“Voy detrás de ese instante de combustión, cuando las energías del espíritu están maravillosamente coordinadas con la acción del cuerpo”, dijo alguna vez Barbara Morgan (1900-1992), artista estadounidense mayormente conocida -y celebrada- por congelar con maestría momentos efímeros: el movimiento de descollantes bailarines modernos como Martha Graham, Merce Cunningham, José Limón, Doris Humphrey… Estudió Bellas Artes en la Universidad de Los Ángeles, California, previo a mudarse en 1930 a Nueva York, donde empezó su colosal proyecto de documentar a decenas y decenas de danzarines y coreógrafos profesionales. También viajó al suroeste de su país de origen, donde registró rituales de baile de pueblos originarios a través de acuarelas, grabados, fotografías. “En mi obra, sea abstracta o realista, lo que no puede faltar es el ritmo vital”, ofrecía, pronta a subrayar: “No importa si es danza, fotomontaje, gente o naturaleza; siempre tiene que estar presente la energía”.
Gracias a sus composiciones de gran dramatismo, que efectivamente hacían honor a la máxima, fue una de las primeras fotógrafas en exponer en solitario en el MoMA, en 1945. Además, en la década del 50, cofundó la revista Aperture junto a personalidades como Dorothea Lange, Minor White, Ansel Adams. Aquello sin siquiera mentar que fue pionera en la creación de fotolibros, “que ella misma maquetaba”, apunta la curadora Pia Ogea, a cargo de la muestra Bárbara Morgan: gesto, danza y expresionismo, que se expone el Museo del Romanticismo de Madrid por estos días y hasta el 26 de septiembre, en el marco del festival PHotoEspaña.
La muestra salda, en cierto sentido, una deuda pendiente. “Aunque Morgan representa una figura notable de las vanguardias históricas en Estados Unidos, su legado artístico ha tenido escasa visibilidad en Europa”, reconoce Ogea, que ha trabajado con una pequeña selección de piezas notables; incluidas Letter to the World (que años más tarde reinterpretaría Warhol) y Lamentation, donde Barbara eterniza a una espléndida Graham en plena faena. Trabajos que, a decir de la crítica especializada, marcó un punto de inflexión en la fotografía norteamericana, dinamitando ciertos fundamentos “con la irrupción de la expresión, del sentimiento, de la experiencia humana a través del cuerpo, su movimiento e impulso vital”, en resumidas palabras del texto introductorio de la expo.