Hace 20 años se sancionaba la Ley 25.448, que establecía al 4 de julio como “Día Nacional del Medico Rural” en conmemoración del nacimiento del doctor Esteban Laureano Maradona.
Maradona, que había nacido en la ciudad de Esperanza, Santa Fe, se recibió de médico en 1926 y a los pocos años, se trasladó a Resistencia, Chaco, para ejercer la profesión.
Sin embargo, su obra es mayormente conocida por el trabajo realizado con las comunidades de la provincia de Formosa, específicamente en la localidad de Estanislao del Campo.
Los pueblos originarios de aquella región lo fueron acogiendo poco a poco hasta convertirlo en uno mas de ellos. El doctor Maradona dirá: “Me remangué, me metí en el monte sin ningún temor, arriesgando mi vida y también mi salud”.
Bajo este ejemplo, con diversas prácticas y maneras relacionadas al devenir de la profesión y sus variantes, son muchos los médicos que transitan el amplio y complejo territorio nacional, ocupándose de la medicina, pero no solo de ello.
Elegir el territorio
Leticia Flores tiene 54 años y va por los 30 dedicada a la medicina. Nacida en Orán, estudió en Córdoba e hizo la residencia en medicina general orientada en APS (Atención Primaria de la Salud) en la salteña ciudad de General Güemes.
“Cuando terminé la residencia, fui a rotar a Pocitos (Salvador Mazza) unos meses y después, una vez recibida, fui a trabajar a Seclantás, a los Valles. Ahí me quedé un año y salí a Iruya, donde estuve 4 años. Esa fue mi mejor escuela. Aprendí mucho el trabajo comunitario, el trabajo de APS. Teníamos que andar entre 2 y 10 horas de camino para llegar a las comunidades. Teníamos un caballo y una mula que eran del Programa de Atención Primaria para ir por esos lugares. Recorríamos muchísimos lugares y aprendimos a hacer de todo, desde yeso hasta partos”.
Tujuayliya Gea Zamora es médica de origen wichí. Con orgullo y responsabilidad cuenta que es la primera de su pueblo en obtener este título. Se recibió en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba y hace poco tiempo pudo volver a trabajar en su Chaco salteño natal.
Antes de volver al país, fue sumando vasta experiencia: “Trabajé durante varios años en comunidades de Venezuela, también en capacitación de agentes sanitarios contra el abuso sexual en la infancia en El Impenetrable, (provincia del) Chaco. Siempre pensé en volverme a Salta, porque venían resonando las muertes de los chicos en Santa Victoria Este y, como yo me crié ahí, conocía la realidad del lugar y es donde está mi identidad. Me parecía entonces que lo más lógico, lo más consecuente con mi formación y con mi experiencia, era volver. Decidí armar una propuesta con un grupo de compañeros y nos fuimos a Santa Victoria Este”.
Tujuay, como le dicen, cuenta como fue el regreso a su tierra natal ya inscripta desde la práctica médica: “Luego de estudiar las necesidades del territorio, elaboramos la propuesta de un programa sanitario. Empezamos a trabajar la idea enfocada en la atención territorial, al recorrido del territorio, a la idea del hospital en la comunidad, con postas sanitarias y centros de salud con enfermeras de la comunidad”. Un proyecto que esté inserto en la realidad comunitaria, resulta fundamental para no replicar lógicas que generaron, durante años, tensiones con los habitantes originarios: “Hay un conflicto histórico entre el sistema sanitario y las familias indígenas. La gente muchas veces no quiere llegar al hospital porque es un lugar que se ha configurado como hostil”.
Nosotros también somos médicos
“En Salta tenemos mas de 40 años de atención primaria, viene funcionando, pero no hay una inversión, ni un reconocimiento hacia el médico rural. Ni desde el Estado, ni desde los colegas”, relata Leticia Flores, quien comenta algunas reflexiones que fue sumando en su devenir profesional: “Tengo un trabajo hecho que tomé y reformulé a partir de algo que la gente decía en Iruya, y era ‘nosotros también somos gente’, vinculado al abandono que sienten. Entonces tomé esa frase e hice un trabajo que decía ‘nosotros también somos médicos’, porque el médico de zona rural es menospreciado. Antes había una diferencia económica en lo que es la zona rural y hoy por hoy, ganan igual o mejor en la ciudad. Entonces eso también hace que ya nadie quiera. Porque si bien es lindo estar en una comunidad, los tiempos son distintos, es complejo, porque tampoco podés salir mucho, si vas a la plaza te hacen una consulta y es como que todo el tiempo estás trabajando”.
