La Cooperativa de Cartoneros de Villa Itatí es parte integral de la identidad del barrio. Por eso, al amanecer del miércoles pasado, cuando el humo y las sirenas de los camiones de bomberos despertaron a los vecinos de la cava, nadie quería aceptar que otra vez, como ya sucedió en el año 2016, el centro de reciclado de la Cooperativa se viera reducido a escombros por un nuevo incendio en el que se perdieron los vehículos y la maquinaria con que subsistían más de cien familias de cartoneros de la zona sur del conurbano bonaerense.
Veinte años de historia surgida de la organización popular ante la crisis del 2001, trabajo para el barrio, pero también talleres, comedores, viandas, apoyo escolar para los niños y niñas: todo eso es la Cooperativa que el lunes, a pesar del dolor, volverá a trabajar "sea como sea", según aseguraron a Página/12 sus integrantes. Mientras tanto, lanzaron una colecta solidaria y desde el Municipio, Provincia y Nación se comprometieron a brindar las herramientas para reconstruir el lugar.
El incendio
Diez de la mañana del viernes 2 de julio. Una cuadrilla de Defensa Civil del Municipio de Quilmes termina de derribar parte de lo que queda del muro frontal del centro de acopio y reciclado de la Cooperativa de Cartoneros de Villa Itatí, localidad de Bernal. Las paredes interiores, el techo, los cartones, los camiones, los plásticos, las máquinas, ya se derrumbaron o son ceniza a poco más de 48 horas del inicio del incendio. Desde la calle, Christian Lanza observa las ruinas, aún con el shock en el rostro: es la única persona que estaba en el lugar cuando se desataron las llamas.
“Fue cerca de las siete de la mañana. Empecé a sentir olor a quemado y después vi el fuego, salí corriendo a buscar ayuda”, cuenta a Página/12. Lanza es el sereno del galpón donde la Cooperativa acopia, clasifica y procesa residuos urbanos como plástico o cartón. Ubicada en la cava del barrio, a metros del Acceso Sudeste que separa a Itatí de Villa Azul, la Cooperativa es un enclave histórico para la identidad de la villa.
"Somos un símbolo de los valores del barrio. La cava es la zona más marginal de la villa, donde hay más pobreza, y ahí está anclado este balcón de los cartoneros, como símbolo de Itatí. En un lugar donde nos quieren hacer creer que se generan todos los males de la sociedad, nosotros plantamos la bandera de cartoneros solidarios", afirma Cecilia Lee, una de las fundadoras de la Cooperativa. "En el momento en que se estaba incendiando el galpón los vecinos se acercaban llorando", agrega.
Para Lanza el dolor de la pérdida es doble, él vivía en el lugar incendiado y su espacio también quedó destruido. Aunque aún se desconocen las razones que desataron el fuego, en la Cooperativa se inclinan por el accidente: “En el último tiempo había bajones de tensión y apagones que alertamos, pero no imaginamos que iba a pasar esto”, señala Lanza. Cuando él salió en busca de ayuda, las llamas todavía estaban en el sector destinado al reciclado de plástico del galpón de aproximadamente 100 metros por 50.
Así lo narra también Maximiliano Villalba, uno de los tres integrantes de la Cooperativa que llegaron al lugar alertados por Lanza. “Quisimos abrir el portón para entrar, pero fue imposible, y unos segundos después el fuego ya pasó para el otro lado, ahí se derrumbó el techo. Si hubiéramos logrado entrar capaz que quedábamos abajo”, reflexiona ahora. “El otro lado” al que refiere es la parte más amplia del lugar, la del deposito, clasificación y reciclado de cartones. Cuando el fuego llegó a los cartones, ya no hubo con qué detenerlo. Minutos después, demasiados, según asegura Villalba, los bomberos llegaron al lugar y comenzaron una tarea que se extendió durante buena parte del miércoles.
Parado entre los escombros, sobre la mezcla de la ceniza y el agua de las mangueras que se vuelve una especie de arena resbalosa, Villalba, hijo de uno de los socios fundadores de la cooperativa, señala aquí y allá las máquinas y materiales que se perdieron. El joven de 19 años nació y se crió entre los cartones de Itatí. Ahora estudia Administración de Empresas en la Universidad Nacional Arturo Jauretche, y con ese conocimiento maneja los números de la Cooperativa. "Somos treinta trabajadores, pero más de cien familias que dependen de esto, si contamos a los compañeros que traen los cartones", indica mientras subraya una y otra vez que toda esa gente perdió su fuente de sustento.
