La novela Moby Dick ha sido objeto de críticas elogiosas y de denostaciones seculares. Tengo en este momento mucho deseo de volver a incursionar en ella. La navegüé parcialmente hace ya muchos años. Como dicen muchos hay que tener una gran disposición para leerla completa. Herman Melville es lo que se dice alguien que con mucha facilidad en esa novela “se va por las ramas”.

Situada en la primera mitad del siglo XIX, en épocas en que el aceite de las ballenas era el combustible imprescindible de las grandes ciudades del creciente mundo que se venía, relata las peripecias de un ballenero. No fue para Melville un logro editorial, ni mucho menos en su momento, fue un gasto para él enorme, tan enorme como la caza de Moby Dick. En vida de Melville la novela fue considerada un rotundo fracaso, sólo después de su muerte comenzó a considerarse como una obra maestra, y lectura obligada de lo que se llamó el renacimiento norteamericano.

El ballenero Pequod capitaneado por el autoritario Ahab reúne como tripulación una serie de personajes de distintas partes del mundo, cada uno con sus costumbres y locuras, lo cual hace que se haya pensado la novela como una representación del mundo mismo.

El autor es Melville, pero el narrador, es interesante despejar esta diferencia, es el joven Ismael que al comienzo de la novela dice "Call me Ishmael" en inglés, traducido al español a veces como “llamadme Ismael”, otras veces como “pueden ustedes llamarme Ismael” se ha convertido en una de las citas más conocidas de la literatura en lengua inglesa. Pero el personaje central es el capitán Ahab y su peregrina búsqueda de ese cachalote infernal, de ese demonio blanco que se transforma en su obsesión.

Que el narrador lleve por nombre Ismael es un asunto, pues es un nombre bíblico, quiero decir que no creo que Melville ignorase que existía una controversia entre judíos y musulmanes sobre Ismael e Isaac. Estas referencias a la biblia y sus relatos no son casuales porque también se ha comparado a Moby Dick con el Leviatán, monstruo marino asimilado a las ballenas, creado por Dios, que es representación del mal, de lo demoníaco, en Thomas Hobbes, es la representación del poder absolutista del Estado.

Justamente lo que a mí me llevó a estas líneas es esa búsqueda frenética del capitán Ahab de esa ballena que lo lleva a su propia destrucción y a destruir a quienes lo acompañan, al hundimiento y al ahogo, al arrastre por Moby Dick, animal inteligente, a las profundidades oceánicas, también imagen de lo oscuro, de lo inconmensurablemente desconocido, a la muerte.

Esa pasión sin retroceso, ese frenesí, esa idea fija, esa actitud de venganza irrefrenable, como Ahab mismo dice, porque a causa de Moby Dick perdió una pierna. El odio a ese Otro castrador, que le muestra su pequeñez.

 

*Psicoanalista. [email protected]