De sol a sol trabaja Youmeng Liu en expandir su menú, con comidas que -a simple vista- hacen agua la boca: desde tostadas, waffles, huevos fritos, panceta y salchichas grilladas, hasta pochoclos, frescas rodajas de sandía, brócoli, una tarta de pavo y hongos de rechupete, un tentador guiso de alubias; sin mentar platos típicamente británicos como el Yorkshire pudding. Así las cosas, aunque sus platos despierten las papilas gustativas, mejor abstenerse al momento del mordiscón para evitar una indigestión peliaguda… Las apariencias, después de todo, pueden ser engañosas: aunque hiperrealistas y en tres dimensiones, los alimentos que “cocina” esta muchacha no son de ninguna manera aptos para consumo humano; son piezas de arte bordadas a mano.
Artista textil que creció en la provincia de Yunnan, al suroeste de China, Youmeng Liu vive actualmente en Inglaterra; de hecho, se graduó hace ya un tiempo del London College of Fashion con una especialización en artefactos de moda. Como fundadora de una marca de accesorios de lujo, Dream’s Code, venía desarrollando una técnica personalísima de bordado, que ha perfeccionado con el correr de los años, a partir “de cierta forma tradicional del pueblo Bai, que data de la Dinastía Tang, con más de 1.100 años de historia. Las mujeres se valían de este medio para ilustrar paisajes naturales, también para contar mitos y leyendas de la región”, en sus sucintas palabras.
“Bordar un patrón en tres dimensiones requiere de mucho tiempo y de mucha paciencia”, aclara quien le ha ido dando su toque a los saberes estudiados, combinando la laboriosa faena con aguja (personalizada) e hilos multicolores, “con escultura con tijeras y ojo artístico”. Es así cómo ha logrado aliñar 19 apetitos ítems, algunos previamente citados, que actualmente componen su carta. Claro que, si el asunto demandaba actitud zen, redoblará la joven en calma y perseverancia para concretar este último proyecto: “Mi visión es producir 301 obras de arte bordadas, de comestibles comunes y corrientes”, adelanta la aplicada Liu en redes sociales, a la par que pregunta a sus más de 20 mil seguidores: “¿Qué quieren que cocine después?”. De tan maravillosamente logrados sus alimentos, solo les faltaría el aroma: ni la textura está ausente en diseños por los que más de una almita glotona sería capaz de atragantarse, aun a riesgo de terminar en sala de emergencias.