En el duelo de astros del fútbol, Lionel Messi se llevó la victoria y le tocó irse derrotado a Neymar, marcador que balanceó a favor del argentino la paridad que hasta esta final registraba la estadística de sus cruces con la camiseta de sus seleccionados nacionales. Más allá del 1-0, la amistad que los une desdramatizó lo que no deja de ser, también para ellos, el resultado de un partido de fútbol, con lindos gestos de uno y de otro para acompañar las distintas sensaciones que les tocaba vivir.

Antes de que iniciara el juego, fue Neymar el que le puso la mano sobre el hombro a quien fuera primero su ídolo y luego su compañero durante cuatro temporadas en el Barcelona. El brasileño terminó el partido con el pantalón rasgado tras la dura final y con lágrimas en los ojos.

El nacido en Mogi das Cruzes hace 29 años fue, en medio de ese huracán de emociones, a saludar a su amigo. Y Messi le devolvió un abrazo enorme que los sostuvo a ambos durante un par de minutos, signo de una admiración mutua que el argentino eligió aun cuando detrás suyo sus compañeros celebraban a puro griterío feliz. El exquisito jugador paulista también fue a abrazar a cada futbolista de Argentina, con una sonrisa estampada en su cara al ver su alegría.

Luego del festejo en medio de la cancha, de la imagen de Messi levantando y besando la Copa, el cierre de la fiesta del fútbol -porque así parecieron vivirlo los dos- los encontró sentados uno al lado del otro, en plena charla, suelta y con risas, seguramente hablando de fútbol. Otra imagen inolvidable de la histórica consagración argentina en el Maracaná.