José Rubén Lofiego, alias el Ciego, feroz torturador del Servicio de Informaciones que funcionara en el sótano de la ex Jefatura, en Dorrego y San Lorenzo, murió el último miércoles. Tenía 72 años y estaba internado desde el 1 de Julio cuando fuera "derivado de urgencia al hospital Eurnekián de Ezeiza , por mal estado general con ictericia generalizada de impregnación en contexto de cáncer de páncreas en estado avanzado", segun reza la documentación federal al que tuvo acceso Rosario12. El texto aclara además que "se le realizó tratamiento paliativo con morfina y midazolam, hasta su fallecimiento que tuvo lugar el miércoles a las 19.45".
Hace solo unos días el Tribunal Oral Federal de Rosario N°2 había resuelto que Lofiego permaneciera en la cárcel donde cumple sus condenas por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. Es que a pesar de los problemas de salud que tenía y del pedido de prisión domiciliaria, no estaban dadas las condiciones que debe reunir para poder efectivizarla, y que ni la obra social, IAPOS, ni nadie de su familia podía asistirlo de la forma en que lo necesitaba. Según se aclaró entonces el represor necesitaba de una persona que lo cuidaras las 24 horas. En cambio, en el penal podía recibir la atención médica que requería por sus patologías.
Su muerte no pasó inadvertida: Gabriela Durruty abogada de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos lo definió como "lo peor de la mano de obra de quienes usurparon el poder estatal e implementaron el genocidio como política pública durante la última dictadura". Para la letrada, Lofiego "cometió todas las conductas penadas en la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio, y comandó la tortura en el mayor centro clandestino de detención de la región, el ex SI".
Para Durruty, Lofiego "murió donde debía, en cárcel común. Sus incontables víctimas pueden dormir tranquilas. Ayudaron a convertir nuestro país en un mejor lugar para vivir".
La abogada recordó que el represor "habló mucho al principio de las investigaciones”, y destacó que "estuvo totalmente convencido de lo que hacía, de modo bestial. Desde la reapertura de los juicios, en 2003, aportó datos certeros; tanto, que siempre creímos que tenía un registro de lo que había ocurrido. Se ordenaron no menos de 30 ampliaciones de indagatoria; prácticamente, hubo exceso probatorio” sentencio la abogada.
En las distintas elevaciones de Feced recibió primero una condena de prisión perpetua por los delitos de homicidio, torturas y privaciones ilegales de la libertad; luego otra condena a 12 años y en la última, en 2020, además de ser condenado por los mismos crímenes recibió una condena por delitos sexuales junto con Mario “el Cura” Marcote. Fue la primera vez en Rosario que las violaciones a las detenidas en un CCD fueron juzgadas por su carácter específico de violencia sexual y no como una forma más de tormento.Las dos víctimas de violación --Stella Hernández, secretaria de organización del Sindicato de Prensa de Rosario y Adriana Beade-- fueron representadas por Gabriela Durruty.
En julio de 2018 este diario publicó con la firma de Sonia Tessa una entrevista a Claudio Lofiego, hermano de El Ciego, quien o describiera con crudeza, luego de enterarse que había pedido su arresto domiciliario amparado en sus enfermedades, pero el Tribunal Oral Federal número 2 se la había rechazado. “Me parece que la prisión domiciliaria es ser muy indulgente con él, la defensa se ampara en sus enfermedades, pero pide una clemencia que él nunca ha tenido con las víctimas”, consideró el hombre diez años menor que el represor y con quien compartió su habitación hasta que eligió exiliarse en Europa, sin hablarse con él. En esa entrevista Claudio recordó que gente de su propio entorno que visitaba su casa terminó desaparecida. Y que alguna vez lo vio llegar a su hermano con su camisa machada con sangre.
Lofiego llegó a torturar con picana a su propio primo de nombre Miguel. Fue ex alumno del Colegio Sagrado Corazón y hasta veinte años después del golpe se desempeñaba como subjefe de operaciones de la policía de Rosario, desde donde organizaba los operativos de seguridad de los partidos de fútbol.