¿Es posible construir una voz común y ser con los demás a pesar de las diferencias? ¿Es posible crear una experiencia teatral a pesar de la distancia de los cuerpos impuesta por la pandemia? Estos son algunos de los interrogantes que plantea Un día. El mar, propuesta escénica-virtual del director y autor Ariel Farace. La experiencia se pudo ver en forma gratuita el sábado pasado y estará nuevamente el 10 de julio a las 16 horas por streaming, a través de la web de la Casa Nacional del Bicentenario.
Creador de obras como Luisa se estrella contra su casa y Constanza muere, espectáculos que marcaron la escena independiente de los últimos años con una poética tan disparatada como conmovedora y verosímil, Farace asumió esta nueva aventura a partir de la invitación de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), de dirigir el proyecto de graduación de un grupo de estudiantes de la Licenciatura en Actuación. Él nunca había trabajado con un elenco tan numeroso. “Pedí una beca para extranjeros al Ministerio de Cultura francés, para hacer una residencia de escritura en La Chartreuse, que es el centro nacional de dramaturgia de Francia. La obtuve y escribí ahí en 2019, pensando en un elenco joven y numeroso”, cuenta Farace a Página/12. Al año siguiente sobrevino la pandemia y lo que iba a ser un proceso creativo, de ensayos presenciales con los estudiantes durante cuatro meses, mutó a ocho meses y en formato virtual. Hicieron dos funciones con público en 2020 y ahora van a mostrar una nueva versión online.
“El texto es largo, tiene una forma entre poética y de novela también. Es como una suerte de única voz común, una primera persona del plural, porque me interesaba cómo construir una voz que pueda dar cuenta de una comunidad, una voz poética que nos permita integrar diferencias y a la vez hablar de si”, comenta el autor. El texto adquirió nuevos sentidos con la pandemia, que a las diferencias de ideas y a las distancias mentales sumó distancias físicas y aislamiento. “Parecía hablar de toda la situación de distancia, de la imposibilidad de estar juntes, de la distancia de los cuerpos. La obra aborda la imaginación como ese espacio en el cual podríamos encontrarnos y plantea una suerte de recorrido imaginario durante todo un día, desde que el sol sale hasta que el sol se oculta, donde se va construyendo esa posibilidad de compartir un espacio imaginado”, anticipa.
En estas dos funciones de julio, el elenco formado por Daiana Antón, Rocío María Aschieri, Francisco Bertín, Francesca Giordano, Candela González Tonon, Federico Lehmann y Cristian Meneses, el director y su asistente Amalia Tercelán, y el técnico Pablo Boltshauser se conectan en vivo vía Zoom cada uno desde su lugar. La mayoría está en Capital Federal y Buenos Aires con excepción de dos actores, uno en Bariloche y el otro en Gualeguay. Y la experiencia se transmite por un link de Youtube alojado en la web https://casadelbicentenario.cultura.gob.ar/. El escenario es entonces la plataforma de Zoom donde se reúne el equipo creativo y el espectador verá la puesta en escena que configuran con los recursos que permite ese dispositivo. “Le sacamos el jugo a todo lo que se puede hacer. Estuvimos meses explorando y organizamos una gramática. Qué cámara aparece primero, cuál es la pantalla que se está capturando, cómo funcionan los audios, cómo puede convivir alguien tocando una canción en Buenos Aires con alguien caminando en un bosque en Bariloche y con otro haciendo el off de todo eso desde Paternal”, explica el director. La actuación, la música, la naturaleza y la poesía son los ejes que nutren el trabajo, “una experiencia estética con mucho de lúdico”, según Farace. Esta apuesta es una clara muestra de la necesidad y de las ganas del director de seguir explorando y creando a pesar de la crisis de la Covid que pulverizó vidas y certezas. “Uno podría pararse en la disyuntiva de si ésto es o no es teatro. Creo que es una forma de preguntarnos qué podría ser el teatro ahora, de qué manera podemos seguir pensando o compartiendo lo que entendíamos como experiencia teatral. Elijo seguir preguntándome cosas y trabajar con lo que hay”, reflexiona.