No solo del fenómeno culinario vive la TV argentina, aunque cada vez se parezca más a la transmisión de una cocina abierta las 24 horas que a un medio de géneros variados. Detrás del paradigma actual de pongamos a cocinar a todos, la pantalla chica local ofrece por estos días otro maridaje interesante: el de los músicos en la TV. Alejados de la vieja idea de solo transmitir presentaciones por televisión, pensados mucho más que en intentar mostrar el simple -aunque siempre atractivo- acto de tocar y cantar, varios ciclos redescubrieron una nueva manera de llevar la música a la pantalla chica. Desde el pionero de esta nueva etapa La Peña de morfi, hasta el sorprendente Los mammones, pasando por el importado La voz argentina o el más barrial La cocina de los Calamaro, la TV le hace un lugar a la música fuera de los escenarios, en plan más cercano al fogón que a la producción de estudio.
Favorecida por una pandemia que cerró salas y teatros, y canceló giras y presentaciones musicales en vivo, la pantalla chica se las rebuscó para sumar música y músicos a su habitual cotidianidad. Sin muchas más posibilidades que el rebusque del streaming, los músicos ahora forman parte de la TV desde lugares diferentes, con propuestas diversas pero también mucho más espontáneas y celebradas por los televidentes. Los típicos y acartonados reportajes en los programas más vistos y con conductoras que poco o nada sabían de los artistas pasaron al olvido.
Adelantándose a lo que se venía, tal vez gracias al olfato de su productor y conductor Gerardo Rozín, La Peña de morfi (domingos a las 11, por Telefe) supo hace años combinar la gastronomía y la música en vivo con un programa que acompaña a la familia en el día de descanso para muchos. Recreando un clima de distensión, con entrevistas que no le escapan a la emotividad ni al cuestionario fuera de agenda, La Peña… se instaló como una propuesta musical atípica, en el que músicos de todos los géneros y de diferentes escalas de popularidad pasan por el ciclo -ahora a distancia- para mostrar algo más que su talento artístico. Una propuesta novedosa, abierta a fusiones musicales diversas, que los televidentes eligen cada domingo desde hace varias temporadas.
En un plano mucho más humorístico, pero igual de distendido, Los mammones (lunes a viernes a las 20.30) se convirtió en la gran revelación de este 2021. En el programa de América también músicos de distintas latitudes artísticas se prestan a una entrevista que escapa a las preguntas promocionales de rigor para dejarse llevar por un espacio lúdico en el que se relajan y se prestan a hacer versiones de sus canciones o de otros alrededor del piano a cargo de Jay Mammon. Un cierre musical al que se animan a cantar todos los y las invitadas, sean actrices, directores o humoristas, algo que suele ser más común en los late night estadounidenses pero que no sucedía en la TV argentina. La clave para que eso ocurra recae principalmente en el talentoso y ecléctico animador, que despliega en el formato el tono justo entre la buena onda, el respeto y el reconocimiento al invitado sin por eso caer en la solemnidad o la exageración. Los mammones es una suerte de anecdotario con cierre musical en vivo.
En otro estilo, más tradicional en tanto formato internacional, La voz argentina (lunes a jueves a las 22.30, domingos a las 22, por Telefe) es una apuesta musical que arrasa en el rating. El programa de Telefe se convirtió en el ciclo más visto de la TV argentina, con un género clásico como el concurso de talentos, en este caso musical. Pero el diferencial de La voz argentina es esa “perversa” y atractiva vuelta de tuerca que significa ver al jurado de espaldas juzgando al participante únicamente por la voz, la ansiedad por saber si Lali Espósito, Ricardo Montaner o Soledad Pastorutti pulsarán o no el botón, y la posterior elección del o la elegida del equipo en el que desea participar. Lo que se dice un coctel artístico y televisivo atractivo.
La última novedad de esta aggiornada relación entre la música y la TV la marcó la llegada de La cocina de los Calamaro (domingos a las 13.30, por El Nueve). Con Javier Calamaro como anfitrión en su propia casa, el programa es una suerte de reality en el que además de cocinar la familia dueña del hogar (hijos y esposa, incluida) entrevista a un músico invitado, que en el primer envío lo tuvo a L-Gante. Apostando a la cotidianidad, a cierto registro artesanal, La cocina… persigue la idea de la entrevista relajada entre pares y sin la intimidación que provoca el estudio televisivo. La frutilla del ciclo es la canción final inédita que Calamaro y el o la invitada componen a cuatro manos. Un programa de entrecasa.
Distanciados de la tradicional presentación en vivo y los shows musicales de estudio, esos que Juan Alberto Badía popularizó en los '80 en el recordado Badía & Compañía, los programas de TV del 2021 no solo le dan a la música un lugar destacado, sino que además construyen un vínculo diferente entre la pantalla chica y los músicos. Sin la pretensión erudita de los programas de y para especialistas, pero tampoco sin caer en la bondad exagerada de otros tiempos, la TV argentina parece desandar aquellos viejos caminos para transitar por otros en los que la música y los músicos seo parte del show sin perder su identidad.