“A la calle, que ya es hora” es el lema de la 34º Semana Negra de Gijón, edición ciento por ciento presencial que empezará este viernes 9 y se extenderá hasta el domingo 18 de julio en el Puerto Deportivo, con la participación de cuatro escritoras argentinas: Claudia Piñeiro, Paula Rodríguez, Gabriela Saidon y Ana Llurba, finalistas de cuatro premios literarios que entrega el festival más popular y longevo de España, que el año pasado fue presencial sólo para los autores españoles. Más que una exclamación de indisimulable alegría por volver a las calles, el lema responde al hartazgo que han generado las pantallas, después de más de un año de pandemia. El bullicioso “tren negro” que partía desde Madrid a Gijón con todos los escritores invitados, un clásico del inicio del festival, aún no está permitido por las autoridades sanitarias españolas. Entre los invitados internacionales se destacan Paco Ignacio Taibo II (México), los italianos Alessandro Portelli y Paolo Bacilieri y el francés Pascal Buniet.

“El hecho de ir a la calle es volver a hablar en la calle, con todas las medidas sanitarias”, subraya Ángel de la Calle, el director de contenidos de la Semana Negra de Gijón, a Página/12. “A diferencia del año pasado, podemos pasear por ahí, pero siempre con mascarilla; se podrá uno sentar en el bar y en el restaurante y los autores hablarán en carpas abiertas, pero con foros limitados (120 en algunas carpas; 60 en otras) y medidas de seguridad”, precisa De la Calle. “Somos un festival popular y gratuito al que se puede acudir sin prevenciones culturales. Somos populares porque mantenemos el mismo espíritu festivo, cuidándonos y cumpliendo con todo lo que es obligatorio cumplir en España”, aclara De la Calle y cuenta que esta edición se podrá ver online en el canal de Youtube de la Semana Negra.

Piñeiro es finalista del premio Dashiell Hammett con la novela Catedrales. Los otros finalistas son los españoles Lorenzo Silva con El mal de Corcira, Elia Barceló con La noche de plata, Alberto Gil con Las jaurías y Marta Sanz con Pequeñas mujeres rojas. Si gana Piñeiro, será la primera autora argentina en obtener el Hammett, un premio que cuenta con varios narradores argentinos entre los ganadores: Raúl Argemí (2005), Leonardo Oyola (2008), Guillermo Saccomanno dos veces (2009) y (2013), Guillermo Orsi (2010), Ricardo Piglia (2011), Marcelo Luján (2016) y Juan Sasturain (2019). Las otras autoras argentinas finalistas son Paula Rodríguez con Causas urgentes (Premio Memorial Silverio Cañada a la primera novela de género negro), Gabriela Saidon con La reina (Premio Espartaco a la mejor novela histórica) y Ana Llurba con los cuentos de Constelaciones familiares (Premio Celsius a la mejor obra en Ciencia Ficción y Fantasía).

“La presencia de autoras y autores argentinos es siempre importante porque en la literatura escrita en español, nuestro idioma en común, los escritores argentinos están entre los más importantes, ya no solo del español sino del mundo entero”, pondera el director de contenidos del festival. “Las escritoras argentinas son de un nivel altísimo", agrega De la Calle. "El año pasado el diario El País me preguntó cuál era la mejor novela negra extranjera publicada en 2020. Sin duda la mejor novela publicada en España el año pasado es Catedrales. La literatura argentina, junto a la mexicana, son dos de las más importantes en español y en el mundo”.

De la Calle recuerda que en 2020 se vendió un 5 por ciento más de libros en España, un aumento notable que llegó a superar los libros vendidos en 2019. “La lectura es necesaria; ayuda, protege y cuida, además de ampliar la experiencia del tiempo que estamos en la tierra”, plantea el director de contenidos de la Semana Negra de Gijón. “Hay muchos otros ojos que, con su mirada, son capaces de transmitir y compartir vidas que no hemos tenido. La lectura fue un refugio durante el confinamiento. Y lo sigue siendo", advierte De la Calle. "El género negro en su mejor versión puede ser una lectura apasionante, que también incluye la reflexión en sociedades altamente criminalizadas, y permite hacer justicia literaria, cosa que en la vida es tan difícil de lograr”.