Cambio, convertirse en 2021 en la candidata más votada en la ciudad de Buenos Aires y armar una plataforma para disputar el liderazgo en 2023. No obstante, el plan quedó trunco. Frente a la presión ejercida por Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vida y Elisa Carrió, la presidenta del PRO confirmó ayer que no participará en las próximas elecciones legislativas porque no se considera “imprescindible” en esta etapa, aunque aclaró que su intención de conducir el país continúa vigente. Que Mauricio Macri le haya soltado la mano fue clave y desató su furia. A partir de este desenlace, el camino quedó allanado para que la exgobernadora bonaerense encabece la lista en la Ciudad.
"Yo decido no ser candidata para potenciar mi responsabilidad y mi compromiso político”, expresó Bullrich en una carta en la que detalló los motivos de su dimisión. “Estoy segura de que -para esa elección- no soy imprescindible, ya que contamos con excelentes candidatos en todo el país”, justificó. La exministra de Seguridad buscará ahora ampararse en su cargo de titular del PRO para tener una participación activa en el cierre de listas a nivel nacional. Aún faltan definiciones en distritos claves como ciudad y provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. En el territorio bonaerense Elisa Carrió emuló a Bullrich y anunció que no será candidata. Facundo Manes, por el contrario, aceptó la oferta de la UCR para competir en las legislativas.
La suerte de la ex ministra de Seguridad quedó echada el lunes pasado a las 15.50. Desde Madrid, Macri publicó en sus redes sociales que no iba a inmiscuirse en las internas partidarias. "En el armado aparecen las miserias", había expresado días atrás, anticipando el movimiento. El mensaje derrumbó el único sostén que tenía Bullrich para competir en el distrito porteño. En medio del desconcierto, analizó vía Zoom el panorama con sus dirigentes más cercanos y puso sobre la mesa la posibilidad de bajar su candidatura. Esta versión tomó mayor volumen luego de un encuentro que tuvo el jueves pasado con Rodríguez Larreta. Ahí, le dejó en claro su postura. "A mí, un tercer lugar en la lista no me sirve", le dijo. Ayer, tras confirmar su dimisión, el titular del Ejecutivo porteño le agradeció a Bullrich por "su muestra de responsabilidad" y destacó que es una referente en todo el país. En el mismo sentido, Vidal la felicitó por su decisión "a favor de la unidad".
¿Por qué se bajó? Porque las encuestas le daban mayor volumen electoral a la exgobernadora, sobre todo por el alto nivel de imagen negativa que tiene Bullrich, y porque es muy complicado dar la batalla contra los resortes institucionales que ostenta el jefe de Gobierno. “Esa pelea solo la podía dar con el apoyo de Mauricio”, explican en Ciudad.
Durante el último año y medio, Bullrich jugó a ser Macri. Desde febrero de 2020, cuando asumió la presidencia del PRO, la exdiputada asumió el rol de vocera. Dijo e hizo lo que él prefirió evitar para preservarse. Ejerció el mandato de ser la representante más fiel del “ala dura”: marcó de “tibios” a sus compañeros de espacio, organizó marchas anticuarentena e intentó entorpecer al máximo la llegada de vacunas. Así, al pie del cañón, cumplió a rajatablas el guión de su superior. “Ahora, Patricia está a las puteadas con Macri”, aseguran en su entorno.
Antes que perder contra Vidal y Rodríguez Larreta, el fundador de Cambiemos optó por irse de viaje a Europa y tirar por la ventana a su mejor soldada. Más allá de las justificaciones públicas, la conclusión a la que llegó es que a veces es mejor ceder que perder. “Mauricio no quiso ser el padre de la derrota”, sintetizan fuentes cercanas al exmandatario. Apostar por Bullrich en la Ciudad y Jorge Macri en Provincia era jugar más de lo que la billetera podía pagar. "Te podés recomponer de una derrota contra el peronismo, pero no de que te ganen una interna de esa forma”, agregaron.
El grave error de Bullrich fue haber supuesto que Macri podía inmolarse por ella. Lo que desvela al expresidente, más que cualquier interna, es que exista un reconocimiento de lo que fue su gestión. Luego de la derrota electoral de 2019, los jugadores no se acomodaron en la cancha como él esperaba. Vidal comenzó su campaña de reconstrucción pidiendo autocrítica. “Si no nos votaron, es porque algo hicimos mal”, subrayó la exgobernadora en una recorrida por Córdoba. Frente a la pandemia, Rodríguez Larreta tendió puentes con Alberto Fernández para coordinar la gestión sanitaria. Esas posturas enfurecieron al exjefe de Estado, que en las últimas elecciones no sólo tuvo que abandonar la quinta de Olivos sino que también dejó de conducir a gran parte de la tropa opositora.
El aparente juego en solitario de Bullrich tenía sentido. Estaba apalancado por la necesidad de Macri y la esperanza de la exministra por una recompensa. Sin embargo, esa sociedad esta semana se rompió, así como se deshilvanó su candidatura en la Ciudad.