El decreto firmado en las últimas horas por el Presidente Alberto Fernández permitirá empezar a desandar el camino para disponer de la vacuna Comirnaty, en Argentina conocida por el nombre de Pfizer, que cuenta con el aval de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos y de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para su aplicación en niños, niñas y adolescentes a partir de los 12 años.
Durante los quince meses de pandemia el ámbito médico y científico ha experimentado marchas y contramarchas, los aspectos epidemiológicos y sanitarios se han nutrido y han desarrollado evidencias científicas, aportes, instrumentos y tecnologías, pero lo que ha sido realmente asombroso es la rapidez con la que se han desarrollado en el mundo diversas vacunas contra la covid 19, todas altamente seguras y efectivas.
Durante el devenir de la pandemia la población infanto-juvenil y su relación con la covid-19 ha sido parte de diferentes discusiones y en muchos casos instrumento de especulación política y electoral, para fidelizar electorados poco solidarios y para esmerilar a la autoridad gobernante. Lo cierto es que la evidencia científica en relación a las y los más jóvenes y la infección con coronavirus provee datos muy precisos.
No existen "millones de papers” que desestimen la infección por covid-19 en niños, como dijo Soledad Acuña, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco existen trabajos científicos que determinen firmemente que los niños, niñas y adolescentes no sean portadores y transmisores del virus, aunque lo contrario fue expresado por la misma interlocutora en consonancia con el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta.
La evidencia científica, sin llegar a “millones de papers”, demuestra que este grupo poblacional se infecta, es portador y transmite el coronavirus, que en su gran mayoría transita la infección en forma asintomática y en algunos casos desarrollan las formas clínicas leves o moderadas de la enfermedad. Se sabe que no evolucionan hacia la forma grave de la enfermedad, es decir no van hacia el colapso respiratorio y falla multiorganica que se ve en los adultos; excepto aquellos que presentan otras enfermedades asociadas y preexistentes, lo que se llama comorbilidades.
Durante los periodos de alto número de casos positivos para covid-19 la disputa se centró en la presencialidad escolar. Con un DNU del Presidente Fernández, en Argentina, se suspendía la concurrencia a clases de los niños, niñas y adolescentes. Lo mismo sucedía en Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá e Israel entre otros países, aunque en muchos de ellos aún con un número sustancialmente menor de positivos. El mundo actuaba en ese sentido. Sin embargo, en el momento más difícil de la pandemia, en algunas jurisdicciones de la Argentina se disponía la presencialidad escolar, con la absurda connivencia de la Corte Suprema de Justicia y un coro de políticos y periodistas opositores al Gobierno Nacional.
Sin solución de continuidad los mismos sectores de la oposición política y mediática comenzaron a levantar las banderas de “vacunen a nuestros niños”, una demanda justa, necesaria e imprescindible de muchas familias y profesionales que tiene a su resguardo el cuidado de niños, niñas y adolescentes con factores de riesgo y comorbilidades. Una vez más la mezquindad y oportunismo político navegando sobre la angustia de amplios sectores de la sociedad. El slogan: “El mundo vacuna a los niños con Pfizer”. Ahora sí servía mirar al Mundo.
Es sin dudas para las familias, los niños, niñas y adolescentes y para nosotros, los trabajadores y trabajadoras de la salud pediátrica, una gran noticia el DNU del Presidente porque destraba la negociación por la vacuna Comirnaty del Pfizer/Biontech, pero existen algunos aspectos que es importante tener en cuenta.
El primero de ellos es que la provisión de vacunas por parte de la empresa Pfizer es lenta e irregular. Todos los países que han contratado con Pfizer están recibiendo cantidades sustancialmente menores a las acordadas y en periodos de tiempo muy prolongados, aún los Estados Unidos, país donde se produce dicha vacuna, ha recibido apenas un poco más del 50 % de las dosis acordadas. Alemania de 100 millones pedidas solo ha recibido el 30 %, Chile no llegó a recibir aún el 40 % de lo acordado desde noviembre del 2020 y Brasil apenas se hizo de poco más de 2 millones de dosis sobre las 200 millones solicitadas. De allí que en esos países se registran muy bajos porcentajes de niños, niñas y adolescentes vacunados. En Estados Unidos, del total de personas vacunadas con esquema de dos dosis, solo el 4,3 % pertenecen al rango etario de 12 a 17 años y en Chile se reporta el 10,4 % vacunados con una dosis del total de personas en el mismo grupo etario.
Es de esperar que suceda algo parecido en cuanto a la capacidad que tenga el productor de proveerle vacunas a la Argentina cuando concrete la compra. La población argentina entre los 12 y 18 años de edad ronda los 6 millones de personas. Será indispensable vacunar primero a los niños, niñas y adolescentes con factores de riesgo y comorbilidades y a aquellos que viven en comunidades cerradas.
El segundo aspecto a considerar, el más alentador, consiste en que varias vacunas contra covid-19 ya en uso para la población de mayores de 18 años, están a la espera de la autorización definitiva para su uso en menores a partir de los 12 años, algunas otras se encuentran finalizando la Fase 3 en ese mismo grupo etario y listas para iniciar el proceso de autorización, entre ellas las de Moderna, Johnson & Johnson (Janssen), Sinopharm, Soberana 2 y la Coronavac.
Está demostrado que las vacunas son seguras y eficaces en niños, niñas y adolescentes, no solo para prevenir el contagio y la diseminación del virus, sino también para evitar el desarrollo del Síndrome Inflamatorio Multisistémico PostCovid-19, una complicación que aparece varias semanas después de la infección por coronavirus y afecta a las arterias del organismo y que requiere internación para su tratamiento.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU, informa sobre pocos casos de miocarditis y pericarditis en adolescentes y adultos jóvenes después de la vacunación contra la covid-19 con la vacuna de Pfizer/Biontech, y reafirma que los beneficios conocidos y potenciales de la vacunación contra la covid-19 superan los riesgos conocidos y potenciales, incluido el posible riesgo de miocarditis o pericarditis.
Se ha dado un paso importante que nos permite pensar que estamos cerca de vacunar a los más chicos y lograr su protección frente al coronavirus. Seguramente el Hospital Garrahan será un eje central en ese proceso de vacunación y está preparado para ello. Nos queda como sociedad la obligación de actuar con sensatez, responsabilidad y compromiso para seguir cuidándonos.
* Médico pediatra, docente universitario, miembro del Consejo de Administración del Hospital Garrahan.