Sol Iannuzzi creció en la zona oeste del conurbano bonaerense, donde siempre fue común y natural el abandono de perros. Una música incesante de ladridos y maullidos envuelve su voz del otro lado del teléfono; ella está en el refugio que fundó y dirige, a punto de dar la mamadera a un grupo de gatitos. "Cada vez que veía los ojos de esos perros me daba cuenta de que me miraban y me pedían ayuda. Sigo viendo esos ojos de la misma manera", dice Sol, quien en el último año y medio recibió un aluvión de mensajes de WhatsApp en la cuenta de Rotitos de Alma. En la pandemia crecieron las adopciones tanto de perros como de gatos, aunque la contracara de esta tendencia es que también parecen haber crecido los abandonos. Además, las interrupciones en los servicios de castraciones dejaron a la deriva a muchos cachorros.
El aumento en las adopciones
“Los chats explotaban. Llegábamos a tener, por día, entre 50 y 100 pedidos de adopción, en capital y zona norte. Lo que más se dio fueron adopciones de cachorros”, detalla Sol. Rotitos de Alma se encuentra en el municipio de Moreno y aloja a 46 animales.
En 2019 Fundación de Gatitos dio en adopción a 180 gatos, un promedio de 15 por mes. En 2020 fueron 244, un promedio de 20 al mes. "Tuvimos muchos más pedidos de los que podíamos satisfacer", cuenta Patricia "Pachi" Baldisserotto, presidenta de la ONG. "Derivábamos a otros grupos, mostrábamos gatitos de nuestros fans que estaban en adopción o anotábamos en lista de espera. En lo que va de 2021 venimos con el mismo rango de 2020 y hasta un poco más", agrega. Los más solicitados son los bebés. Los proteccionistas luchan contra los estereotipos y mitos que alimentan las preferencias.
La tendencia tiene dos razones. Una, fundamental, es el tiempo. "Las familias estaban en sus casas y tenían el tiempo para dedicarle a un perrito o gatito y no dejarlo tanto tiempo solo", resume Tatiana Caffarena, del Refugio San Nicolás, de Lomas de Zamora. La pandemia instauró la posibilidad de acompañar a la mascota en el período de adaptación, de modo tal que "sienta el cambio de ambiente como algo lindo y no traumático”, añade Sol.
"Con menos actividad afuera hay tiempo para dedicarle a la crianza y aprender mutuamente", desliza Bautista Logioco, quien adoptó a Angie --Angelita, cuando la reta-- para "agrandar la familia" que armó con Juan. De hecho, la define como su "perrhija". "Trabajo en prevención de conflictos y consolidación de la paz con Naciones Unidas. Tengo una vida profesional que hace que en contexto no pandémico tenga que viajar mucho. La pandemia me daba la posibilidad de estar basado en casa", explica. Además, como se mudó con Juan hace poco, ahora sabe que Angie tiene otro "padre que la cuide" cuando él tenga que viajar por trabajo.
La otra razón del crecimiento en las adopciones es la soledad. “Mucha gente nos planteó que se sentía sola en la pandemia, porque lamentablemente no puede tener contacto con sus allegados o la vida que tenía antes. Tener un animalito es una compañía, una manera de gratificar el alma en estos tiempos", define Sol.
En Monte Grande, al sur del conurbano bonaerense, el refugio El Campito es una referencia. Lo habitan más de 400 perros. Su infraestructura, que se mantiene con apoyo de sponsors, es de gran complejidad. "Es el primer refugio en el mundo en tener una población muy grande de perros discapacitados", se enorgullece Sergio Moragues, un abogado que en principio se llevó de El Campito un perro ciego, luego se volvió voluntario y ahora es director. "Refugiamos a perros que fueron abandonados por viejos, porque creemos que toda vida vale. El que decide cuando muere es el perro. Le damos todo. Una segunda oportunidad. Tenemos más de 15 mil adoptados y miles de salvados que estaban muriendo, de esos que alguien dice ‘mátenlo, no puede vivir’. Sin embargo, viven y fueron adoptados.”
“Cuando empezó el boom, que duró los primeros cinco meses de pandemia, la gran preocupación era que las adopciones no tuvieran que ver con llevar un juguete a la casa. Para nuestra sorpresa lo que se vio tiene que ver con un grado de concientización importante”, evalúa Sergio. Las adopciones en El Campito llegaron a quintuplicarse. El coronavirus alteró el proceso: antes, la previa incluía una visita de representantes de la organización al que sería el nuevo hogar del animal. Actualmente todo el intercambio con los adoptantes es virtual. Ellos eligen a su futura mascota por fotos o videos y la entrevista se concreta por videoconferencia.
Entre les que se acercaron en este marco predominaron las parejas jóvenes y las familias, dice Sergio. Pachi cuenta que hombres y mujeres solos buscan gatos tanto como familias con niños. “El trabajo que hemos hecho durante años permeó a la sociedad. Hoy la adopción es un valor", celebra Sergio.
Los más agradecidos
En la pandemia Lorena Pinzoni adoptó a Cielo, una perra que necesitaba un hogar de tránsito. Estaba enferma de cáncer y "era mejor para su recuperación que estuviera con una familia". "Si bien la pandemia no fue un disparador dio tiempo para casos especiales como ése", dice Lorena, que es profesora de Lengua en nivel secundario. En su casa Cielo vivió cinco meses en los que estuvo mejor, hasta que "lamentablemente partió". Luego de su muerte, Lorena fue al Campito a llevar donaciones y se quedó con Anyelo. "Es disca, cuadriplégico, o sea que permanece acostado. Usa pañales y lo ayudamos a comer y tomar agua", describe Lorena, que vive en Remedios de Escalada. La distribución de su trabajo entre la virtualidad y la presencialidad le da tiempo para los cuidados del perro. Ella y su familia lo rotan, lo miman, le hablan y lo ayudan a hacer ejercicios. Están averiguando si puede empezar fisioterapia.
