Al día siguiente de que la Cámara de Diputados aprobó la revocación del régimen de Consolidación General del Trabajo, que había sido decretado por Getulio Vargas en 1943, los brasileros protagonizaron el viernes la huelga general más grande que le país haya conocido, en contra de esa y de las otras medidas del paquete de restauración neoliberal del gobierno de Michel Temer.
Convocada por todas las organizaciones del movimiento popular –sindicatos, centrales sindicales, partidos de izquierda, frentes populares –, el movimiento paralizó al país y promovió grandes manifestaciones en las grandes ciudades, pero también en las medianas y pequeñas de todo el territorio nacional.
Las medidas impopulares del gobierno de Michel Temer fueron produciendo movilizaciones de resistencia en distintas capas de la población, al afectar sus derechos fundamentales, hasta que la mismísima base de apoyo parlamentario del gobierno empezó a demostrar falta de voluntad para seguir coadyuvando al gobierno, aún mas conforme se acercan las elecciones del 2018 y sus mandatos quedan en riesgo, al aparecer vinculados a un gobierno que tiene un cuatro por ciento de apoyo y que genera un inmenso rechazo en la población.
Fue en ese marco difícil para el gobierno que se dio la huelga general en rechazo a las medidas de precarización generalizada de la fuerza de trabajo, de cambios en la legislación laboral, de violación de los derechos básicos de los trabajadores a jubilarse al final de sus carreras.
Ciudades como Sao Paulo, Brasilia, Belo Horizonte, Salvador, Porto Alegre, Fortaleza, Recife, presentaban escenarios de fin de semana, con todo el transporte parado, así como gran parte del comercio y la casi totalidad de las escuelas y universidades. Fue una gran demostración de fuerza del movimiento popular, después de ensayar varios meses antes de tomar la decisión de convocar la huelga general.
La huelga se da cuando el gobierno corre en contra del tiempo, para hacer aprobar las medidas que desean el mercado y los grandes medios. La base parlamentaria del gobierno obedece cada vez menos a sus orientaciones, con votaciones cada vez mas apretadas y con aplazamientos de proyectos condenados por la opinión pública. Y como en el Senado ya hay una mayoría en contra del gobierno, los proyectos aprobados en la Cámara de Diputados corren serios riesgos de ser rechazados en esa segunda instancia.
La huelga general plantea la lucha democrática de Brasil a un nivel más alto. La declaración que Lula debía dar hoy en Curitiba ante el juez Sergio Moro fue aplazada una semana por éste, al constatar que las acusaciones son muy flojas. Usará estos días para intentar obtener alguna nueva confesión de algunos de los que tienen detenidos hace meses, alguien que pueda aportar algún dato un poco más consistente. La nueva fecha es el 10 de mayo, día para el cual fueron también se trasladaron las grandes manifestaciones populares de acompañamiento a Lula desde su residencia en Sao Bernardo do Campo, en el suburbio industrial de San Pablo, hasta el juzgado de Moro en Curitiba.
Moro suele dictar sentencia en sus causas judiciales pocas semanas después de la ultima declaración. Así, se puede esperar que su sentencia, en primera instancia, saldría alrededor de junio. A partir de ahí, hay otra instancia que suele acompañar la decisión de Moro, la sala de apelaciones, que confirmaría la probable condena de Lula.
Quedaría, a partir de ese momento, la posibilidad de una cautelar al Supremo Tribunal Federal, que liberaría Lula para ser candidato, a pesar de la condena en segunda instancia. Todo ello ocurre paralelamente a la secuencia de encuestas que no sólo dan apenas un cuatro por ciento de apoyo al gobierno - además de elevar a Temer al puesto del político mas rechazado en Brasil, empatado con un preso por corrupción, Eduardo Cunha, - sino también muestran cifras superiores al 40 por ciento de aprobación para Lula, lo cual le permitiría triunfar en primera vuelta.
Son semanas y meses para quitarle el aliento a cualquiera. Lula da entrevistas casi diarias a radios de distintas provincias de Brasil. Visitará Rio Grande, en la provincia de Rio Grande do Sul. Esa ciudad sufre las duras consecuencias de la decisión del gobierno de comprar plataformas para Petrobras en Corea del Sur, a expensas de la recuperación de la industria naval brasileña, conquista de los gobiernos del PT. Luego vendrá la ida de Lula a Curitiba.
La huelga general debilita todavía mas al gobierno y fortalece a Lula y a todo el movimiento popular brasileño, unificado alrededor de la resistencia a los proyectos antipopulares del gobierno Temer.