Un informe difundido por la organización internacional Oxfam da cuenta de que transcurrido un año y medio desde que se desató la pandemia las muertes por hambre en el mundo se ubican por encima de los decesos como consecuencia de la covid 19. De acuerdo al estudio once personas mueren por minuto por motivo del hambre extrema, cifra superior a las siete muertes que genera la pandemia en el mismo tiempo. El trabajo sostiene además que “los conflictos armados, las alteraciones económicas provocadas por la pandemia y la creciente crisis climática han agravado la pobreza y la catastrófica situación de inseguridad alimentaria en las zonas con más hambre en el mundo, creando a su vez nuevos núcleos de hambre”.
El documento señala que este año se ha llegado a la cifra de 155 millones de personas en 55 países que padecen extremos de inseguridad alimentaria y 20 millones de estos habitantes del planeta se sumaron este año para alcanzar la cantidad mencionada. Según el informe la pandemia provocó que 33 millones de trabajadoras y trabajadores de todo el mundo perdieran su empleo en 2020, generando además pérdidas por valor de 3,7 billones de dólares en concepto de ingresos derivados del trabajo, una cifra equivalente al 4,4 por ciento del PIB mundial de 2019. Los precios de los alimentos en el mundo aumentaron en casi un cuarenta por ciento desde el año pasado, registrando el mayor incremento en más de una década.
En el mismo informe se señala la urgente necesidad de que los gobiernos actúen de manera inmediata para hacer frente a la inseguridad alimentaria y sus causas dado que la situación puede empeorar todavía más.
“Desde el inicio de la pandemia, el número de personas que viven en condiciones cercanas a la hambruna se han multiplicado por seis” según lo consigna el Global Report on Food Crise, organismo de Naciones Unidas.
De esta manera, lo que en principio aparecía como una crisis de salud a nivel global, se ha transformado rápidamente en un agudo problema de hambre cuya principal causa se le adjudica a los conflictos que persisten en todo el mundo, a pesar de los llamamientos formales para ponerles fin. “El gasto militar mundial se incrementó en un 2,7 por ciento el pasado año, un porcentaje equivalente a 51.000 millones de dólares” sostiene Oxfam, asegurando que con esa suma se habría podido financiar hasta seis veces y media el pedido de 7.900 millones de dólares que Naciones Unidas hizo en 2021 para hacerle frente a la lucha contra la inseguridad alimentaria. Cada día y medio se invierten 8.000 millones de dólares en gastos militares en todo el mundo.
“A menos que los Gobiernos actúen de forma urgente para abordar la inseguridad alimentaria y sus causas, lo peor está aún por llegar. Deben centrar sus recursos en financiar sus sistemas de protección social, así como programas que aborden las necesidades de las personas vulnerables y permitan salvar vidas de manera inmediata, en lugar de destinarlos a comprar armas, que perpetúan los conflictos y la violencia”, se afirma en el documento.
Otras proyecciones indican que 745 millones de personas en todo el mundo vivirán en condiciones de “pobreza extrema” al finalizar 2021, lo cual implica un aumento de 100 millones de personas desde que se declaró la pandemia 18 meses atrás. A ello se suma que 2.700 millones de personas no recibieron ningún tipo de ayuda pública para enfrentar las consecuencias económicas derivadas de la covid-19. Entre los grupos más directamente afectados se encuentran las mujeres, las poblaciones desplazadas y las personas que trabajan en el sector informal.
Como contraposición también durante la pandemia la riqueza se concentra. “La riqueza de las diez personas más ricas del mundo (de las cuales nueve son hombres) se incrementó en 413.000 millones de dólares el pasado año”, dice el informe de Oxfam, agregando que “esta cantidad bastaría para financiar hasta más de once veces la totalidad de las emergencias humanitarias de las Naciones Unidas para 2021”.
El documento señala además que para poner fin a la crisis del hambre los gobiernos “deben reconstruir la economía global de manera más justa y sostenible en el marco de la recuperación tras la pandemia” y “acabar con las desigualdades de fondo que amplían la brecha entre ricos y pobres”.
Entre las iniciativas propuestas para salir al cruce de la hambruna mundial se plantea la urgencia de dar financiamiento al llamamiento humanitario de Naciones Unidas contra el hambre y la creación de un fondo global de protección social. Además –dice Oxfam- se debería “garantizar el acceso humanitario a las zonas de conflicto, dejar de utilizar el hambre como arma de guerra y promover la paz a través de la participación y el liderazgo de las mujeres en la construcción de la paz”. A ello se agrega la necesidad de “construir sistemas alimentarios más justos, resilientes y sostenibles” y de “garantizar el liderazgo de las mujeres en la respuesta a la pandemia y la posterior recuperación”.
Todo ello – se sostiene en el documento- sin perder de vista la urgencia de apoyar “una vacuna universal” contra la covid-19, mientras se adoptan medidas urgentes para hacer frente a la crisis climática.