“Al final vimos caer la constitución de Pinochet”, las paredes de Chile andan diciendo; y será una mujer mapuche quién dirija el entierro de este resabio del poder dictatorial. Más que justicia poética, la elección este lunes de la docente universitaria, lingüista y activista Elisa Loncón como presidenta de la Convención Constitucional que redactará la nueva Carta Magna es el eco de una sociedad insurrecta que hizo temblar en 2019, con perdigones en los ojos y saltando molinetes, los cimientos de una sociedad desigual. Dos activistas feministas del país andino reflexionan sobre el impacto de esta designación en la política chilena y regional y su trascendencia histórica.
“Esta convención que hoy día me toca presidir transformará Chile en un Chile plurinacional (...) En un Chile que cuide a la madre tierra, en un Chile que limpie las aguas, contra toda dominación pu lamngen (hacia ella)”, anunció Loncón sobre este sueño hecho realidad al ser envestida, donde empezó su discurso con palabras en mapudungun.
“Tenemos que ampliar la democracia, tenemos que ampliar la participación, tenemos que convocar hasta el último rincón de Chile que vea este proceso, que sea un proceso transparente, que nos puedan ver hasta el último rincón de nuestro pueblo, y en nuestras lenguas originarias, que han estado postergadas durante todo lo que ha sido el estado nación chileno”, expresó emocionada en su primer discurso, donde también mencionó la reciente noticia de las iglesias canadienses donde se han encontrado cuerpos de niños de pueblos originarios. “Es vergonzoso cómo el colonialismo ha atentado y ha atacado el futuro de las naciones originarias. Nosotros somos pueblo solidario, por eso hermanas y hermanos es que nos hemos jugado”, manifestó.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que empezaron a circular tuits preguntando si “esta indígena sabe leer” e, incluso, vinculándola con Pinochet a través de fotografías falsas de ella. “A raíz de una imagen que se está viralizando de mi persona, quiero decir que la persona de la foto no soy yo. Esas prácticas cobardes de mentir y agredir a los que luchan serán erradicadas en el nuevo Chile que nace”, tuvo que aclarar en sus redes.
Para Jessica Cayupi Llancaleo, vocera y abogada de la Red de Mujeres Mapuches, estos señalamientos reflejan “un estigma que ha puesto el estado chileno en la sociedad respecto a los pueblos originarios”. “Creen que somos tontos, analfabetos, que vivimos en rucas, con un taparrabo y hubo que callarles la boca. Porque sí, esa mujer sabe leer. Sabe escribir. Da clases en la Universidad de Santiago, tiene magísteres y doctorados de universidades europeas, que a ellos tanto les gusta lo europeo. Y desde muy joven es activista y defensora del pueblo mapuche. Muchos creían que no tenía las condiciones necesarias para ocupar ese cargo y sí las tiene. Pero hubo que mostrarles su currículum para intentar validar que una persona de pueblos originarios pueda presidir la convención constitucional”, sostiene.
¿Qué lectura podés hacer de la designación de Elisa Loncón como presidenta de la Convención Constituyente?
--Jamás una mujer de pueblos originarios había tenido un cargo político tan alto en este país. Estos espacios estaban muy vedados y limitados y que ella haya podido acceder es el resultado de una lucha constante; y acá hablo de pueblo mapuche, que sigue en resistencia por su cosmovisión, por su cultura y sus territorios. Hoy en día, la presidencia de Elisa dentro de este órgano es el reflejo de estas disputas, pero también del despertar del pueblo chileno, que se dio en varias aristas de la sociedad y que rechaza las desigualdades entre clases y entre pueblos. Si recuerdas, en la mayoría de las marchas se veía más la bandera mapuche Wenufoye que la de Chile, porque somos un pueblo en resistencia y esa característica ahora se está manifestando en todos los espacios que se alzaron en lucha.
¿Cómo fue el acceso de los representantes de los pueblos originarios a este espacio de toma de decisión político?
--Los convencionales que redactarán la nueva constitución son 155 y hay 17 escaños reservados para pueblos originarios; dentro de ellos, hubo que dividir entre todos los pueblos de Chile: 7 le correspondieron al Mapuche, 2 al Aymará y 1 al resto. En realidad, por una cuestión de proporción con la población de país, tendrían que haber sido 24 escaños; sin contar el de los hermanos afrodescendientes, que no consiguieron el suyo ni lograron tenener su representante.
¿Cómo se institucionalizó esto?
--El 25 de noviembre del 2019 se firmó el famoso Acuerdo de Paz que estableció que se iba a crear una nueva constitución para apaciguar a la gente y dar a entender que se apuntaba a crear cambios estructurales. Este acuerdo fue genérico y no incluyó tres puntos importantes: la paridad, cómo iban a entrar en juego los independientes y cuántos iban a ser los escaños reservados. En el comienzo del 2020 esto se empezó a discutir: la paridad se logró por la presión y los esfuerzos de la lucha feminista en las calles; en segundo lugar, se estableció que los independientes puedan conformar listas con sus propios candidatos, porque el pueblo ya no quiere más partidos políticos tradicionales. Finalmente, en diciembre del año pasado se terminó de establecer el punto sobre los pueblos originarios: las inscripciones cerraron el 11 de enero de este año, o sea, solo nos dejaron quince días para pensar quiénes iban a ser nuestros constituyentes.
¿Cómo reaccionaron los sectores conservadores ante este avance a favor de la ampliación de derechos?
