La ley que prohíbe la cría de salmones a gran escala sancionada por unanimidad en la legislatura de Tierra del Fuego fue producto de una demanda social muy fuerte en la provincia fueguina desde que se instaló en 2018 la posibilidad de colocar salmoneras en el Canal de Beagle. El principal argumento a favor de su promulgación tiene que ver con que el salmón es una especie exótica cuyo desarrollo genera impactos ambientales que incluso son contradictorios con las actividades económicas dentro del proyecto de desarrollo de la provincia. Del otro lado, lamentan la prohibición como una pérdida de oportunidad para desarrollar una industria que cuenta con un enorme potencial de generar divisas. PáginaI12 detalla las dos posiciones enfrentadas sobre este tema.
Apostar al dólar
A pocas horas de aprobada la ley, el director del Centro de Estudios de la Producción del Ministerio de Desarrollo Productivo, Daniel Schteingart, compartió algunos datos sobre la potencialidad de la acuicultura. Aseguró por un lado que el país importó salmón por 45 millones de dólares en el último año, y es una de las pocas categorías de alimentos en las que se observa déficit comercial.
Además, resaltó que en Chile, donde la salmonicultura está desarrollada desde hace treinta años, las exportaciones de salmón superaron los 5 mil millones de dólares. "Solo para poner en contexto, eso equivale casi dos veces a lo que exportamos de carne bovina el último año. El salmón es un sector muy importante para la generación de divisas en Chile, y es la principal exportación no minera del país", twitteó el doctor en sociología.
Schteingart compartió un estudio que resalta el potencial económico de la acuicultura marina para criar salmones y mejillones en Argentina, con montos de entre 60 mil a 600 mil millones de dólares de exportaciones y con un impacto sobre el PBI, el empleo y la generación de divisas en un horizonte de tiempo no muy lejano.
Proyecto de desarrollo
"Hay un proyecto productivo que es contradictorio con las consecuencias ambientales que genera la salmonicultura. La provincia está apostando al desarrollo del mejillón y la centolla, que además son especies nativas del Canal de Beagle. También con el turismo", explica en diálogo con PáginaI12 el economista Juan Ignacio García, secretario de Industria de la provincia de Tierra del Fuego.
"Se trata de ver con qué actividades compite y cuáles son los escenarios alternativos que tenemos. Elegimos una estrategia diferente porque es mas redituable desde lo ambiental y económico y consistente con una demanda social que en la provincia es fuertísima. Hay un análisis simplista que evalúa esta actividad como si se pudiera desarrollar sin tener en cuenta el resto de las actividades", agrega García.
De acuerdo a un trabajo que analiza la acuicultura de salmónidos intensiva elaborado por el propio García, el potencial identificado para el desarrollo de la actividad en el Canal de Beagle tiene un límite, dado su fisonomía, de producción de alrededor de 20 mil toneladas anuales, un 5 por ciento de lo que produce Chile. "Tampoco se indica que esta actividad vaya a generar mucho más de 100 empleos, a la vez que compite con actividades muy fuertes en la provincia como el turismo que genera mas del 50 por ciento del empleo provincial", complementa Estefanía Gonzalez, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace.
Asimismo, García aseguró que el proyecto que se pretendía instalar se limitaba a la fase de engorde del animal, sin una perspectiva de generar encadenamientos como las otras actividades de la provincia, reduciéndolo a una actividad extractiva de exportación.
Por último, Estefanía Gonzalez resalta sobre el caso chileno, ejemplo de quienes cuestionan la decisión tomada por la legislatura fueguina, que "si bien Chile exporta mucho, las regiones donde está localizada no tienen buenos indicadores de desarrollo: son comunas que han tenido que concentrar las actividades, donde la pesca artesanal se vio fuertemente afectada y las divisas se terminan yendo al extranjero a través de empresas transnacionales multimillonarias".
Lobby y regulación
“Entre ese vale todo y el prohibicionismo hay una amplia gama a evaluar. No me parece bueno prohibir una actividad. Hay que regularla, tener muchísimos controles ambientales. Hay que zonificar, diferenciar las tecnologías para ver cuáles son las correctas y cuáles no. Y aprender”, aseguró Matías Kulfas el ministro de Desarrollo Productivo, resumiendo uno de los argumentos más fuertes de quienes ponen el foco en el aumento de las exportaciones. “Más que prohibir hay que controlar, ser cuidadosos y por eso creo que la prohibición lisa y llana es un error”, agregó.
"La capacidad real de afrontar el desafío que genera esto en términos de regulaciones es muy difícil", reflexiona Juan Ignacio García y detalla que, por las condiciones naturales del Canal de Beagle el pasivo ambiental que se genera no puede ser resuelto tecnológicamente.
"Es difícil pensar en una regulación estatal. En los casos en los que la salmonicultura es exótica no hay estándares que hayan permitido que la acuicultura sea sustentable. Prueba de ello es que la gran mayoría de los centros de salmonicultura que hoy operan en Chile en fiordos y ambientes similares en condiciones geográficas al Canal de Beagle tienen certificaciones ambientales de buenas practicas acuícolas, es decir cumplen con las certificaciones ambientales, y los desastres ambientales persisten", determina Estefanía González.
La tensión se puede reducir, por un lado, a aquellos que cuentan con una mirada economicista de entrada de dólares sin abrir el espectro a otras variables que pueden generar un pasivo ambiental, versus aquella postura ambientalista que se encuentra escindida de la necesidad de aumentar la producción para generar empleo, fomentar el consumo y bajar los índices de pobreza.