"Usa pañales y toma medicación, pero después es como cualquier otro perro. Ladra, aúlla, se pone contento y te lo hace saber. Un disca no es un problema como muchos creen, sino todo lo contrario. Todos los rescatados son agradecidos y te demuestran su amor siempre, pero un disca es mil veces más agradecido y amoroso", remarca Lorena. Para ella, Anyelo es un "ser mágico" que llegó a su vida para enseñarle. Un "ángel peludo". Tiene otros tres: Daisy y Niebla, perra y gata rescatadas de la calle respectivamente, y Aytano, otro perro discapacitado que se llevó del refugio.
Polilla fue abandonado en una noche de tormenta con secuelas de moquillo. Lo adoptó Carla Suyai Maturano, de 34 años, quien vive sola en La Plata. En 2020 se mudó a una casa con patio. Adoptar siempre había estado en sus planes pero nunca había podido hacerlo por no contar con "un lugar fijo definido". "Polilla no caminaba, se arrastraba. Fue tomando confianza y hoy es un perrito súper feliz. Tiene un TIC permanente, pero eso no es un impedimento para correr, jugar, saltar", detalla su dueña, que le toca la guitarra y le canta, entonces Polilla se relaja y su TIC ni se percibe. A los dos meses de su llegada Carla adoptó a Jazmín, que había sido atropellada, lo que ocasionó problemas en su tren trasero. Ahora camina con un "poquito" de dificultad. "Tener perritos con discapacidad es una decisión de amor, responsabilidad y paciencia", define Carla, y coincide con Lorena en que son más agradecidos.
La contracara: el abandono
Como contracara del crecimiento en las adopciones, mudanzas y problemas económicos han derivado en un aumento en los abandonos de mascotas, según algunas de las fuentes. "Tenemos muchísimos pedidos de rescate todos los días. No podemos con todos. Privilegiamos a los perros que están muriendo", dice Sergio. “Mucha gente al tener que renovar el alquiler te escribe diciendo que no le aceptan el perro. Es un tema que estamos trabajando en los barrios de clase media. Se puede solucionar con un seguro de daños, sin llegar a ese tipo de prohibiciones", señala el director de El Campito. "Hay mucho abandono y maltrato. No sé si más que antes. La diferencia es que hoy con las redes se difunde más", plantea Tatiana. Para Pachi, el aumento en las internaciones y fallecimientos por Covid-19 es otro motivo para que muchos animales queden a la deriva.
Sergio precisa que algunos municipios aplican sanciones administrativas a quienes abandonan animales. No está de acuerdo con “penar” a esas personas, porque se “ignora el contexto”. También, por sus efectos: aquello genera simplemente que los perros queden abandonados lejos de la ciudad. Hay otra consecuencia que merecería ser abordada con más detalle: "En los lugares donde el Estado prohíbe el abandono, al mismo tiempo recibe al perro en una perrera y lo mata. La prohibición del abandono suele venir de la mano de la matanza por control poblacional. En la Argentina y en el mundo está prohibido, pero se disfraza con la eutanasia. Pasa en muchas provincias, sobre todo en el medio rural, donde para la gente los animales son cosas”.
El otro método de control poblacional son las castraciones, servicio que quedó suspendido "durante casi todo 2020 y gran parte de 2021". En los refugios esto trajo como correlato el arribo de camadas de cachorros, "muchas veces en estados lamentables". "El boom de adopciones nos permitió sostener estos ingresos. En CABA, donde funciona el instituto Pasteur, la cuna de la desgracia de los animales, las castraciones están suspendidas”, apunta Sergio. Sol se lamenta: "Nuestro municipio no castra o castra muy poco, entonces abonamos cada castración. Es triste. En Moreno hay mucha necesidad. Por semana recibimos tres, cuatro camadas de cachorros. Muchos bebés nacen simplemente para morir de sarna a las dos semanas en una plaza". En Fundación de Gatitos en 2020 alojaron un 50 por ciento más de gatos. "Al no tener servicios de castración disponibles o no tener la posibilidad de trasladarse por los barrios, muchos grupos proteccionistas dejaron de rescatar y llevar a castrar, con lo que creció la población de madres con bebés", explica Pachi.
Reflexiones para la pospandemia
“Nuestro miedo está en el momento en que esta pandemia termine”, se adelanta Sol. ¿Qué pasará cuando la vida se normalice, cuando los que ahora trabajan en sus casas vuelvan a poblar las oficinas? ¿Cómo transitarán la soledad los perros adultos que fueron cachorros acostumbrados a la presencia constante de personas en las casas? ¿Qué va a pasar con los animales que se crían "inseguros" dentro de un departamento? "El perro que normalmente hubiera sido criado yendo a la plaza, a correr, no salió en estos meses. Por eso los animales tienen pánico al humano, y por eso hay muchos problemas de comportamiento en los cachorros: por falta de socialización. Es el tema del futuro", asegura Sol. Su principal temor son las devoluciones: teme que sean el efecto bumeran del aluvión de adopciones.