Son diez máquinas productivas y tres camiones de carga repletos de cartón los que se incendiaron, además de las demasiadas pérdidas de valor afectivo. Tal vez los camiones configuren lo más impactante a la vista: los esqueletos metálicos yacen derretidos, inutilizables, pero como resistiéndose a desaparecer. A unos cincuenta metros de ellos, en un balde hay algunas herramientas que los miembros de la Cooperativa pudieron rescatar. De lo productivo, la balanza para pesar los materiales fue lo único que sobrevivió.
Del 2001 a la pandemia
"Espacio tenemos, hay que limpiar y el lunes, sea como sea, volvemos a trabajar. Nosotros cuando arrancamos lo hicimos con una balanza, y hoy podemos empezar otra vez con la balanza que quedó: con eso podemos hacer la primera etapa, así que trabajar vamos a trabajar", asegura José, "El Carca", como lo conocen, socio fundador de la Cooperativa. Fue él quien, en el año 2000, ofreció una parte del terreno de su casa con la idea de levantar un centro de acopio cooperativo que centralizara lo recolectado.
"La calle era una irrupción de caballos y carros. Era cada vez más la gente que salía a recoger materiales, cartones, plásticos o lo que fuera, pero no tenían cómo entregarlo. Los cartoneros viven del día a día y los depósitos intermediarios que existían en ese momento abrían una o dos veces a la semana, eso impedía que la gente pudiera sobrevivir", recuerda por su parte Lee, monja franciscana, otra de "la vieja guardia". "Pensamos que tal vez era posible empezar a juntarnos y acopiar todo lo que los compañeros traían de la calle para vender juntos, para tener volumen y también poder negociar precios mejores", explica.
El primer registro formal que tienen de su trabajo es una copia de una nota entregada en junio del 2000 al por entonces intendente de Quilmes, Fernando Geronés, en la que le solicitan la rezonificación del terreno para poder iniciar los trabajos. "Fueron siete meses de asambleas continuas para organizarnos, de las que participaban más o menos 70 u 80 familias, y finalmente arrancamos con muy poco, todo a pulmón. Cuando llovía se formaba un fango terrible y no podían entrar los camiones. Recuerdo las colas gigantes de carreros, algunos incluso venían con los carros en el tren desde Capital", rememora.
En 2008, la Cooperativa atravesó una profunda crisis financiera. Fue entonces que una idea comenzó a circular entre sus integrantes: "Con la comercialización de residuos sólidos íbamos para atrás, ya nos costaba mucho. Nos decidimos a buscar dentro del reciclado un material que nos diera mayor margen económico, ahí nos dimos cuenta de que el plástico podía ser una gran posibilidad a desarrollar", dice Coco, cura salesiano que acompaña a la Cooperativa desde su fundación.
Vicente Báez, actual presidente de la Cooperativa, fue quien puso la idea del procesamiento de plástico sobre la mesa: "La necesidad de sobrevivir día a día nos llevaba a vender el cartón así como estaba, clasificarlo y venderlo, pero en el plástico vimos que había cierto proceso que podía agregar valor", detalla Báez. Lo que vino después fue la ardua tarea de conseguir las máquinas necesarias y un proceso de tres años de aprendizaje en conjunto con la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Avellaneda.
"Ellos abrieron las puertas para entrar ahí: tenían la teoría y nosotros teníamos la práctica de la calle", recuerda Báez. "Muchos ingenieros descubrieron que lo que ellos sabían por el laboratorio o por la teoría, los compañeros ya lo sabían", coincide Coco, mientras que Báez asegura: "Era como preguntarles si teníamos razón en todo lo que ya sabíamos, solo para que nos confirmaran”. Antes del incendio del miércoles, el próximo paso planificado era conseguir una máquina inyectora de plástico para escalar en la producción.
El trabajo con el plástico les permitió crecer como Cooperativa hasta que en diciembre de 2016 llegó el primer fatídico incendio. "Fue igual o más grande que este, un impacto durísimo al igual que hoy. Por primera vez se nos quemaba nuestra casa de convivencia y teníamos que reconstruirla de vuelta. Ese sentimiento se repite ahora: se quemó todo menos el espíritu cooperativo, el de salir adelante o de poner el cuerpo una vez más, esto es nuestro y lo tenemos que recuperar", afirma Coco.
La pandemia que, remarca Coco, "los que más la sufren son los más pobres", impactó de lleno en la cotidianidad de la Cooperativa y del barrio en general. La falta de agua potable así como de ingresos para la supervivencia diaria atravesaron a un barrio que en mayo de 2020 fue testigo directo de cómo la vecina Villa Azul era aislada por completo por un brote de covid - 19.