--Tenemos una elite dominante que va a hacer todos los intentos para que los grupos excluidos sigamos así, para meter miedo diciendo que nos vamos a transformar en “Chilezuela”, haciendo una parodia estúpida de Venezuela, pero acá hemos perdido ese temor, la gente que se manifiesta sabe que somos países distintos, con proyectos históricos y constitucionales diferentes y que somos los pueblos quienes tenemos que escribir nuestro futuro. Y esta campaña del terror a la derecha no le está funcionando: los pueblos siguen en resistencia y eso se refleja en la convención constitucional.
¿Cuáles son los reclamos sociales más importantes que se quieren trasladar a la nueva Carta Magna?
--En Chile los derechos sociales que tienen las personas no existen en la constitución o están muy limitados porque todo se ha privatizado, mercantilizado y esto es gracias a la constitución de Pinochet, donde se institucionalizó que el estado no meta mano en aquellas áreas donde quieren actuar los privados. Y, justamente, los privados se dieron cuenta que los derechos sociales de los chilenos son muy rentables. Esto se ve en las jubilaciones, por ejemplo, donde los grandes grupos empresariales pasan pensiones miserables llevándose beneficios inmensos; también vemos que la salud no es un derecho, tienes salud si tienes plata; lo mismo pasa con la educación pública. La vivienda digna tampoco figura, entre otro sinfín de cosas más. En ese sentido, lo que más preocupa a les constituyentes tanto de los pueblos originarios como a los independientes y de plataformas feministas, es el reconocimiento de la plurinacionalidad, el reconocimiento de que acá hay distintos pueblos naciones y que, en base a eso, se debe redistribuir el poder y la riqueza. Todas estas demandas, además del cuidado del medio ambiente, tienen que estar en la constitución, porque son el piso mínimo que esta pidiendo la gente. Y si los constitucionales no la llevan, los movimientos sociales y las organizaciones de base las vamos a llevar, porque estamos muy atentes al proceso y vamos a seguir así hasta que termine.
Camila Zárate, activista socioambiental, animalista y ecofeminista es una de las mujeres que también integrarán la Convención Constituyente y fue la dirigente electa del Distrito Siete por La Lista del Pueblo, una coalición de candidatos independientes. Para ella, “la participación que protagonizan los representantes de los pueblos originarios en la escritura de la nueva constitución es, justamente, pensar un nuevo ciclo político” en Chile, que “deje atrás la vieja política”.
¿Qué sesgos tiene esa práctica política tradicional que los movimientos en resistencia quieren desterrar?
--Implica sobre todo un pacto con una elite empresarial, que genera una participación no vinculante y que no representa a las personas, que tienen bajísimas tasas de actividad partidaria. Lo que se busca es pasar a una política de representación de las mayorías y, para eso, les excluídes históricamente por el Estado de Chile tienen que tener representación: los pueblos originarios, las mujeres, las disidencias sexuales y sexogenéricas, les niñes y adolescentes, las personas con discapacidades, los animales no humanos y la naturaleza. Todes les excluidos y oprimidos hoy quieren ser protagonistas y su voz es indelegable en la redacción de la nueva constitución, que guarda una relación directa con el nuevo Chile que estamos construyendo.
¿Podemos decir que la designación como presidenta de Elisa Loncón puede ser leído como un acto de reparación?
--No podemos decir que la incorporaron a la presidencia de Elisa es una reparación para los pueblos originarios y, en particular, para el pueblo nación Mapuche, que fue militarizado por el gobierno de Chile, pero sí es un comienzo importantísimo respecto a las prioridades que van a orientar este proceso de escritura: el reconocimiento de los derechos colectivos, los derechos de la plurinacionalidad, los derechos políticos y jurídicos ancestrales, el reconocimiento respecto a la cosmovisión de la Madre Tierra y del buen vivir, son algunos procesos que buscamos quienes queremos crear esta nueva constitución.
¿Cómo ves la participación que le da el pueblo chileno a la incidencia de candidatos independientes?
--Esto significa la construcción de una nueva política de participación vinculante y de cara a la gente, transparente, donde todes podamos sentirnos parte del proceso que estamos habitando. Los independientes no tenemos nada que ver con la política partidista, que tiene poca representación y que es ilegítima en las maneras que ha buscado para mantenerse en el tiempo sin tener la cantidad de miembros mínimos que se requiere. También existen prácticas políticas en términos del financiamiento, de lo comunicacional y lo económico que son distintas a las dinámicas independientes, que buscamos dejar atrás las determinaciones verticalistas y perseguir la horizontalidad; eso es lo que se valora del mundo independiente, y por eso se castigó a quienes provienen de partidos políticos.
¿Qué viene a aportar el feminismo a esta nueva construcción?
--El feminismo tiene todo para ofrecer. De entrada, la primera discusión del reglamento tiene que ser profundamente feminista: somos la mujeres quienes tenemos que tener un rol protagónico, nuestra voz no puede ser mas relegable y somos quienes tenemos que poner al centro aquellas preocupaciones que han sido bajadas a un segundo plano, como es la economía de los cuidados, la economía del tiempo, la importancia de la autodeterminación de nuestros cuerpos. En ese sentido, la perspectiva feminista va a ser fundamental en cómo desarrollamos y miramos el labor de les convencionales. Hablamos entonces de una mirada y una transformación profunda, en donde ya no veamos la sociedad en función de la explotación de los cuerpos y territorios, sino desde la justicia y la igualdad y, para, eso la voz de las mujeres y las disidencias sexogenéricas van a ser elementales en la construcción de este nuevo Chile y esta nueva Carta Magna.