46% de las vacunas administradas en Brasil son de AstraZeneca, 45% Sinovac, 8% Pfizer y 1% J&J. Hasta fines de mayo Brasil había recibido menos de 3 millones de dosis de Pfizer, aunque contrató 100 millones. Casi todas las vacunas usadas fueron producidas en Brasil.
Si Chile, Uruguay, Brasil o Argentina hubiesen dependido de las vacunas de Pfizer, la vacunación hubiese empezado muchísimo más tarde, como es el caso de Perú. Con dificultades, todos los países implementaron las soluciones que consideraron necesarias y adecuadas.
En algunos casos la solución fue utilizar masivamente vacunas "sin papeles" y de quizás inferior efectividad, como en Chile, Brasil y Uruguay, en otros parte de la solución fue apostar por vacunas con menos prensa y "papeles" como Sputnik V, como hizo Argentina.
En Brasil, sobre todo, pero también en Argentina, otra solución fue implementar lo necesario para la producción propia nacional. De cada país se debe juzgar lo que hizo con lo que pudo y tuvo disponible. Chile, Uruguay, Brasil y Argentina hicieron muchas cosas bien.
Brasil tiene además el mérito de lograr empezar y sostener un proceso de vacunación frente a la falta absoluta de iniciativa –o directamente el boicot– del gobierno de Bolsonaro.
Lo de Chile fue excelente, Uruguay empezó más tarde pero también. Los dos países lograron vacunar a su población más rápido que Europa, y aunque se diga que las vacunas usadas son de menos eficacia, no importa, produjeron inmunidad en su población antes que en Europa
Argentina y Brasil, con sus soluciones propias y acuerdos "no-ortodoxos", lograron una vacunación que está solo poco más de un mes detrás de países desarrollados. No importa como te la quieran contar, la realidad es esa.
Entre el ruido y el humo, la realidad es que hoy la Argentina tiene a toda su población de riesgo y a gran parte de su población adulta, con inmunidad otorgada por vacunas, a apenas más de un año de empezar la pandemia.
En medio de una gran circulación del virus y del boicot activo de las medidas de control por parte de algunos medios y políticos de oposición, la Argentina –y Brasil en condiciones diferentes, el boicot fue del gobierno– han logrado proteger a gran parte de su población.
Que no nos distraigan con desinformación e información sesgada, con una campaña de desánimo que es solo política y sin base en la realidad de lo que está ocurriendo con la vacunación. Cada vacuna en cada brazo es un triunfo de todos los argentinos, incluidos los que no lo ven.
*Ernesto Resnik es un biólogo molecular argentino que reside y trabaja en Estados Unidos. Su voz se transformó en una de las más autorizadas en la difusión de información científica sobre la pandemia.