Agustín Salvia es el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, y ante la conducción de la CGT pintó un escenario complejo pero no catastrófico de la situación económico-social que vive la Argentina. Eso sí, advirtió que la no elaboración y puesta en marcha de políticas de desarrollo a largo plazo complicará aún más el panorama. En ese marco, consideró que a la central obrera le cabe un rol importante en la búsqueda de estas políticas. Un desafío que Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del triunvirato, consideró como válido.
La charla de Salvia fue la primera de una serie de encuentros que la CGT inició y que denominaron “Los trabajadores pensamos el país”. Al director del Observatorio de la UCA le seguirá, el martes próximo, el teólogo brasileño Leonardo Boff. A Salvia lo escucharon, además de Schmid, el otro triunviro Héctor Daer, Andrés Rodríguez de UPCN, Abel Frutos de Panaderos, Agustín Amicone de Calzados, Luis Cáceres de Ladrilleros y Esteban “Gringo” Castro de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). El salón Felipe Vallese estuvo colmado de dirigentes sindicales intermedios, la mayoría de ellos muy jóvenes.
En su exposición Salvia señaló que la situación no es catastrófica por al menos dos razones. Una de ellas son las leyes que dejó el kirchnerismo –lo dijo sin nombrar al gobierno anterior– referidas a la actualización tanto de las jubilaciones como de los planes sociales, a las que el presidente Mauricio Macri le dio continuidad. “Promovió una transferencia de ingresos vía los planes sociales que mantienen el piso de la estructura de la pobreza y de la indigencia”, dijo y consideró que ello evitó que “la indigencia y la pobreza explotaran”. La otra razón –según el especialista– es la disminución del impacto del impuesto a las ganancias y, además, las negociaciones paritarias que “compensaron la caída”.
A pesar de la decisión de darle continuidad a estas políticas sociales pre-existentes, sostuvo que la condición de los indigentes e incluso de los pobres “se ha profundizado” porque la posibilidad de salir de esta situación se alejó mucho más. Estos grupos representaban hacia el final del kirchnerismo un 30 por ciento de la población que en cuestión de 500 días creció un diez por ciento. Es por ello que Salvia se preguntó si ante esta situación cabe analizar qué modelo de país se está generando donde un tercio de la población está prácticamente afuera del sistema y que bien podrían ser considerados como “descartables”. De todas formas señaló que del resto de la población sólo un tercio vive en condiciones óptimas porque el otro tercio, donde se ubica buena parte de la clase media, está incluido pero de manera precaria.
“Hay discursos económicos y políticos pero la situación estructural sigue problemática, que más que resolverse tiende a agravarse. A veces parece que vamos mejor pero la realidad se nos viene encima”, afirmó Salvia ante un auditorio que permaneció atento a los casi 60 minutos de exposición que estuvo condimentado por una buena cantidad de datos estadísticos.
Y la realidad que se desplomó para Salvia está impregnada por una combinación de recesión e inflación que lejos está de generar empleos de calidad y formales. De hecho el especialista reconoció que en estos últimos meses se ha producido un crecimiento del empleo, algo más de 80 mil, pero advirtió que “este crecimiento se logra con salarios más bajos con una inflación más baja pero creciente”. Pero al mismo tiempo indicó que ese incremento de los puestos de trabajo no son suficientes para contener al crecimiento vegetativo de la población y, por ende, de aquel sector que debería incorporarse al mundo laboral. Es más, advirtió que el posible mejoramiento del poder de compra de una familia no se produce por una suba salarial que lo permita sino a partir de sumar nuevos trabajos o integrantes de las familias a empleos que tienen, como denominador común, de baja remuneración y menor calidad.
Según Salvia, y de acuerdo al estudio realizado por el Observatorio que dirige, entre 2010 y 2016 la condiciones han empeorado. Por caso, el desempleo para 2010 era de 11,4 por ciento, que cayó en 2013 al 8,8 por ciento, y alcanzó en 2016 el 9,9. A esos porcentajes hay que sumarles que hacia finales del año pasado el 18 por ciento de la población se encuentra bajo la condición de “subempleo inestable” y el 30,7 por ciento con “empleo precario”. Un escenario que, para el especialista, genera entre la población con empleo un “temor creciente” a perder el trabajo.
Sostuvo que desde la recuperación de la democracia hasta la actualidad “no hubo políticas de desarrollo sino políticas de crecimientos coyunturales que permitieron ganar elecciones”. Puso como ejemplo lo desarrollado por Cristina Kirchner antes de su reelección de 2011 que, si bien no lo dijo, tuvo su continuidad con leyes como las de movilidad jubilatoria y de los planes. Tal vez para equilibrar el diagnóstico remarcó que el gobierno macrista promociona la baja del poder adquisitivo como única forma de controlar la inflación que se multiplicó por las consecuencias de la devaluación provocada a fines de 2015.
“No hay problema de oferta de empleo sino de demanda”, dijo y avisó que durante el año pasado por lo menos el 27,7 por ciento de los consultados por el Observatorio estuvo una vez desocupado. Eso sí, los que recuperaron el trabajo lo hicieron en peores condiciones. Por si faltara algún dato, Salvia dijo que “aunque lleguen inversiones, no habrá derrame hacia los sectores menos dinámicos si no hay políticas activas de desarrollo local-regional, hacia el sector informal y las economías sociales”.