"Yo vivo en Azul y para esa época tuvimos un montón de problemas para trabajar. Para poner un ejemplo, yo tenía que firmar los cheques de la Cooperativa y no podía salir", recuerda Báez, quien señala que el trabajo estuvo parado durante dos meses, al tiempo que la demanda de los carreros crecía día a día. "Todo el panorama está agravado por la pandemia, muchos compañeros estuvieron internados y ha muerto mucha gente en el barrio. Desde nuestro lugar armamos un punto solidario para entregar comida, el jueves entregamos 500 viandas", indica Coco.
"Un templo de vida"
El mismo jueves, un día después del incendio, los integrantes de la Cooperativa se reunieron en el lugar con una pregunta concreta: ¿cómo seguir? "Nos sentamos acá, lloramos lo que teníamos que llorar y dijimos vamos a seguir, no vamos a renunciar. Lo que se desmoronó por el fuego es un templo de vida para el barrio, pero la identidad de la Cooperativa no se va a destruir", sentencia Lee.
"Cuando empezamos allá por el 2000 nos hicimos una pregunta: ¿Para qué queremos organizarnos? Para mejorar la calidad de vida, fue la respuesta, llevar el pan a la mesa pero no solo eso, mejorar la calidad de vida tiene que ver con el crecimiento de los hijos, que puedan ir a la escuela, ofrecerles una alternativa", explica. Además de lo específicamente económico, el dolor por la pérdida del lugar está fuertemente atravesado por las actividades que la Cooperativa realiza en términos culturales y educativos con las puertas abiertas al barrio.
Según cuenta Lee, entre el apoyo escolar, que se inició hace veinte años, tan pronto como las primeras actividades productivas, los talleres de oficios y otras instancias educativas, por los espacios de la cooperativa pasan cerca de 300 niños, jóvenes y adolescentes del barrio. "El apoyo escolar es un oasis en el medio de la cava, después del incendio de 2016 la reconstrucción se inició con el apoyo escolar, sentimos que era lo primero que había que hacer", recuerda Lee.
Cerca del sitio del incendio también funciona el Centro Educativo Popular Eduardo Mignogna, nombre del reconocido realizador audiovisual que en 2002 estrenó el documental "Cartoneros de Villa Itatí", realizado en conjunto con la periodista y documentalista Ana Cacopardo. El film narra la vida en el barrio en los primeros días de la Cooperativa, y sus imágenes fueron registradas en parte por los propios vecinos de Itatí. Hacia el final de la película, se observa a los trabajadores mientras colocan las primeras vigas del techo original del galpón, aquel que debieron reconstruir en 2016, el que volverán a reconstruir ahora.
Colecta solidaria y ayuda estatal
Mientras esperan que la ayuda del Estado llegue "lo antes posible", en el barrio ya lanzaron una campaña solidaria para comenzar a reconstruir el galpón y recaudar fondos para garantizar el sustento de quienes se quedaron sin trabajo: "Los compañeros necesitan llevar a sus casas el pan de cada día", señalan. Una vez apagado el incendio, desde el Municipio de Quilmes y la Provincia se acercaron al lugar y manifestaron su compromiso para reconstruir el lugar, al que también se sumó Nación.
"La Provincia y el Municipio se encargarían de reconstruir la estructura y Nación de la maquinaria", contó a este diario Cecilia Lee, una de las fundadoras de la Cooperativa, que estuvo presente en las reuniones con los representantes que se acercaron al lugar. "El tema para nosotros es el tiempo, ojalá que la ayuda venga lo antes posible, pero mientras tanto, en el día a día, los compañeros tienen que sobrevivir. Ayer vendieron el cobre que quedó, con eso pudieron cobrar algo, pero necesitan llevar el pan cada día", señaló.
En este sentido, en el barrio lanzaron una campaña solidaria para recaudar fondos. "La Cooperativa es una gran familia que siempre da pelea, y que cree en el trabajo y en la solidaridad. Desde casa podemos hacer mucho por ellos y por sus familias. Doná lo que puedas", se lee en el texto de la campaña, que lleva como título "Volver a ponerse de pie". Las donaciones se pueden realizar al CBU 0140056401517305055675; CUIT: 33714455899. También se puede utilizar como vía de contacto el Facebook, que lleva el mismo nombre de la Cooperativa, o el siguiente email: [email protected].
El miércoles por la tarde, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, se reunió con los integrantes de la Cooperativa y les informó que estaba en contacto con el gobernador de la provincia, Axel Kicillof, y con el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, "para articular la maquinaria necesaria para recuperar el espacio y, además, brindar las herramientas necesarias para ayudar a las familias que producto del incendio vean afectado su trabajo diario", según informaron desde el Municipio.