Desde Lima
Derrotada en las urnas y fracasadas sus maniobras para arrebatarle la victoria al profesor rural y sindicalista de izquierda Pedro Castillo con infundados reclamos de fraude electoral, la derechista Keiko Fujimori dispara contra la democracia y la estabilidad del próximo gobierno. En clara postura golpista, la hija del encarcelado exdictador Alberto Fujimori, que al no conseguir la presidencia deberá enfrentar un juicio por lavado de dinero y organización criminal, ha dicho que no reconocerá el resultado de las elecciones y la proclamación del nuevo presidente. Keiko ha lanzado esta amenaza cuando se espera que esta semana el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) proclame a Castillo como presidente electo, lo que lleva más de un mes de demora, algo sin precedentes, debido a las demandas del fujimorismo para anular votos en las zonas rurales, donde el maestro de origen andino ganó ampliamente, alegando un supuesto fraude en esas mesas de votación. Son denuncias sin pruebas. Todas las demandas fujimoristas vienen siendo rechazadas por el JNE por falta de sustento. El Jurado Electoral ha anunciado que a más tardar esta semana debe culminar la revisión de esas demandas, luego de lo cual se daría la proclamación de Castillo, quien debe asumir este 28 de julio.
La rabia de la derrota
“No vamos a aceptarlo”, gritó Keiko ante sus seguidores, con la rabia de la derrota marcada en el rostro, refiriéndose a la proclamación de Castillo como presidente electo. “No nos vamos a quedar de brazos cruzados. El partido no ha terminado”, dijo amenazante la tres veces derrotada candidata presidencial -también perdió en 2011 y 2016-, en una concentración de sus partidarios, movilizados para presionar a las autoridades electorales para que no se oficialice el triunfo de Castillo.
“No al comunismo. Fuera el comunismo”, exclamó Keiko ante manifestantes en estado de negacionismo frente al triunfo de la izquierda. En las manifestaciones fujimoristas de esto días clamando fraude sin pruebas y profiriendo ataques contra la izquierda, abundan los discursos golpistas y las expresiones autoritarias de una extrema derecha que pretende se anulen las elecciones ganadas por la izquierda. Gritan “defendamos el voto”, pero exigen anular votos del ganador para quitarle el triunfo.
Una denuncia de fraude sin pruebas
Las denuncias sin base de la derecha de un supuesto fraude electoral encuentran eco en los grandes medios y movilizan a pobladores de los barrios residenciales. A pesar de una millonaria campaña y del respaldo mediático al falso discurso del fraude, solamente un 13 por ciento de la población asegura que hubo fraude a favor de Castillo, según una encuesta de Ipsos.
El fujimorismo y sus aliados insisten en exigir una auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA) a las elecciones. No tienen argumentos serios que justifiquen ese pedido. Saben que esa auditoría no procederá -la misión de observadores de la OEA ha calificado como limpias las elecciones y hace unos días emisarios de Keiko enviados al organismo internacional para pedir esa auditoría hicieron un papelón al no ser recibidos por su secretario general Luis Almagro-, pero es la excusa para decir que sin esa auditoría no reconocerán el triunfo de Castillo.
Todos los observadores electorales, el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Unión Europea, gobiernos de la región, entre ellos Argentina, entre otros, han declarado la legitimidad de las elecciones peruanas. Ningún organismo internacional ni gobierno las ha cuestionado.
En medio de esa soledad, el gran aliado del fujimorismo en los foros internacionales es el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, que se ha puesto al servicio de la falsa narrativa del fraude electoral y las maniobras golpistas contra Castillo. Hace unos días, el escritor acusó al gobierno centrista del presidente Francisco Sagasti de haber tomado “claramente partido a favor” del izquierdista Castillo y le negó legitimidad al presidente electo. Una afirmación que cae en la ficción interesada para tergiversar la realidad y moldearla según los intereses del fujimorismo y sus aliados. Keiko repitió el guion del escritor, acusando a Sagasti de estar parcializado con Castillo para justificar su negativa a reconocer su derrota. El régimen de Sagasti ha mantenido escrupulosa neutralidad en estas elecciones.
Aliados de Keiko han venido promoviendo públicamente un golpe para anular las elecciones. No han logrado su objetivo y ahora complotan contra el próximo gobierno. Estos días se cayó en el Congreso una maniobra de la derecha que buscaba jaquear al régimen de Castillo. Se frustró, por no alcanzarse los votos necesarios de dos tercios de los legisladores, la intención de grupos parlamentarios de derecha de nombrar nuevos magistrados del Tribunal Constitucional (TC) para copar la máxima instancia judicial del país. Hay una demanda judicial para anular las elecciones que ha sido rechazada por carecer de base jurídica, pero que en apelación podría llegar al TC como última instancia. La derecha apuntaba a que una decisión sobre esta demanda la tome un tribunal funcional a sus intereses. El TC puede bloquear leyes y políticas de gobierno declarándolas inconstitucionales.
Seis de los siete magistrados del TC han cumplido su mandato y deben ser reemplazados. Hace unos meses, el desacreditado Congreso saliente decidió que su designación la realice el nuevo Parlamento que debe asumir este mes. Pero luego de las elecciones de abril retomaron el proceso de elección de miembros del TC y lo aceleraron cuando Castillo ganó la segunda vuelta, buscando asegurar un TC a la medida de esa derecha. El proceso de selección de los candidatos al tribunal estuvo marcado por irregularidades e ilegalidades, por lo que un juzgado ordenó detener la votación. Pero una mayoría de legisladores decidió desacatar la orden judicial y seguir adelante con la elección, que estaban seguros ganarían. Pero a la hora de la votación sus candidatos no alcanzaron los dos tercios, 87 votos de 130, que necesitaban. El candidato que tuvo el mayor respaldo llegó a los 81 votos. Una dura derrota para la derecha. La renovación del TC ha quedado pendiente.
Mientras Keiko y la derecha que la apoya complotan contra el triunfo de Castillo y se preparan para hacerle la guerra desde el primer día de su gobierno, el maestro rural que sigue a la espera de su proclamación como presidente electo, se reúne con sus colaboradores para armar su gabinete ministerial y definir sus primeras acciones en el poder, y mantiene encuentros con organizaciones sociales, gremios y autoridades regionales. Sus seguidores están movilizados para defender su victoria. Frente al local del Jurado Electoral, en el centro de Lima, pobladores llegados desde el interior del país han instalado un campamento esperando la oficialización del triunfo del maestro en el que han depositado sus esperanzas de cambio.