El golpe de la cucaracha es una de las novelas gráficas más anticipadas del último tiempo. A su autora, Gato Fernández, le tomó una década de producción a lo largo de la cual fueron apareciendo aquí y allá pequeños fragmentos (incluyendo un capítulo en la antología Dis-Tinta, publicada por Random House Mondadori). En la Argentina la iba a publicar originalmente Hotel de las Ideas, pero finalmente vio la luz por Historieteca Editorial, que así además profundiza una línea de relatos más comprometida con temas sociales (en producción, por ejemplo, figura otra novela gráfica sobre la última dictadura militar). En este caso, el nudo del relato es el abuso sexual intrafamiliar y la compleja trama social de silencios y complicidades que lo envuelve.

Lo notable del caso es que el relato está basado en la denuncia por abuso que Fernández hizo a su propio padre –sobreseído por la justicia, cuenta en el prólogo-, lo cual no hace sino agregarle dramatismo al asunto y refuerza el sentido del título: en francés “le coup de cafard” es la expresión que se utiliza para la depresión profunda y que también representa la inefable sensación de asco que incontables personas en todo el mundo tienen al lidiar con esta plaga.

Otro aspecto que realza el dramatismo del relato es que evita cuanto puede el tono sentencioso. En todo el relato hay una sombra ominosa, aún antes de que las páginas muestren el primer abuso consumado, pero Fernández da lugar a momentos de luz para su yo protagonista: el refugio en la madre y en el hermano, los juegos con alguna amiguita de infancia. Este contraste hace aún más terribles las escenas de violencia: ver los juegos de los niños interrumpidos por los gritos e insultos de los adultos es brutal en el trazo sentido de la autora. Del mismo modo, es terrible encontrarse a una abuela que pasa del cariño por su nieta a decirle que su madre “es una negra de mierda” y “una hija de puta que no tenés que querer”.

Por lo demás, la violencia es una presencia constante en la vida de la protagonista, que no deja de registrar eso y sublimarlo a su modo. Ese elemento en lo narrativo contrasta con el estilo gráfico algo semi-funny de la autora: tranquilamente podría narrar con él una aventura fantástica a partir de los personajes que imagina la protagonista, pero la potencia del relato en buena medida se afinca en ese contraste entre la candidez infantil del dibujo y la brutalidad circundante.

También allí está la ventana de esperanza que ofrece la historia, con la imaginación y la fantasía como refugios posibles ante el horror, como un escape ante la violencia frente a la cual una niña está indefensa. Porque, como le advierte su hermano: las cucarachas están en todos lados.

Lanzamientos

Galgo (Athos Pastore / Deriva Ediciones)

Brevísimo (menos de 40 páginas) y casi sin diálogo, Galgo se lee en un suspiro, pero en esa brevedad alcanza para confirmar que su autor es una de las jóvenes figuras a seguir en la historieta argentina. Pone sobre la mesa buenos recursos gráficos y ese preciosismo no obstaculiza lo que cuenta: una serie de crímenes en torno a los galgos. Pastore entremezcla distintas variantes del terror y gracias a su estilo de dibujo sale airoso de los ajustes de sintonía que requieren esos pasajes.

Dago. Historia de una daga (Néstor Barrón y Alberto Caliva / Primavera Revólver)

Barrón hace una pirueta narrativa astuta y lleva al lector a los años mozos de Dago, lejos de los conflictos de alta alcurnia en los que suele inmiscuirselo. Así evita la comparación directa de su pluma con la del creador Robin Wood, pero también del trazo de Caliva con sus antecesores: el rostro juvenil de Dago pide un trazo bien distinto al del veterano. Aunque los fans añoren los tiempos de Wood, saben que al menos hay un recambio para que su héroe siga viviendo aventuras.

Niño oruga (Pedro Mancini / Hotel de las ideas)

Pedro Mancini tuvo una época de enorme producción en torno al 2014. Luego sus libros se espaciaron y la llegada de Niño Oruga presenta a un autor que no renuncia a su imaginería, pero que muestra más madurez narrativa y que no acumula recursos sobre la página porque sí. Además, propone una historia con espesor genuino que oficia tanto de homenaje a su abuelo como de reconocimiento tácito a su camino como historietista. Un trasfondo sobre el peso del ego demiúrgico marca el relato.

¡Corré, Wachin! SúperSalchicha Complete Edition (Nahuel Sagarnaga / Historieteca y LocoRabia)

¡Corré, Wachín! es el curioso caso en que una historieta pone los recursos de la autobiografía al servicio de un perro. Porque aunque haya humanos que cuidan de Wachín, lo cierto es que el salchicha es el centro de todo, aun cuando se cuentan los sentimientos de sus “amos”. Segunda edición de las peripecias del perrito, esta versión ampliada completa algunos baches de la primera, pero en lo sustancial no agrega vuelta de tuerca. Sólo algunas páginas que seguro agradecerán sus seguidores.

Viñetas

El Eternauta, a Planeta DeAgostini

Javier Doeyo, responsable de A4 Editora, anunció que el sello que dirige dejará de publicar El Eternauta en la Argentina a partir de 2022. A partir del año próximo Planeta DeAgostini editará esa obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Así lo comunicó el editor en una entrevista publicada por la Agencia NOVA. El cambio de manos, explicó el veterano editor argentino, surge a partir de la confirmación de que Netflix producirá la adaptación televisiva de la historieta, que narra una invasión alienígena y el corazón de la resistencia en Buenos Aires. “Las grandes editoriales multinacionales empezaron a ponerse en contacto con los herederos de los autores”, contó Doeyo a Nova, quien además aseguró haber participado de algunas de esas charlas y haber él mismo recomendado a los herederos de Oesterheld y Solano el cambio de manos. “Si Netflix va a hacer una serie y la va a poner en las pantallas de todo el mundo, evidentemente la obra merece tener una editorial internacional detrás que pueda mover ese material y cubrir las expectativas que se van a generar por un producto televisivo que seguramente va a ser un éxito”, explicó. “Además de un tema económico había detrás una cuestión de trabajo que nosotros jamás íbamos a poder enfrentar”, profundizó el editor. Aunque de larga trayectoria en el país y con años de publicar El Eternauta y sus derivados, A4 no escapa a las generales del sector comiquero local, con equipos de trabajo reducidos. Para el responsable, no se trata solamente de una cuestión económica. Sostiene que aún de haber podido igualar la oferta de Planeta, el sello “no podría igualar nunca el trabajo que va a hacer Planeta en España y en toda Latinoamérica”. A4 Editora llevó la franquicia de El Eternauta por más de 15 años, con ediciones de distintos tipos (incluyendo una facsimilar) y varias publicaciones de continuaciones hechas por los autores originales o nuevas plumas. Ahora esas páginas se van a otro Planeta.