Flores continúa relatando la discriminación sufrida de sus propios pares: “Cuando vos derivás, te dicen ‘este no sabe, es un bruto’, también hay un desprecio entre los médicos. Hay categorías en la medicina misma. Pero, como siempre digo, ¿que es mejor una zapatilla o un taco alto? y bueno, depende a donde vas a ir, si andás en el campo, la zapatilla va mejor”.
Tujuay hace una minuciosa descripción del sistema de salud, aquel que, como otras instituciones de Estado, cuando se inserta en el territorio, no hace pie. “En Salta el sistema esta muy basado en lo que el hospital propone. Todo sale del hospital. De hecho, uno de los grandes conflictos que tuvimos es que todo el tiempo nos tironeaban para el hospital: para que hagamos guardia, que cubramos la internación. Y nosotros desde la experiencia de la medicina rural, territorial, sabemos que el personal de salud tiene que estar desplegado en territorio”.
“Necesitamos en salud procesos participativos donde la comunidad también pueda definir qué es acceso a la salud y si lo que el sistema sanitario propone o pone a mano, garantiza realmente acceso a la salud. Y también si eso satisface las necesidades sanitarias de las comunidades. El tema es que cuando empezás a poner en cuestión estas cosas que tienen que ver con las prácticas, con cuestionar el racismo institucional, entramos en conflicto”, afirma la médica wichí.
Leticia Flores comenta mientras sonríe: “Los médicos rurales somos medio locos en el ámbito, en el sentido que no solo hacemos medicina, sino que nos gustan otras cosas, tenemos otras inquietudes. Nos gusta leer, nos gusta la aventura, el compartir, salir a caballo por las comunidades, incluso fui con mi familia a muchos lugares, es muy gratificante”.
Aprender
Tal como relató su vida en comunidad el médico Laureano Maradona, los aprendizajes comienzan a ser mutuos, mostrando que la aparente sabiduría de la hegemonía médica, se complementa fuertemente con las enseñanzas ancestrales de los pueblos que habitan los territorios desde siempre.
Es en este sentido que la médica oranense relata: “trabajar con las comunidades es muy lindo ya que surge el reconocimiento de tener que trabajar con todos y tratar de resolver todo lo que surja. Y por otro lado a veces te encontrás haciendo de consejero, o siempre hay alguien que te busca para algo, te eligen de padrino y todas esas cosas. A mí me abrió muchas puertas la medicina porque, por ejemplo, me gusta la fotografía, hago títeres y estas actividades ayudan a la inserción. La gente del interior de la provincia muchas veces tiene desconfianza con la gente de afuera, que no es de la comunidad. Yo aprendí mucho de la parte humana, cultural”.
Flores continúa su relato con una serie de diversos aprendizajes: “En Iruya, con las comunidades kollas, aprendí muchas cosas. Ellos hacen de todo: son albañiles, hacen instrumentos, siembran. Tienen una gran capacidad para sembrar en cualquier lado. En un pedacito de tierra en medio de las lajas, arman una huerta. Recuerdo una anécdota muy clara al respecto. Una vez en Iruya, a fines de los 90, nos regalaban soja. Los curas nos daban y empezamos a hacer talleres para ver como cocinarla, como hacer la leche y demás. Y la gente de la comunidad me decía ‘¿no tiene la semilla?’ a ellos vos le das la semilla y hacen oro. Es un intercambio constante de conocimientos”.
Tujuayliya comenta experiencias vinculadas a este aprendizaje de parte de las comunidades: “Cuando uno empieza, va con el saber a un lugar donde ese saber no existe, pero cuando llegás a la comunidad y te vas insertando, te das cuenta que la gente tiene sus propios conocimientos, sus propias prácticas, y que lo que vos llevás en algún punto sirve, pero no todo lo que vos llevás como conocimiento sirve. Entonces toca bajar un poco la guardia, ser más humilde y escuchar a las personas. Cuando trabajás en las comunidades vas ampliando la mirada en relación a lo que es la medicina, lo que es salud, lo que es sanar, lo que es enfermar”.
La doctora wichí relata con especial semblanza la vida diaria en las comunidades: “El cotidiano siempre es hermoso. La primera etapa de adaptación es difícil, pero la comunidad te acompaña y te ayuda. Esa construcción es muy linda y novelable”.
Hoy, 4 de julio, se recuerda el nacimiento del doctor Maradona. Sin embargo, esta es solo una excusa para traer al presente a tantos y tantas que, antes y después de él, siguen internándose en los mas recónditos parajes, llevando derechos básicos consagrados que muchas veces se encuentran vulnerados.